Respuesta:
Durante ~los~iilrt^frrK>s--afk>s—un notaM^eiurtquecintieirto--del
concepto de educación por el añadido de nue^'HS-'-ddcmensxones a su estudio. Si se
dejan de lado los aspectos estrictamente cuantitativos, que requieren un enfoque
diverso, parece del mayor interés detenerse sobre el papel sobresaliente que,
en tal sentido, debe atribuirse a distintos conceptos: 'desarrollo',
'planificación' y, más recientemente, los de 'modelos' o 'estilos de desarrollo'.
Si por un lado esto permite repensar tanto el significado como los alcances del
proceso educativo, por otro consiente establecer nuevas relaciones, determinar
proyecciones, analizar consecuencias, mediatas o inmediatas. Este ensanchamiento
de su ámbito brinda - tampoco podría ser de otro modo - nuevos instrumentos
conceptuales para un estudio más refinado de sus implicaciones políticas,
sociales, económicas, ocupacionales, etc., y constituye al mismo tiempo un
aliciente para la posible renovación del quehacer pedagógico y didáctico. Y como
para revalidar aquella conocida afirmación de Jorge Luis Borges de que los
grandes artistas crean sus propios precursores, en este cato ideas tan fecundas
como las ya mencionadas, iluminan muchas veces con efecto retrospectivo el más
adecuado entendimiento de los antecedentes de muchos factores que aún hoy siguen
gravitando, favorable o desfavorablemente, sobre el sistema educativo o sobre los
juicios que acerca del mismo pueden o suelen hacerse, como el de la perduración
de idealizaciones o prejuicios. Así, en una obra que reúne una serie de
artículos, ensayos y otros "'textos escogidos sobre economía do la educación",
varios trabajos analizan las ideas que al respecto puedan encontrarse en
economistas clásicos - y algunos de sus precursores - corno Adam Smith, Maltnus,
Stuart Mili, Marx, etc., cuyo pensamiento conserva casi siempre notable interés
contemporáneo 1/. Y para ilustrar el punto con otro ejemplo, latinoamericano
esta vez, digamos que una nueva 'lectura' de las obras de D.F. Sarmiento sobre
la materia, constituirá casi una revelación por los vínculos, muchas vnces
sutiles, que establece entre la educación y factores tales como el desarrollo,
la población, la estructura ocupacional. etc., aunque como es obvio, dichos
conceptos no siempre aparezcan bajo estas denouiinacionen, acuñad?o algunas de
ellas muy recientemente, o estén presentes en forma implícita 2/.
Los conceptos de 'modelo' o 'estilo de desarrollo' a los que se apelará
indistintamente como encuadre para intentar una mejor comprensión de algunos
momentos significativos del proceso histórico latinoamericano, tienen ya una
eopiosa e importante bibliografía; entre sus contribuciones más notables y
recientes se recuerdan, por lo que aquí interesa en forma directa, sendos
estudios deaAníbal Pinto, Marshall Wolfe y Jorge Grnciarena, quienes sitúan el
problema con espíritu crítico y señalan perspectivas fecundas 3/. De sus
señalamientos e incitaciones, que se dan por conocidos, parece de la mayor
utilidad recordar, con Graciarena, que ''Desde_una_perspei2tiva_dinámica e
integradora un estilo de desarrollo es, gor_lo tanto_,_un_proceso dialéctico
entre relaciones dejgoder y conf1icto s_entre grupos_v_clases_socialec¿_gue
derivan de las formas dominantes de_acumulación_de caDÍtaJ,_ce_ia_e3tructipa
y_tendencias de_la_distribución_del_ingreso¿ de_la_coyuntura
i}.^^tórica_y_la
dependencia externa,_así como_de los valores e ideologías". Todo esto se da
en medio de otros condicionamientos estructurales (tecnología., recursos
naturales, población) que se presentan al análisis como un conjunto integrado,
el cual enmarca las posibilidades histór ¿CclS an estilo.
