Oficialmente la Revolución Mexicana nace el 20 de noviembre de 1910 con el llamado Plan de San Luis Potosí, publicado en San Antonio, Texas, por Francisco I. Madero, que denuncia el más reciente fraude electoral de Porfirio Díaz -que lleva más de tres décadas reeligiéndose Presidente de México- y que da por resultado la caída y exilio del dictador en 1911, año en el que Madero asume el poder.
Una vez que Madero asume la Presidencia, sus antiguos aliados, Emiliano Zapata y Pascual Orozco, entre otros, se rebelan en su contra, pues el nuevo Jefe Constitucional se ocupa más en organizar sesiones espiritistas y en conciliar intereses con sus otrora enemigos que en adoptar medidas en favor de campesinos y obreros.
En febrero de 1913 sucede la llamada Decena Trágica, revuelta en la que Madero es traicionado por el Comandante Militar de la ciudad de México, Victoriano Huerta, que en vez sofocar la rebelión de la Ciudadela propiciada por Bernardo Reyes -quien se escapa de la cárcel y es padre, por cierto, del escritor Alfonso Reyes-, Félix Díaz -también fugado y sobrino de Porfirio- y el general Manuel Mondragón (padre de la pintora Nahui Ollin), conspira con ellos y con el Embajador estadounidense, Henry Lane Wilson (a las órdenes de William Taft), el encarcelamiento del Presidente y del Vicepresidente (José María Pino Suárez), para después nombrar el interinato de Pedro Lascuráin -que dura 45 minutos en el poder-, autonombrarse sucesor presidencial y asesinar en ley fuga a Madero y Pino Suárez.
La dictadura de Victoriano Huerta, sin embargo, no dura mucho tiempo, pues se le ocurre favorecer a los ingleses por encima de los estadounidenses en lo que respecta al petróleo mexicano, lo que le gana la enemistad del Presidente estadounidense, el iluminado Woodrow Wilson, ése que decía: “Dios creó al mundo y, para gobernarlo, a Estados Unidos”, quien confiesa que “jamás reconocería a un gobierno de carniceros”, apoyando abiertamente la rebelión que lleva a cabo Venustiano Carranza con tres ejes de ataque: Pablo González Garza, Álvaro Obregón y Villa, mientras que Zapata continúa su lucha en el sur del país.
Sin el apoyo de los estadounidenses, quienes incluso desembarcan marines en el puerto de Veracruz para impedir el arribo de armamento inglés para Huerta, éste renuncia al cargo y se exilia en Europa. Francisco Carvajal asume la Presidencia interina del 15 de julio al 13 de agosto de 1914 y lo sucede Carranza.
Tanto Villa como Zapata desconocen a Carranza como Presidente y nombran en su lugar a Eulalio Gutiérrez Ortiz -un personaje que, en realidad, nunca gobierna-. Al surgir diferencias entre Villa y Zapata, Carranza aprovecha la oportunidad para mandar a Obregón a destruirlos y los ejércitos revolucionarios se convierten en meras células guerrilleras.
En 1917 el Congreso ratifica a Carranza como Presidente Constitucional y, en 1920, Obregón se vuelve en su contra. Tras el enfrentamiento, Carranza huye de la capital y es asesinado -hay versiones que dicen que se suicida- en Tlaxcalantongo, Tlaxcala; se nombra Presidente interino a Adolfo de la Huerta y, el primero de diciembre, Obregón asume el cargo por votación popular.
Muchos los historiadores indican que con Obregón -alternando la Presidencia con Plutarco Elías Calles- acaba la Revolución; sin embargo, de 1921 a 1937, año en que Lázaro Cárdenas es elegido Presidente y pacifica el país, se suceden todo tipo de traiciones y matanzas: a Villa lo asesinan en 1923; a Obregón, en 1928; de 1926 a 1929 se lleva a cabo la Guerra Cristera y el movimiento -o los movimientos revolucionarios- que inicia en 1910 no concluye sino casi tres décadas después...
