La escultura gótica es el estilo escultórico que corresponde al periodo gótico del arte occidental, y por tanto se extiende desde finales del siglo XII hasta comienzos del siglo XV por la Europa Occidental cristiana. Este estilo que permaneció durante tres siglos aproximadamente en apogeo, nació en dos lugares de gran prestigio religioso, político y cultural la Basílica de Saint Denis y la catedral de Chartres pertenecientes a la Isla de Francia.[1]
Fue un tipo de escultura que evolucionó a partir de la románica y que más adelante se «disolvió» en lo que sería la escultura del renacimiento y el manierismo. Durante el renacimiento —cuando los valores clásicos fueron reconsiderados de nuevo—, la escultura de los siglos inmediatamente anteriores era considerada como grosera y basta y se la llamó «gótica», ya que se creía que era fruto de la cultura de los godos, unos bárbaros responsables de la desaparición del Imperio romano. Pero nunca los que vivieron en la época gótica hicieron servir esta denominación, ni mucho menos, se consideraban bárbaros. Al contrario, la aparición del arte gótico fue visto como una innovación y fue nombrado opus modernum ( obra moderna), siendo la escultura una de sus expresiones más importantes.
La ceramica gótica es la denominación historiográfica del estilo artístico que se desarrolló en Europa Occidental durante la Edad Media tardía, desde mediados del siglo XII hasta la implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia), y bien entrado el siglo XVI en los lugares donde el gótico pervivió más tiempo. Se trata de un amplio período artístico, que surge en el norte de Francia y se expande por todo Occidente. Según los países y las regiones se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra y España.[1
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La escultura gótica es el estilo escultórico que corresponde al periodo gótico del arte occidental, y por tanto se extiende desde finales del siglo XII hasta comienzos del siglo XV por la Europa Occidental cristiana. Este estilo que permaneció durante tres siglos aproximadamente en apogeo, nació en dos lugares de gran prestigio religioso, político y cultural la Basílica de Saint Denis y la catedral de Chartres pertenecientes a la Isla de Francia.[1]
Fue un tipo de escultura que evolucionó a partir de la románica y que más adelante se «disolvió» en lo que sería la escultura del renacimiento y el manierismo. Durante el renacimiento —cuando los valores clásicos fueron reconsiderados de nuevo—, la escultura de los siglos inmediatamente anteriores era considerada como grosera y basta y se la llamó «gótica», ya que se creía que era fruto de la cultura de los godos, unos bárbaros responsables de la desaparición del Imperio romano. Pero nunca los que vivieron en la época gótica hicieron servir esta denominación, ni mucho menos, se consideraban bárbaros. Al contrario, la aparición del arte gótico fue visto como una innovación y fue nombrado opus modernum ( obra moderna), siendo la escultura una de sus expresiones más importantes.
La ceramica gótica es la denominación historiográfica del estilo artístico que se desarrolló en Europa Occidental durante la Edad Media tardía, desde mediados del siglo XII hasta la implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia), y bien entrado el siglo XVI en los lugares donde el gótico pervivió más tiempo. Se trata de un amplio período artístico, que surge en el norte de Francia y se expande por todo Occidente. Según los países y las regiones se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra y España.[1