Fernando VII de España, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»[3] (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), fue rey de España entre marzo y mayo de 1808 y, tras la expulsión del «rey intruso» José I Bonaparte y su vuelta al país, nuevamente desde mayo de 1814 hasta su muerte, exceptuando el breve intervalo en 1823 en que fue destituido por el
Los militares franceses que han dejado sus recuerdos de esta guerra suelen consignar que, a comienzos de 1808, los españoles recibieron al ejército de Napoleón de buen grado, y a veces con entusiasmo3. A primera vista, esto resulta sorprendente, pues los partidarios de Godoy y los del príncipe de Asturias libraban entonces una lucha sin cuartel que, lejos de quedar limitada al ámbito cortesano, había trascendido a la opinión pública, de modo que se puede decir que todos los españoles estaban comprometidos en esa disputa de alguna forma. Puesto que las tropas francesas habían entrado en territorio español con el consentimiento de Godoy, es lógico que los fernandinos hubieran convertido este hecho en el centro de su crítica. Más aún si se tiene en cuenta que desde 1796 los sectores opuestos al Príncipe de la Paz venían enarbolando como uno de los principales reproches a su gestión la alianza con Francia acordada ese año. En 1808, sin embargo, todos vieron con buenos ojos la entrada de soldados franceses, aunque por motivos distintos. Según la explicación oficial, la procedente del entorno de Godoy, porque llegaban en calidad de aliados para luchar junto al ejército español contra el enemigo común británico. Los fernandinos, por su parte, quisieron creer que Napoleón enviaba sus tropas para proteger los derechos del príncipe de Asturias frente a las maquinaciones urdidas por Godoy para impedir su acceso al trono. Por lo demás, cada bando estaba convencido de contar con el apoyo de Napoleón, y ninguno consideró al emperador como un potencial enemigo, sino más bien como protector frente al bando contrario
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Fernando VII de España, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»[3] (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), fue rey de España entre marzo y mayo de 1808 y, tras la expulsión del «rey intruso» José I Bonaparte y su vuelta al país, nuevamente desde mayo de 1814 hasta su muerte, exceptuando el breve intervalo en 1823 en que fue destituido por el
Los militares franceses que han dejado sus recuerdos de esta guerra suelen consignar que, a comienzos de 1808, los españoles recibieron al ejército de Napoleón de buen grado, y a veces con entusiasmo3. A primera vista, esto resulta sorprendente, pues los partidarios de Godoy y los del príncipe de Asturias libraban entonces una lucha sin cuartel que, lejos de quedar limitada al ámbito cortesano, había trascendido a la opinión pública, de modo que se puede decir que todos los españoles estaban comprometidos en esa disputa de alguna forma. Puesto que las tropas francesas habían entrado en territorio español con el consentimiento de Godoy, es lógico que los fernandinos hubieran convertido este hecho en el centro de su crítica. Más aún si se tiene en cuenta que desde 1796 los sectores opuestos al Príncipe de la Paz venían enarbolando como uno de los principales reproches a su gestión la alianza con Francia acordada ese año. En 1808, sin embargo, todos vieron con buenos ojos la entrada de soldados franceses, aunque por motivos distintos. Según la explicación oficial, la procedente del entorno de Godoy, porque llegaban en calidad de aliados para luchar junto al ejército español contra el enemigo común británico. Los fernandinos, por su parte, quisieron creer que Napoleón enviaba sus tropas para proteger los derechos del príncipe de Asturias frente a las maquinaciones urdidas por Godoy para impedir su acceso al trono. Por lo demás, cada bando estaba convencido de contar con el apoyo de Napoleón, y ninguno consideró al emperador como un potencial enemigo, sino más bien como protector frente al bando contrario
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