La llegada de los primeros seres humanos a América del Sur ocurrió hace 15.000 años, según las más antiguas huellas humanas halladas en Monte Verde, actual Chile, y El Guitarrero y Piquimachay, en el actual Perú, aunque se discuten fechados más antiguos, de 30 000 a 40 000 años, registrados en la amazonía brasileña (Pedra Furada).1
Dichos hombres llegarían provenientes de América del Norte. Cruzaron la América Central hasta llegar al istmo de Panamá, para continuar más al sur, yendo unos hacia laselva amazónica y avanzando otros por la cordillera de los Andes, hasta llegar a los últimos rincones de la Patagonia y de la Tierra del Fuego. También se han propuesto otras rutas, como desde Australia pasando por la Antártida hasta llegar al extremo meridional de Sudamérica, o desde Oceanía cruzando el inmenso océano Pacífico, aunque estos viajes debieron darse en épocas más tardías.
Al igual que sus antecesores que llegaron de Asia a América del Norte, los hombres que arribaron a Sudamérica tuvieron que sobreponerse a ambientes nunca antes conocidos. En efecto, tuvieron que luchar contra el agobiante calor, la inesperada lluvia torrencial, las mesetas elevadas y frías, la selva enmarañada y sus alimañas. No obstante, una vez más, el hombre primitivo demostró su extraordinaria capacidad de adaptabilidad y conquistó las montañas, colinas y valles, espacios geográficos a los cuales ya estaba acostumbrado.
El territorio peruano (Andes Centrales), en forma particular, ofrecía una diversidad ecológica con abundante flora y fauna, que debió ser muy atractiva para los primeros hombres. En esa lejana época, a fines del período Pleistoceno, el clima y el paisaje eran diferentes a los que existen ahora. Las temperaturas eran mucho más bajas que las actuales, lo que permitió el crecimiento de los glaciares, que captaban más agua y hacían bajar los niveles de los mares (Era del Hielo). En ese ambiente se desenvolvía una mega fauna, es decir grandes animales como el mastodonte y el megaterio, ya extintos. Pero en general, ese contexto mantiene sus principales características biogeográficas.
La llegada de los primeros seres humanos a América del Sur ocurrió hace 15.000 años, según las más antiguas huellas humanas halladas en Monte Verde, actual Chile, y El Guitarrero y Piquimachay, en el actual Perú, aunque se discuten fechados más antiguos, de 30 000 a 40 000 años, registrados en la amazonía brasileña (Pedra Furada).1
Dichos hombres llegarían provenientes de América del Norte. Cruzaron la América Central hasta llegar al istmo de Panamá, para continuar más al sur, yendo unos hacia laselva amazónica y avanzando otros por la cordillera de los Andes, hasta llegar a los últimos rincones de la Patagonia y de la Tierra del Fuego. También se han propuesto otras rutas, como desde Australia pasando por la Antártida hasta llegar al extremo meridional de Sudamérica, o desde Oceanía cruzando el inmenso océano Pacífico, aunque estos viajes debieron darse en épocas más tardías.
Al igual que sus antecesores que llegaron de Asia a América del Norte, los hombres que arribaron a Sudamérica tuvieron que sobreponerse a ambientes nunca antes conocidos. En efecto, tuvieron que luchar contra el agobiante calor, la inesperada lluvia torrencial, las mesetas elevadas y frías, la selva enmarañada y sus alimañas. No obstante, una vez más, el hombre primitivo demostró su extraordinaria capacidad de adaptabilidad y conquistó las montañas, colinas y valles, espacios geográficos a los cuales ya estaba acostumbrado.
El territorio peruano (Andes Centrales), en forma particular, ofrecía una diversidad ecológica con abundante flora y fauna, que debió ser muy atractiva para los primeros hombres. En esa lejana época, a fines del período Pleistoceno, el clima y el paisaje eran diferentes a los que existen ahora. Las temperaturas eran mucho más bajas que las actuales, lo que permitió el crecimiento de los glaciares, que captaban más agua y hacían bajar los niveles de los mares (Era del Hielo). En ese ambiente se desenvolvía una mega fauna, es decir grandes animales como el mastodonte y el megaterio, ya extintos. Pero en general, ese contexto mantiene sus principales características biogeográficas.