Cuando un poeta ingenioso, contemplando un objeto por todos lados, descubre las relaciones que tiene con otros muchos objetos vecinos o distantes, enlaza cosas muy distintas y desentraña razones nuevas, precisamente ha de deleitar muchísimo así por la novedad de tan extrañas galas y de arreos traídos de tan lejos, como por la variedad de cosas y por el artificio, y la ingeniosa conexión con que están enlazadas y eslabonadas unas de otras. En la canción de Lupercio Leonardo a Felipe II, que hemos citado en uno de los capítulos antecedentes, ciertamente que parecían objetos muy remotos y muy ajenos del asunto el aplicar remedio a las dolencias, el ser invocado, la espada rigurosa, el olivo sacro, las trompas, los ejércitos, las banderas, las balas, la muerte, la victoria, los consejos, las borrascas, los pilotos, las cosechas, etc., y, sin embargo, el ingenio del poeta supo descubrir las relaciones que todos estos objetos podían tener con su principal argumento, y halló el medio de enlazarlos y unirlos.
Horacio, que fue tan maestro en la práctica como en la teórica, podrá enseñar, mejor que otro alguno, este modo de hallar las remotas relaciones de un objeto y su conexión. Léase, por ejemplo, atentamente, entre otras, la oda XIII del libro II, al asunto de un árbol que cayó improvisadamente hacia donde estaba el poeta, no sin grave riesgo de su vida.
Respuesta:
Cuando un poeta ingenioso, contemplando un objeto por todos lados, descubre las relaciones que tiene con otros muchos objetos vecinos o distantes, enlaza cosas muy distintas y desentraña razones nuevas, precisamente ha de deleitar muchísimo así por la novedad de tan extrañas galas y de arreos traídos de tan lejos, como por la variedad de cosas y por el artificio, y la ingeniosa conexión con que están enlazadas y eslabonadas unas de otras. En la canción de Lupercio Leonardo a Felipe II, que hemos citado en uno de los capítulos antecedentes, ciertamente que parecían objetos muy remotos y muy ajenos del asunto el aplicar remedio a las dolencias, el ser invocado, la espada rigurosa, el olivo sacro, las trompas, los ejércitos, las banderas, las balas, la muerte, la victoria, los consejos, las borrascas, los pilotos, las cosechas, etc., y, sin embargo, el ingenio del poeta supo descubrir las relaciones que todos estos objetos podían tener con su principal argumento, y halló el medio de enlazarlos y unirlos.
Horacio, que fue tan maestro en la práctica como en la teórica, podrá enseñar, mejor que otro alguno, este modo de hallar las remotas relaciones de un objeto y su conexión. Léase, por ejemplo, atentamente, entre otras, la oda XIII del libro II, al asunto de un árbol que cayó improvisadamente hacia donde estaba el poeta, no sin grave riesgo de su vida.