Isabel Mesa nos regala este mágico relato de la construcción de la portada de la Iglesia de San Lorenzo en Potosí. Los datos que encontramos tienen un gran respaldo histórico y una pertinente explicación antropológica, de muchos de los personajes que se desarrollan y que además esta entrelazados con una gran imaginación.
Bernardo de Rojas fue el arquitecto y Luis Niño un artista indígena, a los que se les atribuye la realización de la portada de San Lorenzo, que duró dieciséis años.
Aunque la autora advierte que se puede empezar por cualquier capitulo, haremos el seguimiento de acuerdo a su presentación en el libro.
Desde el inicio se plantearon los protagonistas la búsqueda de las decoraciones para la portada de la Iglesia, en todo el territorio y todas las geografías de Bolivia. Este trabajo fue asignado a Luis Niño, que convocó a su vez a Jahuira, un aprendiz indígena que acompañó a Luis en todo el recorrido. En el viaje estará presente una bolsa mágica que esta llena de ideas de todo tipo.
El viaje se inicia en Copiapó, a las faldas del volcán, donde estaban los cazadores de estrellas y también Illapa que defendía todo lo que había en el cielo. Luis y Jahuira recogieron las cuatro estrellas de la Cruz del Sur y las tres Marías les regalaron un pedazo de la luna y del sol para que las estrellas no extrañaran su espacio.
El segundo viaje se construyó con el encuentro del arcángel Miguel en la Iglesia de Challapampa. A partir de ello, se enteraron de los quehaceres de todos los ángeles que tenían alguna función en el cielo, ellos eran los hacedores de lluvia y tenían la responsabilidad de la composición del universo. Luis y Jahuira sacaron de la bolsa muchos materiales con los que hicieron la imagen del ángel Gabriel y cuando el volvio no pudo entrar en su cuadro. En un descuido le echaron yeso para hacer una estatua, de esta manera quedó petrificado y fue la nueva adquisición para la portada.
El tercer y cuarto capitulo relatan la visita al Lago Titicaca, donde encontraron a Kemperani, mallku de los urus que poblaban esa región hace miles de años. En medio del lago enfrentaron una gran tormenta que les arrastró al fondo, a la caverna de las tinieblas donde encontraron a las ocho sirenas. La enorme atracción que la música ejercía sobre las sirenas era enorme. Ellas tenían todos los instrumentos musicales del universo. Pero Kemperani sabía que existía un instrumento que era desconocido por ellas: el charango. Cuando ellas descuidaron la salida y entrada de su mundo porque estaban absortas con el nuevo instrumento, fue el momento en que Luis y Jahuira lograron pescar con una gran red a una de la sirenas que tocaba el charango. Pero además la dividieron en dos para incorporarlas como los nuevos accesorios de la portada.
El quinto capítulo está dedicado al jardín de las cariátides, donde los protagonistas ingresaron al mundo amazónico, tan diferente al andino, donde la flora les obligó a cargar objetos mas livianos. Se encontraron con las palmeras que les informaron en un simulacro de oferta publicitaria, sobre la enorme utilidad que prestaban con su corteza, sus hojas y sus frutos. Ellas contaron que eran cariátides, esculturas que funcionaban como columnas en los edificios de Europa. Ellas fueron traídas por los misioneros jesuitas, que habiendo muerto por varias razones, las abandonaron en las selva y así formaron parte de ella. Luis Niño les contó sobre la construcción de la portada y ellas aceptaron gustosas ser parte de esta importante iglesia andina.
El retorno fue lento, luego de dos años de viaje, pero muy gratificante, sabiendo que tenían valiosas decoraciones para la portada, pero las figuras estaban inquietas pues aun tenían vida. La noche de San Juan, la más fría del año, maestro y ayudante fueron a descansar y por efecto del frío u otro factor, se petrificaron los seres de la portada. Solo yacía en el suelo la bolsa mágica como recuerdo de una gran aventura.
