Vuelve Sebastiana!. Película boliviana realizada en el año 1953 y dirigida por Jorge Ruiz y Augusto Roca . Es un cortometraje semi documental que retrata el diario vivir de una comunidad asentada en Oruro, Sebastiana Kespi es la protagonista principal de la historia, niña pastora cuya curiosidad le lleva a salir de su comunidad y adentrarse en el pueblo vecino. Es el primer film boliviano en obtener un premio internacional en la categoría
Vuelve Sebastiana! narra la historia de una comunidad de la antiquísima etnia de los chipaya -descendiente directa de la tribu de los chulpas- asentada en una muy árida meseta de Carangas, Oruro.
Si bien buena parte de la población boliviana es indígena, la inmensa mayoría es de origen quechua o aymara, pero los chipayas nada tienen que ver con ellos y viven (o al menos lo hacían hace seis décadas) en condiciones aún más precarias.
La película apuesta a una voz en off que hoy suena demasiado solemne y didáctica, pero -en una decisión bastante osada para la época- también sirve para la construcción de supuestos diálogos que mantienen los protagonistas (se trata, en ese sentido, de una recreación ficcional).
La heroína del relato es Sebastiana Kespi, una niña que se dedica a cuidar un cada vez más reducido rebaño de ovejas (van muriendo de hambre y sed ante la falta de lluvias en la región). La pequeña pastora convive como puede con su madre, ya que su padre ha muerto.
A pesar de las advertencias de los adultos, ella se aventura más allá de los límites habituales e ingresa en territorio aymara -pueblo hostil con los chipayas-, donde conocerá a un niño de esa etnia con quien entablará una rápida amistad. Sebastiana tarda demasiado en regresar y será su abuelo Esteban quien -pese a su precario estado de salud- saldrá en su búsqueda.
La película tiene en sus 28 minutos una trama sencilla y cristalina, pero el trasfondo es muy duro, ya que quedan en evidencia las durísimas condiciones de vida de ese pueblo.
El film tiene un gran valor antropológico, ya que se acerca con rigor y recato a las tradiciones y leyendas, fiestas y rituales, costumbres y formas de trabajo (como el cultivo artesanal de la quinoa). Un verdadero clásico de un cine poco difundido como el boliviano sobre una comunidad que, para colmo, está entre las más invisibilizadas de ese país.
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Vuelve Sebastiana!. Película boliviana realizada en el año 1953 y dirigida por Jorge Ruiz y Augusto Roca . Es un cortometraje semi documental que retrata el diario vivir de una comunidad asentada en Oruro, Sebastiana Kespi es la protagonista principal de la historia, niña pastora cuya curiosidad le lleva a salir de su comunidad y adentrarse en el pueblo vecino. Es el primer film boliviano en obtener un premio internacional en la categoría
Vuelve Sebastiana! narra la historia de una comunidad de la antiquísima etnia de los chipaya -descendiente directa de la tribu de los chulpas- asentada en una muy árida meseta de Carangas, Oruro.
Si bien buena parte de la población boliviana es indígena, la inmensa mayoría es de origen quechua o aymara, pero los chipayas nada tienen que ver con ellos y viven (o al menos lo hacían hace seis décadas) en condiciones aún más precarias.
La película apuesta a una voz en off que hoy suena demasiado solemne y didáctica, pero -en una decisión bastante osada para la época- también sirve para la construcción de supuestos diálogos que mantienen los protagonistas (se trata, en ese sentido, de una recreación ficcional).
La heroína del relato es Sebastiana Kespi, una niña que se dedica a cuidar un cada vez más reducido rebaño de ovejas (van muriendo de hambre y sed ante la falta de lluvias en la región). La pequeña pastora convive como puede con su madre, ya que su padre ha muerto.
A pesar de las advertencias de los adultos, ella se aventura más allá de los límites habituales e ingresa en territorio aymara -pueblo hostil con los chipayas-, donde conocerá a un niño de esa etnia con quien entablará una rápida amistad. Sebastiana tarda demasiado en regresar y será su abuelo Esteban quien -pese a su precario estado de salud- saldrá en su búsqueda.
La película tiene en sus 28 minutos una trama sencilla y cristalina, pero el trasfondo es muy duro, ya que quedan en evidencia las durísimas condiciones de vida de ese pueblo.
El film tiene un gran valor antropológico, ya que se acerca con rigor y recato a las tradiciones y leyendas, fiestas y rituales, costumbres y formas de trabajo (como el cultivo artesanal de la quinoa). Un verdadero clásico de un cine poco difundido como el boliviano sobre una comunidad que, para colmo, está entre las más invisibilizadas de ese país.
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