Las molestias más visibles en la ciudad son las persecuciones de perros a las aves, sean palomas, patos, gorriones o todo lo que vuele. Hay un ave escasa en el interior de las ciudades llamada gallineta (Gallinula chloropus), que vive desde hace pocos años en el parque Ferrera. Crían dos parejas en el estanque, saliendo a comer a los prados de alrededor. Pero su permanencia ahí depende de la frecuencia de los ataques de los perros. Y es que en los parques está prohibido llevar los perros sueltos, pero la mayoría de los dueños no hacen caso a esta normativa, y los perros sólo siguen su instinto.
Hay muchas anécdotas que contar sobre las relaciones fauna-gente. Desde el que le molesta el canto de los pájaros o el reclamo de los estorninos, y los espanta con un ruido de matraca aún más estruendoso, hasta el que piensa que los patos que hay por el río los soltaron particulares o el Ayuntamiento, y hay que cogerlos para soltarlos en otros sitios más limpios. Y es que el desconocimiento es quizás el peor de los problemas medioambientales.
El mantenimiento de la diversidad de esta fauna urbana se la debemos en buena parte al excelente trabajo que se hace desde la Sección municipal de Parques y Jardines, tanto técnicos como jardineros, que con unos recursos en disminución, hacen malabares para llevar a cabo una meritoria conservación. Si no respetamos su labor, la merma en la fauna urbana será notoria
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Las molestias más visibles en la ciudad son las persecuciones de perros a las aves, sean palomas, patos, gorriones o todo lo que vuele. Hay un ave escasa en el interior de las ciudades llamada gallineta (Gallinula chloropus), que vive desde hace pocos años en el parque Ferrera. Crían dos parejas en el estanque, saliendo a comer a los prados de alrededor. Pero su permanencia ahí depende de la frecuencia de los ataques de los perros. Y es que en los parques está prohibido llevar los perros sueltos, pero la mayoría de los dueños no hacen caso a esta normativa, y los perros sólo siguen su instinto.
Hay muchas anécdotas que contar sobre las relaciones fauna-gente. Desde el que le molesta el canto de los pájaros o el reclamo de los estorninos, y los espanta con un ruido de matraca aún más estruendoso, hasta el que piensa que los patos que hay por el río los soltaron particulares o el Ayuntamiento, y hay que cogerlos para soltarlos en otros sitios más limpios. Y es que el desconocimiento es quizás el peor de los problemas medioambientales.
El mantenimiento de la diversidad de esta fauna urbana se la debemos en buena parte al excelente trabajo que se hace desde la Sección municipal de Parques y Jardines, tanto técnicos como jardineros, que con unos recursos en disminución, hacen malabares para llevar a cabo una meritoria conservación. Si no respetamos su labor, la merma en la fauna urbana será notoria