Respuesta:
holi
Explicación:
resumen completo
Isabel Mesa nos regala este mágico relato de la construcción de la portada de la Iglesia de San Lorenzo en Potosí. Los datos que encontramos tienen un gran respaldo histórico y una pertinente explicación antropológica, de muchos de los personajes que se desarrollan y que además esta entrelazados con una gran imaginación.
Bernardo de Rojas fue el arquitecto y Luis Niño un artista indígena, a los que se les atribuye la realización de la portada de San Lorenzo, que duró dieciséis años.
Aunque la autora advierte que se puede empezar por cualquier capitulo, haremos el seguimiento de acuerdo a su presentación en el libro.
Desde el inicio se plantearon los protagonistas la búsqueda de las decoraciones para la portada de la Iglesia, en todo el territorio y todas las geografías de Bolivia. Este trabajo fue asignado a Luis Niño, que convocó a su vez a Jahuira, un aprendiz indígena que acompañó a Luis en todo el recorrido. En el viaje estará presente una bolsa mágica que esta llena de ideas de todo tipo.
El viaje se inicia en Copiapó, a las faldas del volcán, donde estaban los cazadores de estrellas y también Illapa que defendía todo lo que había en el cielo. Luis y Jahuira recogieron las cuatro estrellas de la Cruz del Sur y las tres Marías les regalaron un pedazo de la luna y del sol para que las estrellas no extrañaran su espacio.
El segundo viaje se construyó con el encuentro del arcángel Miguel en la Iglesia de Challapampa. A partir de ello, se enteraron de los quehaceres de todos los ángeles que tenían alguna función en el cielo, ellos eran los hacedores de lluvia y tenían la responsabilidad de la composición del universo. Luis y Jahuira sacaron de la bolsa muchos materiales con los que hicieron la imagen del ángel Gabriel y cuando el volvio no pudo entrar en su cuadro. En un descuido le echaron yeso para hacer una estatua, de esta manera quedó petrificado y fue la nueva adquisición para la portada.
El tercer y cuarto capitulo relatan la visita al Lago Titicaca, donde encontraron a Kemperani, mallku de los urus que poblaban esa región hace miles de años. En medio del lago enfrentaron una gran tormenta que les arrastró al fondo, a la caverna de las tinieblas donde encontraron a las ocho sirenas. La enorme atracción que la música ejercía sobre las sirenas era enorme. Ellas tenían todos los instrumentos musicales del universo. Pero Kemperani sabía que existía un instrumento que era desconocido por ellas: el charango. Cuando ellas descuidaron la salida y entrada de su mundo porque estaban absortas con el nuevo instrumento, fue el momento en que Luis y Jahuira lograron pescar con una gran red a una de la sirenas que tocaba el charango. Pero además la dividieron en dos para incorporarlas como los nuevos accesorios de la portada.
El quinto capítulo está dedicado al jardín de las cariátides, donde los protagonistas ingresaron al mundo amazónico, tan diferente al andino, donde la flora les obligó a cargar objetos mas livianos. Se encontraron con las palmeras que les informaron en un simulacro de oferta publicitaria, sobre la enorme utilidad que prestaban con su corteza, sus hojas y sus frutos. Ellas contaron que eran cariátides, esculturas que funcionaban como columnas en los edificios de Europa. Ellas fueron traídas por los misioneros jesuitas, que habiendo muerto por varias razones, las abandonaron en las selva y así formaron parte de ella. Luis Niño les contó sobre la construcción de la portada y ellas aceptaron gustosas ser parte de esta importante iglesia andina.
El retorno fue lento, luego de dos años de viaje, pero muy gratificante, sabiendo que tenían valiosas decoraciones para la portada, pero las figuras estaban inquietas pues aun tenían vida. La noche de San Juan, la más fría del año, maestro y ayudante fueron a descansar y por efecto del frío u otro factor, se petrificaron los seres de la portada. Solo yacía en el suelo la bolsa mágica como recuerdo de una gran aventura.