naclaudioJuan Sin Tierra, sucesor del famoso rey Ricardo, Corazón de León, era detestado por los barones ingleses a los que había obligado a pagarle muchas multas e impuestos; pero cuando Juan fue derrotado en el desastre de Bouvines, en Francia, viéndole vencido se pusieron de acuerdo para obligarle a cambiar de conducta. El arzobispo de Canterbury, Langton, les mostró una vieja carta en que el rey, Enrique I - que era francés - prometía observar las costumbres de los ingleses. Decidieron redactar también una carta en que quedaran consignados lo derechos de los ingleses, y que obligaba al rey a que jurase respetarla en lo sucesivo. Los barones juraron que, si se negaba, le harían la guerra hasta que cediese (1214). Juan volvió a Inglaterra con una banda de soldados de oficio, jinetes, infantes brabantinos y ballesteros (1215). Los barones se armaron y se reunieron, y el arzobispo asumiendo la representación del grupo, presentó a rey una larga lista con sus peticiones. Juan, se negó en un principio. Entonces los barones atacaron sus castillos, enviaron cartas a todos los caballeros de Inglaterra y se pusieron de acuerdo con los habitantes de Londres. Juan, habiendo perdido casi todos sus partidarios, resolvió ceder. Dio cita a los barones en una pradera cerca de Windsor y puso su sello en la Carta presentada por los barones.Fruto de esa unión fue Enrique II (1154-89), que le disputó el Trono de Inglaterra al usurpador y último rey normando, Esteban de Blois, consiguiendo que éste le designara su heredero. Su matrimonio con Leonor de Aquitania proporcionó a la dinastía amplios dominios en el continente europeo, que serían posteriormente objeto de una larga disputa con la monarquía francesa durante la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Le sucedieron sus hijos, Ricardo I,Corazón de León (1189-99) y Juan sin Tierra (1199-1216).Durante el reinado de Enrique III (1216-72) continuó el debilitamiento de la autoridad real, con la sublevación de los barones encabezados por Simon de Monfort. Como resultado, el rey se vio obligado a aceptar la implantación de un Parlamento feudal en el que estaría representada la nobleza, embrión del posterior sistema de monarquía parlamentaria. Le sucedió su hijo Eduardo I (1272-1307), que completó la conquista de Gales. Para financiar las guerras contra galeses, escoceses y franceses se vio obligado a hacer nuevas concesiones al poder del Parlamento.
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loreanne12
Uan Sin Tierra, sucesor del famoso rey Ricardo, Corazón de León, era detestado por los barones ingleses a los que había obligado a pagarle muchas multas e impuestos; pero cuando Juan fue derrotado en el desastre de Bouvines, en Francia, viéndole vencido se pusieron de acuerdo para obligarle a cambiar de conducta. El arzobispo de Canterbury, Langton, les mostró una vieja carta en que el rey, Enrique I - que era francés - prometía observar las costumbres de los ingleses. Decidieron redactar también una carta en que quedaran consignados lo derechos de los ingleses, y que obligaba al rey a que jurase respetarla en lo sucesivo. Los barones juraron que, si se negaba, le harían la guerra hasta que cediese (1214). Juan volvió a Inglaterra con una banda de soldados de oficio, jinetes, infantes brabantinos y ballesteros (1215). Los barones se armaron y se reunieron, y el arzobispo asumiendo la representación del grupo, presentó a rey una larga lista con sus peticiones. Juan, se negó en un principio. Entonces los barones atacaron sus castillos, enviaron cartas a todos los caballeros de Inglaterra y se pusieron de acuerdo con los habitantes de Londres. Juan, habiendo perdido casi todos sus partidarios, resolvió ceder. Dio cita a los barones en una pradera cerca de Windsor y puso su sello en la Carta presentada por los barones.
Este documento, que se ha llamado Carta Magna, enumera los abusos que el rey y sus agentes tenían costumbre de cometer, y en ella el rey se compromete a no incurrir en lo sucesivo; también, promete no imponer tributo alguno, sino después de haber reunido a todos sus vasallos y haber obtenido su consentimiento y, prometía que ningún hombre libre sería detenido, encerrado en prisiones o desterrado, sino con arreglo a las formas habituales de la justicia. Juan, para desemba-razarse de la Carta Magna, la envió al Papa, diciendo que no la había aceptado sino a la fuerza. El Papa, habiéndola leído, dijo encolerizado: "Los barones de Inglaterra intentan destronar a un rey que ha tomado la cruz y se ha puesto bajo la protección de la Santa Sede''. Luego declaró sin valor la Carta y escribió a los barones que la actitud que habían adoptado era vergonzosa e injusta.
Juan, desligado por el Papa del juramento que había prestado de observar la Carta, mandó venir de Francia mercenarios de ca-ballería y ballesteros que empezaron a saquear el país. Los barones ingleses, entonces, resolvieron no reconocer más a Juan, y eligieron rey a Luis, hijo del monarca de Francia, esposo de una sobrina de Juan (1215). Luis llegó con sus caballeros y fue recibido en Lon-dres. Recién se disponía a conquistar Inglaterra cuando Juan murió (octubre de 1216). La muerte de Juan varió la situación. Los barones ingleses ya no tenían razón para apoyar a un rey extranjero, y aceptaron como rey al hijo de Juan, Enrique III, de nueve años de edad. El Papa le hizo consagrar y coronar por su legado y excomulgó a Luis y sus partidarios; pero, para reconciliarse con los barones ingleses, el legado confirmó la Carta Magna y puso en ella su sello. Tras esta acción, Luis y los franceses fueron arrojados de Inglaterra. Enrique III, al ser mayor de edad, confirmó otra vez la Carta Magna (1225); veintiocho años más tarde, los obispos ingleses, en presencia de los principales barones, hicieron una ceremonia solemne, con ves-tidura episcopal y cirios encendidos, y declararon excomulgado al que violase las promesas de la Carta.
