A lo largo de las cuatro últimas lunas, en cuanto los Ata se acercaban a la llanura de los caballos, el oso cavernario salía rugiendo de entre las rocas y cargaba contra ellos. Los caballos huían en estampida, no había manera de alcanzarlos. El jefe Karko había tomado una decisión: tenían que acabar con él. El clan entero desfallecía de hambre, se trataba de su supervivencia.
A lo largo de las cuatro últimas lunas, en cuanto los Ata se acercaban a la llanura de los caballos, el oso cavernario salía rugiendo de entre las rocas y cargaba contra ellos. Los caballos huían en estampida, no había manera de alcanzarlos. El jefe Karko había tomado una decisión: tenían que acabar con él. El clan entero desfallecía de hambre, se trataba de su supervivencia.