Cristianismo y judaísmo fueron hasta finales del siglo I prácticamente una sola religión. El cristianismo era en cierto modo una parte del judaísmo que proclamaba a Jesucristo como Mesías. Roma seguía una política religiosa que podríamos llamar sincretista, ya que todos los cultos terminaban siendo asimilados por el imperio. El problema con el judaísmo y el cristianismo consistía en que eran religiones monoteístas y rechazaban las otras divinidades. Eso, para el imperio, significaba un desbarajuste. Además, el problema se acentuó cuando aparecieron emperadores que se hacían venerar como dioses y la negativa cristiana a rendirles culto provocó las grandes persecuciones.
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Cristianismo y judaísmo fueron hasta finales del siglo I prácticamente una sola religión. El cristianismo era en cierto modo una parte del judaísmo que proclamaba a Jesucristo como Mesías. Roma seguía una política religiosa que podríamos llamar sincretista, ya que todos los cultos terminaban siendo asimilados por el imperio. El problema con el judaísmo y el cristianismo consistía en que eran religiones monoteístas y rechazaban las otras divinidades. Eso, para el imperio, significaba un desbarajuste. Además, el problema se acentuó cuando aparecieron emperadores que se hacían venerar como dioses y la negativa cristiana a rendirles culto provocó las grandes persecuciones.