SamiraGrasfi
La escuela a la que Charo se había anotado para reemplazar a “pajarito”, era una escuela de chicos, de familias adineradas que no sabían lo que era “el mundo exterior”, solo oían prejuicios de lo que sus familias hablaban sobre “el mundo exterior”, que en realidad no era ajeno a ellos, sino que a la gente que no tenían las mismas posibilidades que ellos, la veían de diferente manera. Rosario que era maestra no solo de la escuela de Julia y sus compañeros, sino también de la del barrio; le propuso ir a la del barrio a conocer a sus otros compañeros, y que no se arrepentirían de ello. De todos los alumnos, solo seis decidieron ir. Lo comentaron con sus familias, a quienes no les agrado mucho la idea pero la aprobaron igual y les dieron concejos de cómo cuidarse en “aquel sitio”. Cuando llegaron a la escuela del barrio, se acercaron a ellos muy fácilmente y comenzaron con la entrevista. Muchos contaron su historia personal, que vivir en la villa no era tan malo como aparentaba, que también tenía sus momentos lindos; contaron también que odiaban tener que dar una mala dirección para poder conseguir empleo. Este era necesario, ya que muchos, ayudaban en el hogar porque la situación económica no era la mejor. Los seis alumnos quedaron impresionados y conmovidos, le contaron a sus compañeros que no asistieron, la experiencia que habían tenido y lo bien que la pasaron, algunos juzgaron, pero ellos no hacían caso a los comentarios. Le agradecieron a Rosario el haberles incentivado a conocer “el otro mundo”, que en realidad ellos también formaban parte y la gran mayoría tenía una idea errónea, acerca de cómo las otras personas enfrentaban la situación de tener que vivir en la villa. Casi siempre organizaban salidas, e intentaban que todos pudieran asistir. Con mucha suerte terminaron siendo grandes amigos e incluso los chicos del barrio, asistieron a su egreso, compartieron la misma emoción y felicidad. Julia aprendió que cada niño tenía que aprender a ver mas allá de su ombligo, y descubrió que se puede “hilar” mundos con personas “diferentes” para algunos esta idea sonó indiferente. “…tal vez los humanos estemos destinados a acompañarnos un trecho de la vida y después, sin querer, nos vamos alejando porque nuestros caminos no se cruzan…” pensaba Julia. Igual, siempre se hablaban “porque la distancia no es el olvido” y el recuerdo habita siempre. De Charo aprendieron que hay que romper las murallas mentales y extendernos manos.
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melinamaruca
Gracias! y tengo dos preguntas, ¿quien era pajarito? y sabes quienes son los demas personajes.. gracias nuevamnte
Rosario que era maestra no solo de la escuela de Julia y sus compañeros, sino también de la del barrio; le propuso ir a la del barrio a conocer a sus otros compañeros, y que no se arrepentirían de ello. De todos los alumnos, solo seis decidieron ir.
Lo comentaron con sus familias, a quienes no les agrado mucho la idea pero la aprobaron igual y les dieron concejos de cómo cuidarse en “aquel sitio”.
Cuando llegaron a la escuela del barrio, se acercaron a ellos muy fácilmente y comenzaron con la entrevista.
Muchos contaron su historia personal, que vivir en la villa no era tan malo como aparentaba, que también tenía sus momentos lindos; contaron también que odiaban tener que dar una mala dirección para poder conseguir empleo.
Este era necesario, ya que muchos, ayudaban en el hogar porque la situación económica no era la mejor.
Los seis alumnos quedaron impresionados y conmovidos, le contaron a sus compañeros que no asistieron, la experiencia que habían tenido y lo bien que la pasaron, algunos juzgaron, pero ellos no hacían caso a los comentarios.
Le agradecieron a Rosario el haberles incentivado a conocer “el otro mundo”, que en realidad ellos también formaban parte y la gran mayoría tenía una idea errónea, acerca de cómo las otras personas enfrentaban la situación de tener que vivir en la villa.
Casi siempre organizaban salidas, e intentaban que todos pudieran asistir.
Con mucha suerte terminaron siendo grandes amigos e incluso los chicos del barrio, asistieron a su egreso, compartieron la misma emoción y felicidad.
Julia aprendió que cada niño tenía que aprender a ver mas allá de su ombligo, y descubrió que se puede “hilar” mundos con personas “diferentes” para algunos esta idea sonó indiferente.
“…tal vez los humanos estemos destinados a acompañarnos un trecho de la vida y después, sin querer, nos vamos alejando porque nuestros caminos no se cruzan…” pensaba Julia.
Igual, siempre se hablaban “porque la distancia no es el olvido” y el recuerdo habita siempre.
De Charo aprendieron que hay que romper las murallas mentales y extendernos manos.