La desertificación es causada por una combinación de factores que cambian con el tiempo y varían de acuerdo al lugar. Estos incluyen factores indirectos tales como la presión del tamaño de la población, factores de política y socioeconómicos, y el comercio internacional; y también factores directos como los patrones y prácticas del uso de la tierra y los procesos relacionados con el clima.
La desertificación tiene lugar debido a factores indirectos que llevan al uso no sostenible de los escasos recursos naturales por parte de los usuarios de la tierra en el nivel local. Esta situación puede verse exacerbada por el cambio climático global. Se considera que la desertificación es el resultado de los enfoques de manejo adoptados por los usuarios de la tierra, quienes no pueden responder adecuadamente a los factores indirectos como la presión de la población y la globalización, aumentando la presión sobre la tierra de formas no sostenibles. Esto conduce a una menor productividad de la tierra y a una espiral descendente de agravación de la degradación y de la pobreza (como se ilustra en el Gráf. 1.1). Donde las condiciones lo permiten, las poblaciones de las tierras secas pueden evitar la degradación mejorando sus prácticas agrícolas y cambiando los patrones de movilidad para el pastoreo a una manera que sea sostenible. En general, la interacción entre los factores climáticos y las respuestas humanas pueden crear una gama de diferentes resultados. (Véase la discusión de los escenarios de la EM en la pregunta clave [¿Cómo afectarán a la desertificación las distintas vías del desarrollo futuro?]) Para responder a los problemas con eficacia, es importante —pero difícil— distinguir entre aquellos que resultan de las condiciones naturales de los ecosistemas de las tierras secas y aquellos causados por prácticas de manejo no sostenibles, así como por factores económicos y de política más generales (C22.3.1).
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La desertificación es causada por una combinación de factores que cambian con el tiempo y varían de acuerdo al lugar. Estos incluyen factores indirectos tales como la presión del tamaño de la población, factores de política y socioeconómicos, y el comercio internacional; y también factores directos como los patrones y prácticas del uso de la tierra y los procesos relacionados con el clima.
La desertificación tiene lugar debido a factores indirectos que llevan al uso no sostenible de los escasos recursos naturales por parte de los usuarios de la tierra en el nivel local. Esta situación puede verse exacerbada por el cambio climático global. Se considera que la desertificación es el resultado de los enfoques de manejo adoptados por los usuarios de la tierra, quienes no pueden responder adecuadamente a los factores indirectos como la presión de la población y la globalización, aumentando la presión sobre la tierra de formas no sostenibles. Esto conduce a una menor productividad de la tierra y a una espiral descendente de agravación de la degradación y de la pobreza (como se ilustra en el Gráf. 1.1). Donde las condiciones lo permiten, las poblaciones de las tierras secas pueden evitar la degradación mejorando sus prácticas agrícolas y cambiando los patrones de movilidad para el pastoreo a una manera que sea sostenible. En general, la interacción entre los factores climáticos y las respuestas humanas pueden crear una gama de diferentes resultados. (Véase la discusión de los escenarios de la EM en la pregunta clave [¿Cómo afectarán a la desertificación las distintas vías del desarrollo futuro?]) Para responder a los problemas con eficacia, es importante —pero difícil— distinguir entre aquellos que resultan de las condiciones naturales de los ecosistemas de las tierras secas y aquellos causados por prácticas de manejo no sostenibles, así como por factores económicos y de política más generales (C22.3.1).
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