La primera parte, titulada La Relación de Rafael Hythloday con Moro, se refiere al mejor estado de una república.
Dado que había surgido un conflicto entre Enrique VIII de Inglaterra y Carlos I de España, se envía una comitiva a Flandes con la intención de conciliación y por una decisión final sobre el tema.
En Amberes, Moro encuentra Peter Giles, quien le presenta a Rafael Hythloday, hombre de buena reputación, honrado, bien instruido, sincero. Hombre experimentado en viajes por el mundo y un filósofo estudioso del griego y su cultura. Renunció a sus propiedades y su tranquilidad, para viajar con Américo Vespucio por el mundo.
En un diálogo con Moro le relata de tierras lejanas, de leyes justas y buenas, de las que las otras naciones debían tomar ejemplo. Ante tanta experiencia se le invita a unirse a la corte de algún Rey, con el objeto de ser útil con sus consejos. A esto, él contesta que prefiere su libertad a vivir esclavo de un Rey. Fundamenta su decisión, diciendo que ni los reyes, ni los que lo rodean, valoran los consejos de ningún sabio, por que están más interesados en guerras y hazañas caballerescas y en sus propias comodidades.
El espíritu de la injusticia por un lado, y de la justicia por el otro aparecen claramente explicados por Rafael. Continúa diciendo que la injusticia podría evitarse creando medios para que los ciudadanos puedan ganarse la vida mediante el trabajomanual y la agricultura.
El aboga en defensa del ciudadano, comentando que son los señores los que los convierten en malhechores, encarcelándolos o pagándoles con la muerte. Critica a los que se creen servidores de la República. Al Rey, a los caballeros sirvientes, señores quienes se creen sabios y solo oprimen a los trabajadores con sus leyes injustas.
Alude a Inglaterra y Francia, diciendo que allí, los hombres de guerra son ociosos mercenarios, a quienes se les da más importancia, simplemente porque conservan la paz o mejor hacen la guerra; para lo cual, los gobernantes, tratando de mantenerlos ocupados, les improvisan guerras convirtiéndolos en asesinos; pero cuando vienen de la guerra inútiles, inválidos y enfermos los expulsan y pasan a ser pobres. Aparecen los caballeros "justos", que se creen justos, pero mediante fraudes y artimañas les usurpan las tierras a los colonos y todo cuanto tienen, empujándolos a la condición de mendigos y ladrones para luego ser encarcelados o pagar con la muerte.
La ambición, la irrazonable codicia y el materialismo, la lujuria y la glotonería, de esta clase de poderosos señores, solo llevan a la extrema condición de baja moral (juegos, fiestas, prostitución, etc.).
Después de una extensa crítica a los poderosos, con los que no comparte sus acciones, sugiere solucionespara evitar los excesos. No dejar que los ricos manejen con su monopolio el mercado. Combatir la ociosidad que lleva a la mendicidad, creando leyes justas y fuentes de trabajo.
No es que el robo deba escapar del castigo, sino que no es justo ni legal perder la vida por dinero, la vida está por encima de todo. El asesinar a un hombre por dinero no es menos punitorio que el apoderarse de dinero por hambre.
Los poderosos manejan la muerte aunque Dios diga: "no mataras". El hombre le pone límite a este mandato, permitiendo matar mediante leyes que contemplan este castigo ante el delito. Lo mismo, cree, debería establecer la constitución, es decir, en que medida los actos inmorales puedan ser legales.
La ley de Moisés es un modelo, de como se castigaba el robo sin acudir a la muerte. Devolvían el dinero robado, por medio de la restitución.
Otras Repúblicas, también, castigaban dando oportunidades de vida. Les daban trabajo a cambio de comida y otras actividades, restringiéndoles la libertad. Este sistema de respeto por la vida, darles oportunidades, hacerles entender el valor de la libertad a los delincuentes, debería ser tomado como ejemplo por Inglaterra y Francia y las demás Repúblicas.
Nuevamente se le invita a Rafael a ser un consejero en las cortes de los reyes. El está de acuerdo en que se debe escuchar el concejo de un filósofo, ya que para tener una república feliz, es importante escucharlos o los gobernantes deberían estudiarfilosofía. De esta manera habría reyes sabios y no corruptos, de otra manera, se usaran artimañas para alcanzar la paz y el progreso. Los actos de presión, hacen que el pueblo no se rebele. Someten por el miedo con leyes injustas. Para estos gobernantes, la paz consiste en la pobreza del pueblo, y aconseja Rafael, que el Rey que actúa así, mejor seria que renunciara.
Menciona que en la República de Platón y en Utopía hay paz, la verdadera, porque todas las cosas son en común, porque las leyes son pocas y bien aplicadas. Insiste en que las ciudades deben tomar ejemplo. Le gusta decir la verdad aunque sea desagradable, así como Cristo dijo la verdad y lo hizo públicamente.
Las costumbres, los decretos pestilentes en las otras ciudades corrompieron la justicia y el estado. Donde el dinero es el interés de los que gobiernan, no se puede gobernar con justicia y prosperidad para todos. Allí, la riqueza es para unos pocos, mientras el resto sufre miseria. No cree que la riqueza privada sea conveniente.
Ejemplifica a Utopía, donde hay pocas leyes y gran virtud, tiene abundancia por que todo es común. Mientras halla un solo hombre, dueño absoluto de lo suyo, habrá injusticia y pobreza. Por otro lado donde hay orden, organización, bien común, trabajo, estudio y dedicación, habrá prosperidad justicia y paz
LIBRO I
La primera parte, titulada La Relación de Rafael Hythloday con Moro, se refiere al mejor estado de una república.
