Nayeli08011
En la madrugada. Un cuento en primera persona
Quise escribir un cuento en primera persona. Decidí convertirme en protagonista y narrador al mismo tiempo, para ver qué tan interesante es lo que tengo para contar.
Son las cinco de la mañana. Me acabo de levantar, aunque no estoy seguro de estar despierto. Quizás esté soñando que escribo estas líneas.
A mi lado está mi perro Woody. Durmiendo. Me sigue cuando yo me levanto, pero enseguida se echa en el suelo y vuelve a dormir. Me pregunto por qué directamente no sigue durmiendo en su cucha. De todos modos, es bueno tenerlo de compañía.
Afuera sólo se escucha el viento. Parece como si yo fuera la única persona despierta en todo el mundo. Estoy intentando recordar lo que soñé anoche; si es que soñé algo. Al abrir los ojos estaba seguro de que había soñado algo. Parecía algo grandioso. Al levantarme perdió su grandiosidad y se volvió algo común. Luego, simplemente desapareció. Mi mente se niega a conservar por mucho tiempo el recuerdo de los sueños.
Es hora de prepararme un café. Creo tener ya la suficiente lucidez como para servirlo y calentarlo sin hacer un desastre en la cocina. Por las rendijas de las cortinas comienzan a aparecer los primeros trazos de luz. El día comienza. Es hora de sacudirme los últimos vestigios de sueño y salir a enfrentar los desafíos de la vida cotidiana.
Quise escribir un cuento en primera persona. Decidí convertirme en protagonista y narrador al mismo tiempo, para ver qué tan interesante es lo que tengo para contar.
Son las cinco de la mañana. Me acabo de levantar, aunque no estoy seguro de estar despierto. Quizás esté soñando que escribo estas líneas.
A mi lado está mi perro Woody. Durmiendo. Me sigue cuando yo me levanto, pero enseguida se echa en el suelo y vuelve a dormir. Me pregunto por qué directamente no sigue durmiendo en su cucha. De todos modos, es bueno tenerlo de compañía.
Afuera sólo se escucha el viento. Parece como si yo fuera la única persona despierta en todo el mundo. Estoy intentando recordar lo que soñé anoche; si es que soñé algo. Al abrir los ojos estaba seguro de que había soñado algo. Parecía algo grandioso. Al levantarme perdió su grandiosidad y se volvió algo común. Luego, simplemente desapareció. Mi mente se niega a conservar por mucho tiempo el recuerdo de los sueños.
Es hora de prepararme un café. Creo tener ya la suficiente lucidez como para servirlo y calentarlo sin hacer un desastre en la cocina.
Por las rendijas de las cortinas comienzan a aparecer los primeros trazos de luz. El día comienza. Es hora de sacudirme los últimos vestigios de sueño y salir a enfrentar los desafíos de la vida cotidiana.