Hay escritores que por su personalidad y gustos literarios -salvando las distancias estilísticas- resultan parecidos. En este sentido, podríamos decir que, si Perú tiene un Mario Vargas Llosa o México tuvo un Carlos Fuentes, Chile posee un Jorge Edwards. Todos ellos representan la vertiente más refinada y cosmopolita de América Latina, sin por eso renunciar a sus orígenes, y vierten esa elegancia en sus numerosas obras, que les han proporcionado un prestigio universal.
Todos ellos, además, han alcanzado una edad provecta (en el caso de Fuentes, murió a los ochenta y tres años) y, en consecuencia, han vivido mucho. Por tanto, no es mal momento para que publiquen sus memorias y eso es, precisamente, lo que ha comenzado a hacer Edwards, pues el primer volumen de las mismas acaba de ser editado por el grupo Random House Mondadori a través de su sello Lumen. Se titula‘Los círculos morados’ y abarca sus años de infancia y primera juventud.
Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) nació en el seno de una familia acomodada en la que había banqueros, propietarios de periódicos y políticos. Fue educado por los jesuitas y, a pesar de que recientemente ha revelado que sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote, su infancia no le ha dejado traumas. Más tarde, por deseo familiar, estudió Derecho aunque ya comenzaba a tener veleidades literarias: mientras lo hacía, publicó su primer volumen de cuentos, titulado ‘El patio’. Anteriormente, se había dedicado a la poesía, género que abandonó tras enseñarle unas composiciones a su admirado Pablo Neruda porque éste, según Emilio Antilef (estudioso de Edwards), “le dijo, implacablemente, que su talento respondía al de un espléndido prosista”.
A este título, siguió la antología de relatos ‘Gente de la ciudad’ y, poco después, su primera novela, ‘El peso de la noche’, con la que, en palabras del propio Edwards, “comenzó de veras a escribir. O sea, a decir el máximo de cosas, a observar la realidad del entorno y dejar de lado la obsesión autobiográfica”.
Universidad de Princeton, uno de los centros donde estudió Jorge Edwards
Corría el año 1965 y el autor chileno trabajaba como diplomático en París. Unos años más tarde, pasó a ejercer de embajador ante Fidel Castro. Fue entonces cuando se produjo el episodio de su enfrentamiento con la dictadura cubana: bastaron tres meses de estancia en la isla para que comenzase a criticar al régimen, que terminó declarándole “persona non grata”. A ello, respondió Edwards publicando un ensayo titulado precisamente así –‘Persona non grata’– en el que atacaba al estalinismo en general y al sistema cubano en particular. Todo ello le granjeó la antipatía de las fuerzas políticas de izquierda. Sin embargo, al instalarse Pinochet en el poder, se exilió a España, donde escribió el volumen de ensayos titulado ‘Desde la cola del dragón’ y la novela‘Los convidados de piedra’, en la que criticaba a la burguesía chilena, que también reaccionó contra él. Por eso, Edwards señala, no sin cierto humor: “A mí me daban palos desde los pinochetistas hasta los castristas. Los de izquierda atacaban ‘Persona non grata’ y los derechistas me acusaban de “resentido social” porque mis libros ridiculizaban las ambiciones y aspiraciones de la burguesía chilena”.
No obstante, en 1978 regresó a su país, donde publicaría las consideradas sus obras mayores: las novelas ‘El museo de cera’, de corte fantástico, y ‘El anfitrión’, una suerte de ‘Fausto’ a la criolla. Y, junto a ellas, el ensayo ‘Adiós poeta’, un sincero homenaje a su amigo Neruda, aunque algunos críticos no lo vieran así. Al tiempo, recibía numerosos galardones como el Premio Nacional de Literatura en 1994 y el Cervantes en 1999. ‘Los círculos morados’, la primera parte de sus memorias, abarca, como decíamos, sus años de infancia y juventud. No hay, por tanto, temas polémicos ni grandes acontecimientos pero el talento literario de Edwards convierte al libro en una lectura muy recomendable.
