"De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan"
Después del episodio con los galeotes, don Quijote le dice a Sancho: "Siempre, Sancho, le he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar". Entonces Sancho le dice que por tener la Santa Hermandad, la caballería no es necesaria. Su amo le responde que es un cobarde, pero que esta vez le hará caso y no irá detrás de estos criminales con tal de que Sancho nunca le diga a nadie que lo hizo por otra razón que no fuera la de complacer a sus ruegos. Tras esta conversación entran a la Sierra Morena con la esperanza de esconderse de la Santa Hermandad si los buscase por haber liberado a los galeotes.
En su camino encuentran una vieja maleta que contiene camisas y otros artículos de lienzo, unas monedas de oro y un cuaderno. Don Quijote toma el cuaderno y deja que Sancho se quede con las monedas y la ropa.
Abre el cuaderno para averiguar de quién es la maleta y halla un soneto que trata de amores y penas. Don Quijote le dice a Sancho que sabe más de poesía de lo que él se imagina, ya que todos los grandes caballeros han sido trovadores o músicos. También hallan en el cuaderno una carta y otros escritos que revelan que el autor es un amante desdeñado.
Siguen por el camino y de repente ven a un hombre casi desnudo con una barba espesa saltando por los riscos. Don Quijote quiere ir detrás de él para ver si es dueño de la maleta. Sancho se opone porque no quiere devolver las monedas, pero su amo le dice que tienen la obligación de buscarlo. Al lado de un arroyo encuentran una mula muerta. Luego ven a un pastor anciano con su rebaño de cabras y don Quijote le pregunta si sabe de quién es la maleta que hallaron.
El pastor les cuenta que hace seis meses que llegó un mancebo gentil montado en esa misma mula y con la maleta que hallaron. El mancebo le preguntó cuál área de la Sierra era la más áspera y se dirigió hacia donde le señalaron. No lo volvieron a ver hasta unos días después cuando atacó a uno de los pastores para quitarle su pan y queso.
Cuando encontraron al mancebo, metido en el hueco de un árbol con la ropa rota y la cara desfigurada, les saludó dócil y cortésmente. Les explicó que estaba cumpliendo una penitencia por sus pecados pero no les quiso decir quién era. Pidió perdón por los asaltos y los pastores ofrecieron darle comida para que no tuviera que robarla. Por su forma de hablar, los pastores se dieron cuenta de que era un hombre bien nacido y cortesano, pero que se había vuelto loco porque de repente, cambió de carácter y con mucha furia atacó a uno de los pastores y dijo: "¡Ah, fementido Fernando! ¡Aquí, aquí me pagarás la sinrazón que me heciste [...]". Los otros pastores ayudaron a su amigo antes de que el mancebo lo matara y después éste salió corriendo.
Desde ese entonces lo han visto cuando sale a buscar comida. A veces se la pide a los pastores muy cortésmente y otras veces, cuando está loco, se la arrebata. Por ende, los pastores habían decidido buscarlo, detenerlo y llevarlo al pueblo más cercano, Almodóvar, para que le curen de la locura y para que les avisen a sus familiares de su desgracia.
Tras oír esta historia don Quijote se propone buscar al loco, pero antes de poder emprender esa nueva aventura, aparece el mancebo y los saluda con mucha cortesía. Don Quijote se apea de Rocinante y, cual si lo conociera, le da un fuerte abrazo al joven, a quién el narrador llama el "Roto de la mala Figura"
Capítulo 23:
"De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan"
Después del episodio con los galeotes, don Quijote le dice a Sancho: "Siempre, Sancho, le he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar". Entonces Sancho le dice que por tener la Santa Hermandad, la caballería no es necesaria. Su amo le responde que es un cobarde, pero que esta vez le hará caso y no irá detrás de estos criminales con tal de que Sancho nunca le diga a nadie que lo hizo por otra razón que no fuera la de complacer a sus ruegos. Tras esta conversación entran a la Sierra Morena con la esperanza de esconderse de la Santa Hermandad si los buscase por haber liberado a los galeotes.
En su camino encuentran una vieja maleta que contiene camisas y otros artículos de lienzo, unas monedas de oro y un cuaderno. Don Quijote toma el cuaderno y deja que Sancho se quede con las monedas y la ropa.
Abre el cuaderno para averiguar de quién es la maleta y halla un soneto que trata de amores y penas. Don Quijote le dice a Sancho que sabe más de poesía de lo que él se imagina, ya que todos los grandes caballeros han sido trovadores o músicos. También hallan en el cuaderno una carta y otros escritos que revelan que el autor es un amante desdeñado.
Siguen por el camino y de repente ven a un hombre casi desnudo con una barba espesa saltando por los riscos. Don Quijote quiere ir detrás de él para ver si es dueño de la maleta. Sancho se opone porque no quiere devolver las monedas, pero su amo le dice que tienen la obligación de buscarlo. Al lado de un arroyo encuentran una mula muerta. Luego ven a un pastor anciano con su rebaño de cabras y don Quijote le pregunta si sabe de quién es la maleta que hallaron.
El pastor les cuenta que hace seis meses que llegó un mancebo gentil montado en esa misma mula y con la maleta que hallaron. El mancebo le preguntó cuál área de la Sierra era la más áspera y se dirigió hacia donde le señalaron. No lo volvieron a ver hasta unos días después cuando atacó a uno de los pastores para quitarle su pan y queso.
Cuando encontraron al mancebo, metido en el hueco de un árbol con la ropa rota y la cara desfigurada, les saludó dócil y cortésmente. Les explicó que estaba cumpliendo una penitencia por sus pecados pero no les quiso decir quién era. Pidió perdón por los asaltos y los pastores ofrecieron darle comida para que no tuviera que robarla. Por su forma de hablar, los pastores se dieron cuenta de que era un hombre bien nacido y cortesano, pero que se había vuelto loco porque de repente, cambió de carácter y con mucha furia atacó a uno de los pastores y dijo: "¡Ah, fementido Fernando! ¡Aquí, aquí me pagarás la sinrazón que me heciste [...]". Los otros pastores ayudaron a su amigo antes de que el mancebo lo matara y después éste salió corriendo.
Desde ese entonces lo han visto cuando sale a buscar comida. A veces se la pide a los pastores muy cortésmente y otras veces, cuando está loco, se la arrebata. Por ende, los pastores habían decidido buscarlo, detenerlo y llevarlo al pueblo más cercano, Almodóvar, para que le curen de la locura y para que les avisen a sus familiares de su desgracia.
Tras oír esta historia don Quijote se propone buscar al loco, pero antes de poder emprender esa nueva aventura, aparece el mancebo y los saluda con mucha cortesía. Don Quijote se apea de Rocinante y, cual si lo conociera, le da un fuerte abrazo al joven, a quién el narrador llama el "Roto de la mala Figura"