Explicación:
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Durante ~los~iilrt^frrK>s--afk>s—un notaM^eiurtquecintieirto--del
concepto de educación por el añadido de nue^'HS-'-ddcmensxones a su estudio. Si se
dejan de lado los aspectos estrictamente cuantitativos, que requieren un enfoque
diverso, parece del mayor interés detenerse sobre el papel sobresaliente que,
en tal sentido, debe atribuirse a distintos conceptos: 'desarrollo',
'planificación' y, más recientemente, los de 'modelos' o 'estilos de desarrollo'.
Si por un lado esto permite repensar tanto el significado como los alcances del
proceso educativo, por otro consiente establecer nuevas relaciones, determinar
proyecciones, analizar consecuencias, mediatas o inmediatas. Este ensanchamiento
de su ámbito brinda - tampoco podría ser de otro modo - nuevos instrumentos
conceptuales para un estudio más refinado de sus implicaciones políticas,
sociales, económicas, ocupacionales, etc., y constituye al mismo tiempo un
aliciente para la posible renovación del quehacer pedagógico y didáctico. Y como
para revalidar aquella conocida afirmación de Jorge Luis Borges de que los
grandes artistas crean sus propios precursores, en este cato ideas tan fecundas
como las ya mencionadas, iluminan muchas veces con efecto retrospectivo el más
adecuado entendimiento de los antecedentes de muchos factores que aún hoy siguen
gravitando, favorable o desfavorablemente, sobre el sistema educativo o sobre los
juicios que acerca del mismo pueden o suelen hacerse, como el de la perduración
de idealizaciones o prejuicios. Así, en una obra que reúne una serie de
artículos, ensayos y otros "'textos escogidos sobre economía do la educación",
varios trabajos analizan las ideas que al respecto puedan encontrarse en
economistas clásicos - y algunos de sus precursores - corno Adam Smith, Maltnus,
Stuart Mili, Marx, etc., cuyo pensamiento conserva casi siempre notable interés
contemporáneo 1/. Y para ilustrar el punto con otro ejemplo, latinoamericano
esta vez, digamos que una nueva 'lectura' de las obras de D.F. Sarmiento sobre
la materia, constituirá casi una revelación por los vínculos, muchas vnces
sutiles, que establece entre la educación y factores tales como el desarrollo,
la población, la estructura ocupacional. etc., aunque como es obvio, dichos
conceptos no siempre aparezcan bajo estas denouiinacionen, acuñad?o algunas de
ellas muy recientemente, o estén presentes en forma implícita 2/.
Los conceptos de 'modelo' o 'estilo de desarrollo' a los que se apelará
indistintamente como encuadre para intentar una mejor comprensión de algunos
momentos significativos del proceso histórico latinoamericano, tienen ya una
eopiosa e importante bibliografía; entre sus contribuciones más notables y
recientes se recuerdan, por lo que aquí interesa en forma directa, sendos
estudios deaAníbal Pinto, Marshall Wolfe y Jorge Grnciarena, quienes sitúan el
problema con espíritu crítico y señalan perspectivas fecundas 3/. De sus
señalamientos e incitaciones, que se dan por conocidos, parece de la mayor
utilidad recordar, con Graciarena, que ''Desde_una_perspei2tiva_dinámica e
integradora un estilo de desarrollo es, gor_lo tanto_,_un_proceso dialéctico
entre relaciones dejgoder y conf1icto s_entre grupos_v_clases_socialec¿_gue
derivan de las formas dominantes de_acumulación_de caDÍtaJ,_ce_ia_e3tructipa
y_tendencias de_la_distribución_del_ingreso¿ de_la_coyuntura
i}.^^tórica_y_la
dependencia externa,_así como_de los valores e ideologías". Todo esto se da
en medio de otros condicionamientos estructurales (tecnología., recursos
naturales, población) que se presentan al análisis como un conjunto integrado,
el cual enmarca las posibilidades histór ¿CclS an estilo.
Explicación: