Los ríos no nacen en un lugar preciso. Los ríos son atmósferas oceánicas cálidas, son vientos, aire húmedo y lluvia sobre los bosques tropicales; son selvas lluviosas y evapotranspiración; son nieves andinas que deshielan y surcan en «rápidos», que se aquietan en anchuras y meandros (curvas del río). Se hacen sedimento y bordes inundables; corren entre islas y deltas, y así van remansando y hablando en su lenguaje de ciclado eterno. Y se hacen de nuevo un mar.
Como bien explica el geógrafo Alan Forsberg, hace más de veinte años se estudiaron estos flujos de aguas en nuestras latitudes. La lluvia que hace caudaloso al Río Paraná —que corre a través de Brasil, Paraguay y Argentina a lo largo de unos 4880 kilómetros— o exuberante a la selva misionera es producto de un fenómeno único: los ríos voladores de la Amazonía. Estos procesos extensos de evaporación y precipitación en el bosque crean baja presión atmosférica que atrae constantemente al aire húmedo del océano, de ahí el nombre de “bomba biótica de humedad”. Esta bomba sólo funciona en los bosques naturales prístinos. Ni la vegetación de los bosques clareados artificialmente y explotados, ni de las plantaciones, pastizales o cultivos son capaces de activar la bomba biótica y mantener la humedad suficiente para la vida óptima.
Respuesta:
Los ríos no nacen en un lugar preciso. Los ríos son atmósferas oceánicas cálidas, son vientos, aire húmedo y lluvia sobre los bosques tropicales; son selvas lluviosas y evapotranspiración; son nieves andinas que deshielan y surcan en «rápidos», que se aquietan en anchuras y meandros (curvas del río). Se hacen sedimento y bordes inundables; corren entre islas y deltas, y así van remansando y hablando en su lenguaje de ciclado eterno. Y se hacen de nuevo un mar.
Como bien explica el geógrafo Alan Forsberg, hace más de veinte años se estudiaron estos flujos de aguas en nuestras latitudes. La lluvia que hace caudaloso al Río Paraná —que corre a través de Brasil, Paraguay y Argentina a lo largo de unos 4880 kilómetros— o exuberante a la selva misionera es producto de un fenómeno único: los ríos voladores de la Amazonía. Estos procesos extensos de evaporación y precipitación en el bosque crean baja presión atmosférica que atrae constantemente al aire húmedo del océano, de ahí el nombre de “bomba biótica de humedad”. Esta bomba sólo funciona en los bosques naturales prístinos. Ni la vegetación de los bosques clareados artificialmente y explotados, ni de las plantaciones, pastizales o cultivos son capaces de activar la bomba biótica y mantener la humedad suficiente para la vida óptima.
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