Hay escritores que por su personalidad y gustos literarios -salvando las distancias estilísticas- resultan parecidos. En este sentido, podríamos decir que, si Perú tiene un Mario Vargas Llosa o México tuvo un Carlos Fuentes, Chile posee un Jorge Edwards. Todos ellos representan la vertiente más refinada y cosmopolita de América Latina, sin por eso renunciar a sus orígenes, y vierten esa elegancia en sus numerosas obras, que les han proporcionado un prestigio universal.
Todos ellos, además, han alcanzado una edad provecta (en el caso de Fuentes, murió a los ochenta y tres años) y, en consecuencia, han vivido mucho. Por tanto, no es mal momento para que publiquen sus memorias y eso es, precisamente, lo que ha comenzado a hacer Edwards, pues el primer volumen de las mismas acaba de ser editado por el grupo Random House Mondadori a través de su sello Lumen. Se titula‘Los círculos morados’ y abarca sus años de infancia y primera juventud.
Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) nació en el seno de una familia acomodada en la que había banqueros, propietarios de periódicos y políticos. Fue educado por los jesuitas y, a pesar de que recientemente ha revelado que sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote, su infancia no le ha dejado traumas. Más tarde, por deseo familiar, estudió Derecho aunque ya comenzaba a tener veleidades literarias: mientras lo hacía, publicó su primer volumen de cuentos, titulado ‘El patio’. Anteriormente, se había dedicado a la poesía, género que abandonó tras enseñarle unas composiciones a su admirado Pablo Neruda porque éste, según Emilio Antilef (estudioso de Edwards), “le dijo, implacablemente, que su talento respondía al de un espléndido prosista”.
A este título, siguió la antología de relatos ‘Gente de la ciudad’ y, poco después, su primera novela, ‘El peso de la noche’, con la que, en palabras del propio Edwards, “comenzó de veras a escribir. O sea, a decir el máximo de cosas, a observar la realidad del entorno y dejar de lado la obsesión autobiográfica”.
Universidad de Princeton, uno de los centros donde estudió Jorge Edwards
Corría el año 1965 y el autor chileno trabajaba como diplomático en París. Unos años más tarde, pasó a ejercer de embajador ante Fidel Castro. Fue entonces cuando se produjo el episodio de su enfrentamiento con la dictadura cubana: bastaron tres meses de estancia en la isla para que comenzase a criticar al régimen, que terminó declarándole “persona non grata”. A ello, respondió Edwards publicando un ensayo titulado precisamente así –‘Persona non grata’– en el que atacaba al estalinismo en general y al sistema cubano en particular. Todo ello le granjeó la antipatía de las fuerzas políticas de izquierda. Sin embargo, al instalarse Pinochet en el poder, se exilió a España, donde escribió el volumen de ensayos titulado ‘Desde la cola del dragón’ y la novela‘Los convidados de piedra’, en la que criticaba a la burguesía chilena, que también reaccionó contra él. Por eso, Edwards señala, no sin cierto humor: “A mí me daban palos desde los pinochetistas hasta los castristas. Los de izquierda atacaban ‘Persona non grata’ y los derechistas me acusaban de “resentido social” porque mis libros ridiculizaban las ambiciones y aspiraciones de la burguesía chilena”.
No obstante, en 1978 regresó a su país, donde publicaría las consideradas sus obras mayores: las novelas ‘El museo de cera’, de corte fantástico, y ‘El anfitrión’, una suerte de ‘Fausto’ a la criolla. Y, junto a ellas, el ensayo ‘Adiós poeta’, un sincero homenaje a su amigo Neruda, aunque algunos críticos no lo vieran así. Al tiempo, recibía numerosos galardones como el Premio Nacional de Literatura en 1994 y el Cervantes en 1999. ‘Los círculos morados’, la primera parte de sus memorias, abarca, como decíamos, sus años de infancia y juventud. No hay, por tanto, temas polémicos ni grandes acontecimientos pero el talento literario de Edwards convierte al libro en una lectura muy recomendable.