Dado que había surgido un conflicto entre Enrique VIII de Inglaterra y Carlos I de España, se envía una comitiva a Flandes con la intención de conciliación y por una decisión final sobre el tema.
En Amberes, Moro encuentra Peter Giles, quien le presenta a Rafael Hythloday, hombre de buena reputación, honrado, bien instruido, sincero. Hombre experimentado en viajes por el mundo y un filósofo estudioso del griego y su cultura. Renunció a sus propiedades y su tranquilidad, para viajar con Américo Vespucio por el mundo.
En un diálogo con Moro le relata de tierras lejanas, de leyes justas y buenas, de las que las otras naciones debían tomar ejemplo. Ante tanta experiencia se le invita a unirse a la corte de algún Rey, con el objeto de ser útil con sus consejos. A esto, él contesta que prefiere su libertad a vivir esclavo de un Rey. Fundamenta su decisión, diciendo que ni los reyes, ni los que lo rodean, valoran los consejos de ningún sabio, por que están más interesados en guerras y hazañas caballerescas y en sus propias comodidades.
El espíritu de la injusticia por un lado, y de la justicia por el otro aparecen claramente explicados por Rafael. Continúa diciendo que la injusticia podría evitarse creando medios para que los ciudadanos puedan ganarse la vida mediante el trabajo manual y la agricultura.
El aboga en defensa del ciudadano, comentando que son los señores los que los convierten en malhechores, encarcelándolos o pagándoles con la muerte. Critica a los que se creen servidores de la República. Al Rey, a los caballeros sirvientes, señores quienes se creen sabios y solo oprimen a los trabajadores con sus leyes injustas.
Alude a Inglaterra y Francia, diciendo que allí, los hombres de guerra son ociosos mercenarios, a quienes se les da más importancia, simplemente porque conservan la paz o mejor hacen la guerra; para lo cual, los gobernantes, tratando de mantenerlos ocupados, les improvisan guerras convirtiéndolos en asesinos; pero cuando vienen de la guerra inútiles, inválidos y enfermos los expulsan y pasan a ser pobres. Aparecen los caballeros "justos", que se creen justos, pero mediante fraudes y artimañas les usurpan las tierras a los colonos y todo cuanto tienen, empujándolos a la condición de mendigos y ladrones para luego ser encarcelados o pagar con la muerte.
La ambición, la irrazonable codicia y el materialismo, la lujuria y la glotonería, de esta clase de poderosos señores, solo llevan a la extrema condición de baja moral (juegos, fiestas, prostitución, etc.).
Después de una extensa crítica a los poderosos, con los que no comparte sus acciones, sugiere solucionespara evitar los excesos. No dejar que los ricos manejen con su monopolio el mercado. Combatir la ociosidad que lleva a la mendicidad, creando leyes justas y fuentes de trabajo.
No es que el robo deba escapar del castigo, sino que no es justo ni legal perder la vida por dinero, la vida está por encima de todo. El asesinar a un hombre por dinero no es menos punitorio que el apoderarse de dinero por hambre.
Los poderosos manejan la muerte aunque Dios diga: "no mataras". El hombre le pone límite a este mandato, permitiendo matar mediante leyes que contemplan este castigo ante el delito. Lo mismo, cree, debería establecer la constitución, es decir, en que medida los actos inmorales puedan ser legales.
La ley de Moisés es un modelo, de como se castigaba el robo sin acudir a la muerte. Devolvían el dinero robado, por medio de la restitución.
Otras Repúblicas, también, castigaban dando oportunidades de vida. Les daban trabajo a cambio de comida y otras actividades, restringiéndoles la libertad. Este sistema de respeto por la vida, darles oportunidades, hacerles entender el valor de la libertad a los delincuentes, debería ser tomado como ejemplo por Inglaterra y Francia y las demás Repúblicas.
Nuevamente se le invita a Rafael a ser un consejero en las cortes de los reyes. El está de acuerdo en que se debe escuchar el concejo de un filósofo, ya que para tener una república feliz, es importante escucharlos o los gobernantes deberían estudiar filosofía. De esta manera habría reyes sabios y no corruptos, de otra manera, se usaran artimañas para alcanzar la paz y el progreso. Los actos de presión, hacen que el pueblo no se rebele. Someten por el miedo con leyes injustas. Para estos gobernantes, la paz consiste en la pobreza del pueblo, y aconseja Rafael, que el Rey que actúa así, mejor seria que renunciara.
Menciona que en la República de Platón y en Utopía hay paz, la verdadera, porque todas las cosas son en común, porque las leyes son pocas y bien aplicadas. Insiste en que las ciudades deben tomar ejemplo. Le gusta decir la verdad aunque sea desagradable, así como Cristo dijo la verdad y lo hizo públicamente.
Las costumbres, los decretos pestilentes en las otras ciudades corrompieron la justicia y el estado. Donde el dinero es el interés de los que gobiernan, no se puede gobernar con justicia y prosperidad para todos. Allí, la riqueza es para unos pocos, mientras el resto sufre miseria. No cree que la riqueza privada sea conveniente.
Ejemplifica a Utopía, donde hay pocas leyes y gran virtud, tiene abundancia por que todo es común. Mientras halla un solo hombre, dueño absoluto de lo suyo, habrá injusticia y pobreza. Por otro lado donde hay orden, organización, bien común, trabajo, estudio y dedicación, habrá prosperidad justicia y paz