Desde entonces los ingleses han denominado a la Carta Magna "el fundamento de las libertades inglesas". No impedía que el rey gobernase mal; pero determinaba por escrito, de manera indiscu-tible, las costumbres que el rey y sus consejeros tenían el deber de observar. El rey mismo ya no tenía derecho de obrar según su ca-pricho. Como decían los ingleses, "estaba sometido a la ley", es decir, obligado a respetarla
Juan volvió a Inglaterra con una banda de soldados de oficio, jinetes, infantes brabantinos y ballesteros (1215). Los barones se armaron y se reunieron, y el arzobispo asumiendo la representación del grupo, presentó a rey una larga lista con sus peticiones. Juan, se negó en un principio. Entonces los barones atacaron sus castillos, enviaron cartas a todos los caballeros de Inglaterra y se pusieron de acuerdo con los habitantes de Londres. Juan, habiendo perdido casi todos sus partidarios, resolvió ceder. Dio cita a los barones en una pradera cerca de Windsor y puso su sello en la Carta presentada por los barones.Fruto de esa unión fue Enrique II (1154-89), que le disputó el Trono de Inglaterra al usurpador y último rey normando, Esteban de Blois, consiguiendo que éste le designara su heredero. Su matrimonio con Leonor de Aquitania proporcionó a la dinastía amplios dominios en el continente europeo, que serían posteriormente objeto de una larga disputa con la monarquía francesa durante la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Le sucedieron sus hijos, Ricardo I,Corazón de León (1189-99) y Juan sin Tierra (1199-1216).Durante el reinado de Enrique III (1216-72) continuó el debilitamiento de la autoridad real, con la sublevación de los barones encabezados por Simon de Monfort. Como resultado, el rey se vio obligado a aceptar la implantación de un Parlamento feudal en el que estaría representada la nobleza, embrión del posterior sistema de monarquía parlamentaria. Le sucedió su hijo Eduardo I (1272-1307), que completó la conquista de Gales. Para financiar las guerras contra galeses, escoceses y franceses se vio obligado a hacer nuevas concesiones al poder del Parlamento.
Juan volvió a Inglaterra con una banda de soldados de oficio, jinetes, infantes brabantinos y ballesteros (1215). Los barones se armaron y se reunieron, y el arzobispo asumiendo la representación del grupo, presentó a rey una larga lista con sus peticiones. Juan, se negó en un principio. Entonces los barones atacaron sus castillos, enviaron cartas a todos los caballeros de Inglaterra y se pusieron de acuerdo con los habitantes de Londres. Juan, habiendo perdido casi todos sus partidarios, resolvió ceder. Dio cita a los barones en una pradera cerca de Windsor y puso su sello en la Carta presentada por los barones.
Este documento, que se ha llamado Carta Magna, enumera los abusos que el rey y sus agentes tenían costumbre de cometer, y en ella el rey se compromete a no incurrir en lo sucesivo; también, promete no imponer tributo alguno, sino después de haber reunido a todos sus vasallos y haber obtenido su consentimiento y, prometía que ningún hombre libre sería detenido, encerrado en prisiones o desterrado, sino con arreglo a las formas habituales de la justicia. Juan, para desemba-razarse de la Carta Magna, la envió al Papa, diciendo que no la había aceptado sino a la fuerza. El Papa, habiéndola leído, dijo encolerizado: "Los barones de Inglaterra intentan destronar a un rey que ha tomado la cruz y se ha puesto bajo la protección de la Santa Sede''. Luego declaró sin valor la Carta y escribió a los barones que la actitud que habían adoptado era vergonzosa e injusta.
Juan, desligado por el Papa del juramento que había prestado de observar la Carta, mandó venir de Francia mercenarios de ca-ballería y ballesteros que empezaron a saquear el país. Los barones ingleses, entonces, resolvieron no reconocer más a Juan, y eligieron rey a Luis, hijo del monarca de Francia, esposo de una sobrina de Juan (1215). Luis llegó con sus caballeros y fue recibido en Lon-dres. Recién se disponía a conquistar Inglaterra cuando Juan murió (octubre de 1216).
La muerte de Juan varió la situación. Los barones ingleses ya no tenían razón para apoyar a un rey extranjero, y aceptaron como rey al hijo de Juan, Enrique III, de nueve años de edad. El Papa le hizo consagrar y coronar por su legado y excomulgó a Luis y sus partidarios; pero, para reconciliarse con los barones ingleses, el legado confirmó la Carta Magna y puso en ella su sello. Tras esta acción, Luis y los franceses fueron arrojados de Inglaterra.
Enrique III, al ser mayor de edad, confirmó otra vez la Carta Magna (1225); veintiocho años más tarde, los obispos ingleses, en presencia de los principales barones, hicieron una ceremonia solemne, con ves-tidura episcopal y cirios encendidos, y declararon excomulgado al que violase las promesas de la Carta.
Desde entonces los ingleses han denominado a la Carta Magna "el fundamento de las libertades inglesas". No impedía que el rey gobernase mal; pero determinaba por escrito, de manera indiscu-tible, las costumbres que el rey y sus consejeros tenían el deber de observar. El rey mismo ya no tenía derecho de obrar según su ca-pricho. Como decían los ingleses, "estaba sometido a la ley", es decir, obligado a respetarla