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El libro se divide en once meses, de Octubre a Julio:
de vez en cuando la narración esta interrumpida por una página que el padre, la madre, la hermana, escriben para hacer al protagonista advertencias, darle concejos y a veces vituperarle.
Cada mes lleva también una narración dictada por el maestro: siempre se trata de narraciones de tipo heroico, realizado por muchachos, como por ejemplo:
“El Pequeño Patriota Paduano”, que rehúsa el dinero que le dan los que denigran a su país; “El Pequeño Vigía Lombardo”, un muchacho que en la guerra, desde lo alto de un árbol, espía los movimientos del enemigo hasta que una bala lo derriba;
“El Pequeño Escribiente Florentino” que se fatiga durante la noche copiando direcciones para su padre que ignora el sacrificio del niño y le regaña duramente; “El Tamborcillo Sardo”, un muchachito que lleva un mensaje de guerra a una posesión peligrosísima hasta que un proyectil le destroza una pierna,
“El Enfermo Del Abuelo”, un muchacho que asiste larga y amorosamente a un enfermo creyendo que se trata de su propio abuelo, “Sangre Romañola”, un muchacho travieso, pero no malo, que muere por salvar la vida de su abuela; “Valor Cívico”,
el cuento de un muchacho que salva a su compañero que corre el peligro de de ahogarse; “El Naufrago”, el acto heroico de un muchacho que sede su puesto en la barca a una niña y muere entre las olas.
Los cuentos mensuales son la parte mas literaria del libro y tuvieron merecido éxito: no hay Italiano que no los recuerde.
El resto, o sea, la historia del año escolar, esta trazada con mano nerviosa, en periodos breves, secos, incisivos. Desfilan por el libro maestros y maestras, padres, madres y en gran numero, muchachos, condiscípulos de Enrique Bottini.
De cada tipo se repite hasta la sociedad, como un “Leit-Motiv”, un signo, un carácter, una postura, un distintivo físico o moral: la maestrilla de la pluma roja en el sombrero, el maestro con la arruga profunda como una herida.
Garoffi con su nariz y el pico de lechuza, El Albañilito que pone el hocico de liebre, etc. Los caracteres están un poco estilizados: Derossi, el primero de la clase, mas que ser bueno es el símbolo de la bondad, al igual que Fanti es el tipo de la malicia, Garona de la generosidad y Stardi de la testarudez, Votini de la envidia y Nobis de la soberbia.
Estos defectos fácilmente visibles y el sentimiento excesivo han suscitado a menudo críticas acres e injustas.
de vez en cuando la narración esta interrumpida por una página que el padre, la madre, la hermana, escriben para hacer al protagonista advertencias, darle concejos y a veces vituperarle.
Cada mes lleva también una narración dictada por el maestro: siempre se trata de narraciones de tipo heroico, realizado por muchachos, como por ejemplo:
“El Pequeño Patriota Paduano”, que rehúsa el dinero que le dan los que denigran a su país; “El Pequeño Vigía Lombardo”, un muchacho que en la guerra, desde lo alto de un árbol, espía los movimientos del enemigo hasta que una bala lo derriba;
“El Pequeño Escribiente Florentino” que se fatiga durante
la noche copiando direcciones para su padre que ignora el sacrificio del niño y le regaña duramente; “El Tamborcillo Sardo”, un muchachito que lleva un mensaje de guerra a una posesión peligrosísima hasta que un proyectil le destroza una pierna,
“El Enfermo Del Abuelo”, un muchacho que asiste larga y amorosamente a un enfermo creyendo que se trata de su propio abuelo, “Sangre Romañola”, un muchacho travieso, pero no malo, que muere por salvar la vida de su abuela; “Valor Cívico”,
el cuento de un muchacho que salva a su compañero que corre el peligro de de ahogarse; “El Naufrago”, el acto heroico de un muchacho que sede su puesto en la barca a una niña y muere entre las olas.
Los cuentos mensuales son la parte mas literaria del libro y tuvieron merecido éxito: no hay Italiano que no los recuerde.
El resto, o sea, la historia del año escolar, esta trazada con mano nerviosa, en periodos breves, secos, incisivos. Desfilan por el libro maestros y maestras, padres, madres y en gran numero, muchachos, condiscípulos de Enrique Bottini.
De cada tipo se repite hasta la sociedad, como un “Leit-Motiv”, un signo, un carácter, una postura, un distintivo físico o moral: la maestrilla de la pluma roja en el sombrero, el maestro con la arruga profunda como una herida.
Garoffi con su nariz y el pico de lechuza, El Albañilito que pone el hocico de liebre, etc. Los caracteres están un poco estilizados: Derossi, el primero de la clase, mas que ser bueno es el símbolo de la bondad, al igual que Fanti es el tipo de la malicia, Garona de la generosidad y Stardi de la testarudez, Votini de la envidia y Nobis de la soberbia.
Estos defectos fácilmente visibles y el sentimiento excesivo han suscitado a menudo críticas acres e injustas.