Para entonces, Dudley ya había destrozado la mayoría de los regalos que le habían hecho por su cumpleaños. Ahora que era verano, a Harry se le complicaba poder escapar de la banda de Dudley, ya que visitaban la casa todos los días.
A la mañana siguiente, cuando Harry fue a desayunar, se encontró con un cubo lleno de lo que parecían trapos sucios. Cuando le preguntó a su tía que era aquello, ésta le respondió que era su nuevo uniforme del colegio. En realidad eran viejas prendas de Dudley que ella estaba tiñendo de gris.
Cuando llegaron Dudley y Vernon a la cocina, todos escucharon el ruido del buzón. Harry fue a buscar la correspondencia. Cuando recogió las cartas, vió que había tres: una postal de Marge, una factura y una carta para Harry. Era la primera vez para él que recibía una carta. No sabía quién podía ser, pero una carta dirigida a él de una manera tan clara, no podía ser errónea.
Capítulo 3 de Harry Potter y la piedra filosofal. JK Rowling
Cuando Harry volvió a la cocina, sólo Dudley se dió cuenta de que Harry había recibido una carta, y avisó a su padre. De repente, Vernon le arrancó la carta de las manos a Harry, cuando éste protestó, Vernon le dijo de forma despectiva «¿Quién te iba a escribir a tí?». Cuando reconoció la carta se quedó pectrificado. Le dejó leer a Petunia la primera línea y ésta también quedó impactada.
Mientras tanto, Dudley, poco acostumbrado a que no le hicieran caso, golpeó a su padre en la cabeza con el bastón del uniforme de Smelting mientras gritaba que quería leer la carta.En respuesta, Vernon echó a Harry y a Dudley de la cocina.
Una vez fuera, Dudley y Harry se pegaron a la puerta a escuchar lo que sucedía en la cocina.
Aquella noche, cuando regresó del trabajo, Vernon fue a visitar a Harry a su alacena, cosa que no había hecho nunca. Cuando Harry le preguntó por la carta, él le respondió que estaba escrita a Harry por error, así que la había destruído. También le dijo a Harry que se mudase al segundo dormitorio de Dudley.
La casa de los Dursley tenía cuatro dormitorios: uno para Vernon y Petunia, otro para las visitas, el tercero era el de Dudley y en el último se guardaban todos los juguetes y cosas que no cabían en el de Dudley. En ese dormitorio casi todo lo que se guardaba estaba roto. Lo único que parecía que nunca se había tocado eran los libros.
Dudley estaba en estado de conmoción. Por primera vez, no había conseguido que sus padres hiciesen lo que él quería, no había conseguido recuperar ese segundo dormitorio. Cuando llegó el correo, Vernon hizo que fuese a buscarlo Dudley.
Cuando llegó a la puerta, Dudley gritó que había otra carta. Vernon fue corriendo a quitarle la carta a Dudley, que no quería darsela. Una vez consiguió la carta, echó a Harry a su habitación y echó a Dudley de allí.
A las seis de la mañana del día siguiente sonó el despertador de Harry, quien lo apagó rápidamente y se vistió en silencio. Tenía pensado esperar al cartero en la esquina de Privet Drive, para así poder leer su carta antes de que su tío pudiese impedirselo. Pero cuando estaba atravesando el recibidor, se tropezó con Vernon, que había dormido en la puerta, en un saco de dormir, justo para prevenir lo que Harry quería hacer.
Aquel día Vernon, en lugar de ir a trabajar, se quedó en casa, tapiando el buzón. El viernes, cuando las cartas llegaron para Harry, como no las podían echar en el buzón, las habían pasado por debajo de la puerta, y por cualquier rendija existente. Vernon se quedó en casa otra vez y, después de quemar todas las cartas, salió con el martillo y los clavos para tapiar las dos puertas de la casa de tal modo que nadie pudisese salir.
Cuando aparcó en la costa, los dejó encerrados en el coche y se fue. Mientras esperaban, Dudley recordó que era Lunes, ya que su programa favorito de televisión era esa noche. Harry se dió cuenta de que si era lunes, el día siguiente, el martes, era su undécimo cumpleaños.
Cuando volvió Vernon, estaba sonriente, y llevaba un paquete largo y delgado. Lo primero que dijo al llegar era que había encontrado el lugar perfecto, mientras señalaba una choza encima de una gran roca en el mar. Además anunció alegremente de que habría tormenta esa noche.
El interior de la choza era horrible, el viento se colaba por las rendijas de las paredes de madera y la chimenea estaba vacía y húmeda. Vernon intentó encender un fuego con las bolsas vacías de la comida, pero sólo salió humo.
Vernon estaba de muy buen humor. Era evidente que pensaba que nadie iba a ir a buscarlos allí, y menos con una tormenta a punto de estallar.
Al llegar la noche, también llegó la tormenta. Petunia encontró unas pocas mantas, con lo que preparó una cama para Dudley en el sofá. Ella y Vernon se acostaron en una cama y Harry tuvo que contentarse con un trozo de suelo y taparse con la manta más delgada.
pero si quieres leerlo completo hay una pagina que se llama lee libros es para celular
Para entonces, Dudley ya había destrozado la mayoría de los regalos que le habían hecho por su cumpleaños. Ahora que era verano, a Harry se le complicaba poder escapar de la banda de Dudley, ya que visitaban la casa todos los días.
