palabra “valores” provoca múltiples reacciones en los seres humanos. Aunque el origen de la palabra fue la economía, los filósofos han reclamado para su campo de estudio el derecho de utilizarla con mayor propiedad y precisión. Sin embargo, hay que reconocer que “los valores” no son sólo un tema de reflexión académica sino también y primordialmente preocupación y tarea de toda persona en su vida.
Es imposible vivir sin valorar, es también inevitable no sentirse impulsado, de una u otra manera, a ‘buscar lo que vale’. Desde hace siglos el ser humano ha sido definido como un “ser axiotrópico” es decir, alguien que tiene entre sus afanes de la vida buscar lo que considera estimable o digno de aprecio.
Muchas de las afinidades o confrontaciones entre las personas se deben, sin duda alguna, a que sus valores no son los mismos o simplemente tienen una distinta prioridad o jerarquía que la de los demás.
Los valores están presentes en todos los ámbitos de la existencia y en todas las instituciones desarrolladas por los seres humanos: la familia, la empresa, la política, el deporte, los medios de comunicación, la religión, el arte, la educación, etc.
Los valores son una aspiración, un afán de búsqueda de lo que juzgamos relevante en la vida.
Todos los seres humanos, como lo señalaba Aristóteles, desean ser felices, es su telos o meta en la vida, pero no todos tenemos la misma idea de felicidad. Algunos piensan que la felicidad está en acumular bienes o posesiones mientras que a otros les hace felices la pobreza y la frugalidad. Hay quienes persiguen la fama y la notoriedad, mientras que otros buscan la soledad o la discreción. La diferencia entre estas distintas concepciones de felicidad radica en qué valores juzgamos relevantes o significativos en nuestra existencia.
En la época contemporánea y de manera particular en México nos preocupan los valores. Se afirma con frecuencia que los valores están en crisis o que estamos viviendo una crisis de valores.
Las manifestaciones de esta crisis son evidentes a nivel social: pobreza y marginación, violencia y crimen organizado, deterioro del medio ambiente, consumismo, desintegración familiar, etc. A nivel personal, nos ha invadido una cultura light que privilegia el mínimo esfuerzo y la búsqueda de comodidad como ideales de vida y el evitar a toda costa las dificultades y problemas: vivimos saturados de actividades, pero sin metas y propósitos que nos proporcionen un significado a nuestra existencia.
Finalmente, considero importante señalar algunos de los riesgos en la tarea de fomentar los valores, el primero de ellos es intelectualizar los valores, reducirlos a teorías, conceptos, esquemas y definiciones. Es de gran utilidad clarificar las ideas, pero los valores no pueden quedarse en el ámbito del intelecto. EI conocimiento de la mejor definición de justicia no nos hace más justos.
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palabra “valores” provoca múltiples reacciones en los seres humanos. Aunque el origen de la palabra fue la economía, los filósofos han reclamado para su campo de estudio el derecho de utilizarla con mayor propiedad y precisión. Sin embargo, hay que reconocer que “los valores” no son sólo un tema de reflexión académica sino también y primordialmente preocupación y tarea de toda persona en su vida.
Es imposible vivir sin valorar, es también inevitable no sentirse impulsado, de una u otra manera, a ‘buscar lo que vale’. Desde hace siglos el ser humano ha sido definido como un “ser axiotrópico” es decir, alguien que tiene entre sus afanes de la vida buscar lo que considera estimable o digno de aprecio.
Muchas de las afinidades o confrontaciones entre las personas se deben, sin duda alguna, a que sus valores no son los mismos o simplemente tienen una distinta prioridad o jerarquía que la de los demás.
Los valores están presentes en todos los ámbitos de la existencia y en todas las instituciones desarrolladas por los seres humanos: la familia, la empresa, la política, el deporte, los medios de comunicación, la religión, el arte, la educación, etc.
Los valores son una aspiración, un afán de búsqueda de lo que juzgamos relevante en la vida.
Todos los seres humanos, como lo señalaba Aristóteles, desean ser felices, es su telos o meta en la vida, pero no todos tenemos la misma idea de felicidad. Algunos piensan que la felicidad está en acumular bienes o posesiones mientras que a otros les hace felices la pobreza y la frugalidad. Hay quienes persiguen la fama y la notoriedad, mientras que otros buscan la soledad o la discreción. La diferencia entre estas distintas concepciones de felicidad radica en qué valores juzgamos relevantes o significativos en nuestra existencia.
En la época contemporánea y de manera particular en México nos preocupan los valores. Se afirma con frecuencia que los valores están en crisis o que estamos viviendo una crisis de valores.
Las manifestaciones de esta crisis son evidentes a nivel social: pobreza y marginación, violencia y crimen organizado, deterioro del medio ambiente, consumismo, desintegración familiar, etc. A nivel personal, nos ha invadido una cultura light que privilegia el mínimo esfuerzo y la búsqueda de comodidad como ideales de vida y el evitar a toda costa las dificultades y problemas: vivimos saturados de actividades, pero sin metas y propósitos que nos proporcionen un significado a nuestra existencia.
Finalmente, considero importante señalar algunos de los riesgos en la tarea de fomentar los valores, el primero de ellos es intelectualizar los valores, reducirlos a teorías, conceptos, esquemas y definiciones. Es de gran utilidad clarificar las ideas, pero los valores no pueden quedarse en el ámbito del intelecto. EI conocimiento de la mejor definición de justicia no nos hace más justos.
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