Antiguo Testamento. Octavo y último hijo de Jesé o Isaí, miembro de una de las principales familias de la tribu de Judá, el profeta Samuel lo ungió en secreto soberano de los hebreos cuando no era más que un muchacho que cuidaba los rebaños paternos en Belén.
El rey David (detalle de un óleo de Guercino)
Siendo aún adolescente, su habilidad musical y la célebre victoria que obtuvo, según la tradición, sobre el gigante filisteo Goliat le ganaron el favor del rey Saúl, monarca que había conseguido unificar en un solo Estado los antiguos reinos de Judá e Israel, y con cuya hija Micol contrajo matrimonio. Pese a su aprecio inicial, Saúl acabó recelando de la popularidad de David, quien se vio obligado a huir de la corte y vagar durante años por las montañas de Judá, período en que llegó a ponerse temporalmente al servicio de los filisteos.
A la muerte de Saúl, las tribus del sur proclamaron a David rey de Judá en Hebrón (h. 1010 a.C.), aunque David hubo de derrotar a Isbóset (hijo y sucesor del anterior monarca) en una larga guerra civil para ser reconocido también como soberano de Israel por las tribus septentrionales (h. 1002 a.C.).
Gracias a una decidida política exterior expansionista, David logró extender los límites de su reino desde el mar Mediterráneo hasta el río Éufrates, y desde el Líbano hasta el Mar Rojo, tras someter a los pueblos vecinos (amonitas, arameos, edomitas, filisteos y moabitas) y arrebatar la ciudad de Jerusalén a los jebuseos. En política interior, desarrolló una intensa labor unificadora y centralizadora, plasmada en la constitución de una clase de funcionarios, la creación de un ejército profesional y, sobre todo, la elección de Jerusalén como capital política y centro religioso de Israel.
Su reinado, sin embargo, se vio empañado por las tensiones entre las diferentes tribus hebreas y por las intrigas palaciegas urdidas por sus numerosas esposas e hijos, como fueron la sublevación de Absalón, muerto por el general Joab después de haberse proclamado rey en Jerusalén, o la rebelión de Adonías, primogénito del soberano, agraviado por la decisión paterna de designar como sucesor al trono a su hermanastro Salomón.
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disculpa pero e si puedes lo disminuyes dame coronita
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Antiguo Testamento. Octavo y último hijo de Jesé o Isaí, miembro de una de las principales familias de la tribu de Judá, el profeta Samuel lo ungió en secreto soberano de los hebreos cuando no era más que un muchacho que cuidaba los rebaños paternos en Belén.
El rey David (detalle de un óleo de Guercino)
Siendo aún adolescente, su habilidad musical y la célebre victoria que obtuvo, según la tradición, sobre el gigante filisteo Goliat le ganaron el favor del rey Saúl, monarca que había conseguido unificar en un solo Estado los antiguos reinos de Judá e Israel, y con cuya hija Micol contrajo matrimonio. Pese a su aprecio inicial, Saúl acabó recelando de la popularidad de David, quien se vio obligado a huir de la corte y vagar durante años por las montañas de Judá, período en que llegó a ponerse temporalmente al servicio de los filisteos.
A la muerte de Saúl, las tribus del sur proclamaron a David rey de Judá en Hebrón (h. 1010 a.C.), aunque David hubo de derrotar a Isbóset (hijo y sucesor del anterior monarca) en una larga guerra civil para ser reconocido también como soberano de Israel por las tribus septentrionales (h. 1002 a.C.).
Gracias a una decidida política exterior expansionista, David logró extender los límites de su reino desde el mar Mediterráneo hasta el río Éufrates, y desde el Líbano hasta el Mar Rojo, tras someter a los pueblos vecinos (amonitas, arameos, edomitas, filisteos y moabitas) y arrebatar la ciudad de Jerusalén a los jebuseos. En política interior, desarrolló una intensa labor unificadora y centralizadora, plasmada en la constitución de una clase de funcionarios, la creación de un ejército profesional y, sobre todo, la elección de Jerusalén como capital política y centro religioso de Israel.
Su reinado, sin embargo, se vio empañado por las tensiones entre las diferentes tribus hebreas y por las intrigas palaciegas urdidas por sus numerosas esposas e hijos, como fueron la sublevación de Absalón, muerto por el general Joab después de haberse proclamado rey en Jerusalén, o la rebelión de Adonías, primogénito del soberano, agraviado por la decisión paterna de designar como sucesor al trono a su hermanastro Salomón.
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