A la mañana siguiente, cuando Harry fue a desayunar, se encontró con un cubo lleno de lo que parecían trapos sucios. Cuando le preguntó a su tía que era aquello, ésta le respondió que era su nuevo uniforme del colegio. En realidad eran viejas prendas de Dudley que ella estaba tiñendo de gris.
Cuando llegaron Dudley y Vernon a la cocina, todos escucharon el ruido del buzón. Harry fue a buscar la correspondencia. Cuando recogió las cartas, vió que había tres: una postal de Marge, una factura y una carta para Harry. Era la primera vez para él que recibía una carta. No sabía quién podía ser, pero una carta dirigida a él de una manera tan clara, no podía ser errónea.
Capítulo 3 de Harry Potter y la piedra filosofal. JK Rowling
Cuando Harry volvió a la cocina, sólo Dudley se dió cuenta de que Harry había recibido una carta, y avisó a su padre. De repente, Vernon le arrancó la carta de las manos a Harry, cuando éste protestó, Vernon le dijo de forma despectiva «¿Quién te iba a escribir a tí?». Cuando reconoció la carta se quedó pectrificado. Le dejó leer a Petunia la primera línea y ésta también quedó impactada.
Mientras tanto, Dudley, poco acostumbrado a que no le hicieran caso, golpeó a su padre en la cabeza con el bastón del uniforme de Smelting mientras gritaba que quería leer la carta.En respuesta, Vernon echó a Harry y a Dudley de la cocina.
Una vez fuera, Dudley y Harry se pegaron a la puerta a escuchar lo que sucedía en la cocina.
Aquella noche, cuando regresó del trabajo, Vernon fue a visitar a Harry a su alacena, cosa que no había hecho nunca. Cuando Harry le preguntó por la carta, él le respondió que estaba escrita a Harry por error, así que la había destruído. También le dijo a Harry que se mudase al segundo dormitorio de Dudley.
La casa de los Dursley tenía cuatro dormitorios: uno para Vernon y Petunia, otro para las visitas, el tercero era el de Dudley y en el último se guardaban todos los juguetes y cosas que no cabían en el de Dudley. En ese dormitorio casi todo lo que se guardaba estaba roto. Lo único que parecía que nunca se había tocado eran los libros.
Dudley estaba en estado de conmoción. Por primera vez, no había conseguido que sus padres hiciesen lo que él quería, no había conseguido recuperar ese segundo dormitorio. Cuando llegó el correo, Vernon hizo que fuese a buscarlo Dudley.
Cuando llegó a la puerta, Dudley gritó que había otra carta. Vernon fue corriendo a quitarle la carta a Dudley, que no quería darsela. Una vez consiguió la carta, echó a Harry a su habitación y echó a Dudley de allí.
A las seis de la mañana del día siguiente sonó el despertador de Harry, quien lo apagó rápidamente y se vistió en silencio. Tenía pensado esperar al cartero en la esquina de Privet Drive, para así poder leer su carta antes de que su tío pudiese impedirselo. Pero cuando estaba atravesando el recibidor, se tropezó con Vernon, que había dormido en la puerta, en un saco de dormir, justo para prevenir lo que Harry quería hacer.
Aquel día Vernon, en lugar de ir a trabajar, se quedó en casa, tapiando el buzón. El viernes, cuando las cartas llegaron para Harry, como no las podían echar en el buzón, las habían pasado por debajo de la puerta, y por cualquier rendija existente. Vernon se quedó en casa otra vez y, después de quemar todas las cartas, salió con el martillo y los clavos para tapiar las dos puertas de la casa de tal modo que nadie pudisese salir.
Cuando aparcó en la costa, los dejó encerrados en el coche y se fue. Mientras esperaban, Dudley recordó que era Lunes, ya que su programa favorito de televisión era esa noche. Harry se dió cuenta de que si era lunes, el día siguiente, el martes, era su undécimo cumpleaños.
Cuando volvió Vernon, estaba sonriente, y llevaba un paquete largo y delgado. Lo primero que dijo al llegar era que había encontrado el lugar perfecto, mientras señalaba una choza encima de una gran roca en el mar. Además anunció alegremente de que habría tormenta esa noche.
El interior de la choza era horrible, el viento se colaba por las rendijas de las paredes de madera y la chimenea estaba vacía y húmeda. Vernon intentó encender un fuego con las bolsas vacías de la comida, pero sólo salió humo.
Vernon estaba de muy buen humor. Era evidente que pensaba que nadie iba a ir a buscarlos allí, y menos con una tormenta a punto de estallar.
Al llegar la noche, también llegó la tormenta. Petunia encontró unas pocas mantas, con lo que preparó una cama para Dudley en el sofá. Ella y Vernon se acostaron en una cama y Harry tuvo que contentarse con un trozo de suelo y taparse con la manta más delgada.
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