Un nublado día de otoño, el narrador llega a la mansión Usher, nombrada así debido al apellido de la familia, para visitar a su amigo de la infancia: Roderick Usher. Una vez que logra identificar la construcción desde el exterior, “una sensación de insufrible abatimiento” (356) se apodera de él. El paisaje que se le presenta es en extremo desolado: una antigua casona de siniestros muros, con “las ventanas como ojos vacíos” (357), rodeada de árboles y un lago de montaña que la refleja tétricamente. Además, siente que una atmósfera iridiscente envuelve el lugar, posiblemente producto del vapor pestilente de la vegetación y el lago.
Roderick invitó al narrador, su único amigo, a pasar varias semanas a su casa mediante una carta. En el manuscrito, que según el narrador evidencia señas de agitación nerviosa, su viejo amigo manifiesta enfermedades corporales y desórdenes mentales, y le pide que vaya a hacerle compañía para aliviarlo de ellos. En la casa solo viven Roderick y su hermana, Lady Madeline, últimos herederos del apellido Usher. Mientras se acerca a la entrada, el narrador piensa que quizá exista una conexión esencial entre la casa y la familia.
Al ingresar a la mansión, el narrador se sorprende por el carácter gótico y antiguo de la decoración y el mobiliario, además del desorden y el descuido del lugar: siente que allí se respira “una atmósfera de dolor” (361). En ese momento, Usher se acerca a saludarlo cálidamente y el narrador repara en los cambios que manifiesta su aspecto, ahora cadavérico, al punto de hacerlo dudar de su identidad.
Una noche, Roderick se presenta ante su amigo con la noticia de que Lady Madeline finalmente murió y de que desea preservar su cuerpo una quincena en una vieja bóveda de la mansión, para asegurarse de que no es otro de sus casos de parálisis por catalepsia. Antes de ingresar el cadáver a la bóveda, el narrador se sorprende por el gran parecido entre los hermanos, a lo que Usher le responde que se debe a que eran mellizos. Una vez atornillada la tapa del sarcófago y cerrada la puerta de la bóveda, los amigos se dirigen hacia los pisos altos de la casa.
Los días de duelo se suceden y las características enfermizas de Roderick van en aumento. A su vez, el propio narrador comienza a sentir que su cordura pende de un hilo, debido al contacto constante con Usher y la casa. A la octava o novena noche de haber sepultado a Lady Madeline, el narrador despierta de una pesadilla y oye a Roderick tocar la puerta de su habitación. Su amigo se encuentra visiblemente ansioso y le dice que se asome a la ventana, porque algo sucede en el exterior. Cuando el narrador se asoma, ve que una imponente tormenta azota la casa, y que el vapor del lago y los alrededores brilla de un modo sobrenatural.
Para evitar que Usher entre en un estado de locura mayor, le propone leer juntos durante un rato. Sin embargo, aunque la situación de lectura calma un poco a su amigo, en un momento dado un sonoro golpe metálico retumba en toda la casa. El golpe hace que Roderick comience a decir que enterraron viva a su hermana. Finalmente, se para violentamente y comienza a gritar que la señorita Usher está en la puerta de la habitación. En ese momento, las puertas del cuarto se abren con fuerza y descubren a Lady Madeline del otro lado y cubierta de sangre. La agonizante mujer camina hacia su hermano y se desvanece con un gemido sobre él, quien muere del horror debajo de ella.
Espantado, el narrador sale de la casa despavorido y huye bajo la tormenta. En un momento, un fulgor a sus espaldas lo hace girar para ver la mansión, que comienza a partirse al medio mientras el viento la golpea. Finalmente, la estructura se derrumba y es tragada por el lago mientras una luna rojo sangre la alumbra desde arriba.
Respuesta:
Resumen
Un nublado día de otoño, el narrador llega a la mansión Usher, nombrada así debido al apellido de la familia, para visitar a su amigo de la infancia: Roderick Usher. Una vez que logra identificar la construcción desde el exterior, “una sensación de insufrible abatimiento” (356) se apodera de él. El paisaje que se le presenta es en extremo desolado: una antigua casona de siniestros muros, con “las ventanas como ojos vacíos” (357), rodeada de árboles y un lago de montaña que la refleja tétricamente. Además, siente que una atmósfera iridiscente envuelve el lugar, posiblemente producto del vapor pestilente de la vegetación y el lago.
Roderick invitó al narrador, su único amigo, a pasar varias semanas a su casa mediante una carta. En el manuscrito, que según el narrador evidencia señas de agitación nerviosa, su viejo amigo manifiesta enfermedades corporales y desórdenes mentales, y le pide que vaya a hacerle compañía para aliviarlo de ellos. En la casa solo viven Roderick y su hermana, Lady Madeline, últimos herederos del apellido Usher. Mientras se acerca a la entrada, el narrador piensa que quizá exista una conexión esencial entre la casa y la familia.
Al ingresar a la mansión, el narrador se sorprende por el carácter gótico y antiguo de la decoración y el mobiliario, además del desorden y el descuido del lugar: siente que allí se respira “una atmósfera de dolor” (361). En ese momento, Usher se acerca a saludarlo cálidamente y el narrador repara en los cambios que manifiesta su aspecto, ahora cadavérico, al punto de hacerlo dudar de su identidad.
Una noche, Roderick se presenta ante su amigo con la noticia de que Lady Madeline finalmente murió y de que desea preservar su cuerpo una quincena en una vieja bóveda de la mansión, para asegurarse de que no es otro de sus casos de parálisis por catalepsia. Antes de ingresar el cadáver a la bóveda, el narrador se sorprende por el gran parecido entre los hermanos, a lo que Usher le responde que se debe a que eran mellizos. Una vez atornillada la tapa del sarcófago y cerrada la puerta de la bóveda, los amigos se dirigen hacia los pisos altos de la casa.
Los días de duelo se suceden y las características enfermizas de Roderick van en aumento. A su vez, el propio narrador comienza a sentir que su cordura pende de un hilo, debido al contacto constante con Usher y la casa. A la octava o novena noche de haber sepultado a Lady Madeline, el narrador despierta de una pesadilla y oye a Roderick tocar la puerta de su habitación. Su amigo se encuentra visiblemente ansioso y le dice que se asome a la ventana, porque algo sucede en el exterior. Cuando el narrador se asoma, ve que una imponente tormenta azota la casa, y que el vapor del lago y los alrededores brilla de un modo sobrenatural.
Para evitar que Usher entre en un estado de locura mayor, le propone leer juntos durante un rato. Sin embargo, aunque la situación de lectura calma un poco a su amigo, en un momento dado un sonoro golpe metálico retumba en toda la casa. El golpe hace que Roderick comience a decir que enterraron viva a su hermana. Finalmente, se para violentamente y comienza a gritar que la señorita Usher está en la puerta de la habitación. En ese momento, las puertas del cuarto se abren con fuerza y descubren a Lady Madeline del otro lado y cubierta de sangre. La agonizante mujer camina hacia su hermano y se desvanece con un gemido sobre él, quien muere del horror debajo de ella.
Espantado, el narrador sale de la casa despavorido y huye bajo la tormenta. En un momento, un fulgor a sus espaldas lo hace girar para ver la mansión, que comienza a partirse al medio mientras el viento la golpea. Finalmente, la estructura se derrumba y es tragada por el lago mientras una luna rojo sangre la alumbra desde arriba.