Oficialmente la Revolución Mexicana nace el 20 de noviembre de 1910 con el llamado Plan de San Luis Potosí, publicado en San Antonio, Texas, por Francisco I. Madero, que denuncia el más reciente fraude electoral de Porfirio Díaz -que lleva más de tres décadas reeligiéndose Presidente de México- y que da por resultado la caída y exilio del dictador en 1911, año en el que Madero asume el poder.
Una vez que Madero asume la Presidencia, sus antiguos aliados, Emiliano Zapata y Pascual Orozco, entre otros, se rebelan en su contra, pues el nuevo Jefe Constitucional se ocupa más en organizar sesiones espiritistas y en conciliar intereses con sus otrora enemigos que en adoptar medidas en favor de campesinos y obreros.
En febrero de 1913 sucede la llamada Decena Trágica, revuelta en la que Madero es traicionado por el Comandante Militar de la ciudad de México, Victoriano Huerta, que en vez sofocar la rebelión de la Ciudadela propiciada por Bernardo Reyes -quien se escapa de la cárcel y es padre, por cierto, del escritor Alfonso Reyes-, Félix Díaz -también fugado y sobrino de Porfirio- y el general Manuel Mondragón (padre de la pintora Nahui Ollin), conspira con ellos y con el Embajador estadounidense, Henry Lane Wilson (a las órdenes de William Taft), el encarcelamiento del Presidente y del Vicepresidente (José María Pino Suárez), para después nombrar el interinato de Pedro Lascuráin -que dura 45 minutos en el poder-, autonombrarse sucesor presidencial y asesinar en ley fuga a Madero y Pino Suárez.
La dictadura de Victoriano Huerta, sin embargo, no dura mucho tiempo, pues se le ocurre favorecer a los ingleses por encima de los estadounidenses en lo que respecta al petróleo mexicano, lo que le gana la enemistad del Presidente estadounidense, el iluminado Woodrow Wilson, ése que decía: “Dios creó al mundo y, para gobernarlo, a Estados Unidos”, quien confiesa que “jamás reconocería a un gobierno de carniceros”, apoyando abiertamente la rebelión que lleva a cabo Venustiano Carranza con tres ejes de ataque: Pablo González Garza, Álvaro Obregón y Villa, mientras que Zapata continúa su lucha en el sur del país.
Sin el apoyo de los estadounidenses, quienes incluso desembarcan marines en el puerto de Veracruz para impedir el arribo de armamento inglés para Huerta, éste renuncia al cargo y se exilia en Europa. Francisco Carvajal asume la Presidencia interina del 15 de julio al 13 de agosto de 1914 y lo sucede Carranza.
Tanto Villa como Zapata desconocen a Carranza como Presidente y nombran en su lugar a Eulalio Gutiérrez Ortiz -un personaje que, en realidad, nunca gobierna-. Al surgir diferencias entre Villa y Zapata, Carranza aprovecha la oportunidad para mandar a Obregón a destruirlos y los ejércitos revolucionarios se convierten en meras células guerrilleras.
En 1917 el Congreso ratifica a Carranza como Presidente Constitucional y, en 1920, Obregón se vuelve en su contra. Tras el enfrentamiento, Carranza huye de la capital y es asesinado -hay versiones que dicen que se suicida- en Tlaxcalantongo, Tlaxcala; se nombra Presidente interino a Adolfo de la Huerta y, el primero de diciembre, Obregón asume el cargo por votación popular.
Muchos los historiadores indican que con Obregón -alternando la Presidencia con Plutarco Elías Calles- acaba la Revolución; sin embargo, de 1921 a 1937, año en que Lázaro Cárdenas es elegido Presidente y pacifica el país, se suceden todo tipo de traiciones y matanzas: a Villa lo asesinan en 1923; a Obregón, en 1928; de 1926 a 1929 se lleva a cabo la Guerra Cristera y el movimiento -o los movimientos revolucionarios- que inicia en 1910 no concluye sino casi tres décadas después...