Lo malo de la guerra es que entre todos la hemos hecho tan importante que ahora es casi imposible quitarla de en medio. Cavernícolas con bombas nucleares dice que somos un antropólogo americano, Paúl Roscoe, que lleva años analizando el fenómeno de la venganza en sociedades tribales. Argumenta que al hacer la guerra incluso actuamos contra los intereses de nuestra especie a la que podemos destruir nosotros mismos con las armas de que disponemos hoy. La guerra es típica de primates poco evolucionados, asegura Eduard Carbonell, codirector de Atapuerca. Y Margaret Mead: que la guerra no es una necesidad sino una invención cultural
Aunque la idea era producir un documental en video para el canal alemán de TV pública ZDF, la historia de Tomas de guerra (War Takes) comenzó como una mamadera de gallo , como lo califica Patricia Castaño. Ella y la también productora Adelaida Trujillo, hace cuatro años, comenzaron a filmarse a ellas mismas, a sus amigos y a sus familias con la idea de mostrar cómo paulatinamente la guerra afectaba a todos. Al verlas con unas cámaras digitales muy pequeñas nadie creía que esas imágenes se iban a convertir en un documental que hoy representa a Colombia en Festival Internacional de Cine Human Rights Watch, que se está realizando en Nueva York. Cuando se habla de la guerra en Colombia siempre nos miran desde afuera. La de Tomas de guerra es una visión íntima que intenta mostrar cuál es nuestra posición y lo que sentimos. Es la versión urbana de la guerra , explica Patricia. Por ejemplo, aparece el hijo de Adelaida preguntando por qué el ex presidente Andrés Pastrana estaba sentado al lado de una silla desocupada (la de Tirofijo el día de la ceremonia de instalación de las mesas de negociación en el Caguán en 1999). El documental está entonces llenó de diálogos cotidianos de amigos en una cena, arreglando el país , como popularmente se dice, hablando del Plan Colombia y del proceso de paz. También muestra la opinión de las clases altas frente al conflicto, las de los hijos de sus realizadoras, las de sus esposos Mi marido- cuenta Patricia- se imaginaba que un documental tenía toda una parafernalia alrededor, por eso al principio pensó que esto no era en serio . Pero fue tan en serio que las realizadoras que en este caso también son las protagonistas viajaron a distintas zonas del país como Chocó y Putumayo para conocer la opinión de ciudadanos comunes. En este último, encontraron a un indígena deprimido porque sus cultivos de palmitos (con los que se reemplazaron los ilícitos) habían sido destruidos con la fumigaciones. Pero Patricia advierte que el video no es miserablista ni tiene tomas de guerra, aunque cuenta con un buen cantidad de imágenes de archivo de noticieros. El trabajo, que fue hecho en inglés, y cuya edición duró más de tres meses, seguramente no será emitido en Colombia, porque la historia es contada pensando en gente que no vive en el país
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Lo malo de la guerra es que entre todos la hemos hecho tan importante que ahora es casi imposible quitarla de en medio. Cavernícolas con bombas nucleares dice que somos un antropólogo americano, Paúl Roscoe, que lleva años analizando el fenómeno de la venganza en sociedades tribales. Argumenta que al hacer la guerra incluso actuamos contra los intereses de nuestra especie a la que podemos destruir nosotros mismos con las armas de que disponemos hoy. La guerra es típica de primates poco evolucionados, asegura Eduard Carbonell, codirector de Atapuerca. Y Margaret Mead: que la guerra no es una necesidad sino una invención cultural
Aunque la idea era producir un documental en video para el canal alemán de TV pública ZDF, la historia de Tomas de guerra (War Takes) comenzó como una mamadera de gallo , como lo califica Patricia Castaño. Ella y la también productora Adelaida Trujillo, hace cuatro años, comenzaron a filmarse a ellas mismas, a sus amigos y a sus familias con la idea de mostrar cómo paulatinamente la guerra afectaba a todos. Al verlas con unas cámaras digitales muy pequeñas nadie creía que esas imágenes se iban a convertir en un documental que hoy representa a Colombia en Festival Internacional de Cine Human Rights Watch, que se está realizando en Nueva York. Cuando se habla de la guerra en Colombia siempre nos miran desde afuera. La de Tomas de guerra es una visión íntima que intenta mostrar cuál es nuestra posición y lo que sentimos. Es la versión urbana de la guerra , explica Patricia. Por ejemplo, aparece el hijo de Adelaida preguntando por qué el ex presidente Andrés Pastrana estaba sentado al lado de una silla desocupada (la de Tirofijo el día de la ceremonia de instalación de las mesas de negociación en el Caguán en 1999). El documental está entonces llenó de diálogos cotidianos de amigos en una cena, arreglando el país , como popularmente se dice, hablando del Plan Colombia y del proceso de paz. También muestra la opinión de las clases altas frente al conflicto, las de los hijos de sus realizadoras, las de sus esposos Mi marido- cuenta Patricia- se imaginaba que un documental tenía toda una parafernalia alrededor, por eso al principio pensó que esto no era en serio . Pero fue tan en serio que las realizadoras que en este caso también son las protagonistas viajaron a distintas zonas del país como Chocó y Putumayo para conocer la opinión de ciudadanos comunes. En este último, encontraron a un indígena deprimido porque sus cultivos de palmitos (con los que se reemplazaron los ilícitos) habían sido destruidos con la fumigaciones. Pero Patricia advierte que el video no es miserablista ni tiene tomas de guerra, aunque cuenta con un buen cantidad de imágenes de archivo de noticieros. El trabajo, que fue hecho en inglés, y cuya edición duró más de tres meses, seguramente no será emitido en Colombia, porque la historia es contada pensando en gente que no vive en el país