El comandante Farragut era un buen marino digno de la fragata que tenía a su mando. O el comandante Farragut acababa con el narval, o el narval acababa con el comandante.
Y sin embargo, la roda de la Abraham Linco1n no cortaba aún las sospechosas aguas del Pacífico.
Por otra parte, el comandante Farragut hablaba de cierta suma de dos mil dólares reservada para quienquiera señalase la presencia del animal, fuera grumete o marinero, marino u oficial. Dejo que cada cual piense cómo se aguzaría la vista a bordo de la Abraham Linco1n.
Dije antes que el comandante Farragut había tenido el cuidado de proveer a su barco con aparatos adecuados para la pesca del gigantesco cetáceo.
Contaba las escenas de pesca y de combate con honda poesía natural.
Su narración adquiría una forma épica: parecíame estar oyendo a algún Homero canadiense mientras cantaba la Ilíada de las regiones hiperbóreas.
Sin embargo, no era cosa de negar el accidente del Scotia.
Para resolverla tendríamos que disecar al monstruo desconocido; para disecarlo, apresarlo antes; para apresarlo, arponearlo -cosa que incumbía a Ned Land-; para arponearlo, verlo -lo que era tarea de la tripulación-, y para verlo, encontrarnos con él, lo que estaba enteramente librado a la casualidad.
20 MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO Julio Verne En el año 1866 alguien fue testigo de un acontecimiento singular, un fenómeno inexplicable que nadie ha podido explicar. Sin contar los rumores entre los puertos y el interior de los continentes, los marinos estaban impresionados, los países, e incluso los gobiernos de estados se preocuparon. Hacia algún tiempo los barcos se encontraron con un objeto grande, fosforescente, fusiforme y rápido, era casi del tamaño de una ballena
Respuesta:
El comandante Farragut era un buen marino digno de la fragata que tenía a su mando. O el comandante Farragut acababa con el narval, o el narval acababa con el comandante.
Y sin embargo, la roda de la Abraham Linco1n no cortaba aún las sospechosas aguas del Pacífico.
Por otra parte, el comandante Farragut hablaba de cierta suma de dos mil dólares reservada para quienquiera señalase la presencia del animal, fuera grumete o marinero, marino u oficial. Dejo que cada cual piense cómo se aguzaría la vista a bordo de la Abraham Linco1n.
Dije antes que el comandante Farragut había tenido el cuidado de proveer a su barco con aparatos adecuados para la pesca del gigantesco cetáceo.
Contaba las escenas de pesca y de combate con honda poesía natural.
Su narración adquiría una forma épica: parecíame estar oyendo a algún Homero canadiense mientras cantaba la Ilíada de las regiones hiperbóreas.
Sin embargo, no era cosa de negar el accidente del Scotia.
Para resolverla tendríamos que disecar al monstruo desconocido; para disecarlo, apresarlo antes; para apresarlo, arponearlo -cosa que incumbía a Ned Land-; para arponearlo, verlo -lo que era tarea de la tripulación-, y para verlo, encontrarnos con él, lo que estaba enteramente librado a la casualidad.
Explicación:
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20 MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO Julio Verne En el año 1866 alguien fue testigo de un acontecimiento singular, un fenómeno inexplicable que nadie ha podido explicar. Sin contar los rumores entre los puertos y el interior de los continentes, los marinos estaban impresionados, los países, e incluso los gobiernos de estados se preocuparon. Hacia algún tiempo los barcos se encontraron con un objeto grande, fosforescente, fusiforme y rápido, era casi del tamaño de una ballena
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Espero aver ayudado :D