En una época escribir y leer eran actividades profesionales, y quienes se destinaban a ellas aprendían unoficio. Existían los escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados. Quienes escribían no eranlectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.Por lo tanto, quienes se dedicaban a este oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Por lo que si bienalgunos podían fracasar, la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).
Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesiónsino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía
.De esta manera, los primeros tipos de textos fueron transmutando hasta llegar a convertirse en librosreproducibles, transportables, fácilmente consultables, etc. En consecuencia los lectores se multiplicaron, los textosse diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y de escribir.
En conclusión, leer y escribir son construccionessociales. Cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos
.Sin embargo, la democratización de la lectura y la lectura se vio acompañada de una incapacidad radical parahacerla efectiva: creamos una escuela pública obligatoria para dar acceso al saber, para formar ciudadanos; pero laescuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultadode la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor).Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado muy pocos de los escolarizados en aquelloslugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de "cultura letrada".
Surge entonces la noción de "fracaso escolar", que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de laenseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno
Taller de Alfabetización
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4°PP
1
Leer y escribir en un mundo cambiante
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FERREIRO
En una época escribir y leer eran actividades profesionales, y quienes se destinaban a ellas aprendían unoficio. Existían los escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados. Quienes escribían no eranlectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.Por lo tanto, quienes se dedicaban a este oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Por lo que si bienalgunos podían fracasar, la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).
Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesiónsino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía
.De esta manera, los primeros tipos de textos fueron transmutando hasta llegar a convertirse en librosreproducibles, transportables, fácilmente consultables, etc. En consecuencia los lectores se multiplicaron, los textosse diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y de escribir.
En conclusión, leer y escribir son construccionessociales. Cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos
.Sin embargo, la democratización de la lectura y la lectura se vio acompañada de una incapacidad radical parahacerla efectiva: creamos una escuela pública obligatoria para dar acceso al saber, para formar ciudadanos; pero laescuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultadode la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor).Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado muy pocos de los escolarizados en aquelloslugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de "cultura letrada".
Surge entonces la noción de "fracaso escolar", que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de laenseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno
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