Tras la muerte del profeta Mahoma en el año 632, sus seguidores acordaron la creación del califato (que en árabe significa sucesión) como un nuevo sistema de gobierno.
El califa es literalmente el sucesor del profeta como jefe de la nación y líder de la «umma», la comunidad de musulmanes. Él tiene la potestad de aplicar la ley islámica en la tierra del Islam.
Una elección, realizada en dos etapas, escogió al primer califa: los representantes de las comunidades musulmanas lo designaron antes de que su nombre se propusiera al pueblo para que éste le jurara lealtad.
Sin embargo, desde el primer día existe una disputa entre los musulmanes sobre el concepto del califato, que se mantiene principalmente como un sistema sunita. Los chiitas estiman que el primo y yerno del profeta, Ali Ibn Abi Talib, y sus descendientes tienen derecho divino para dirigir a los musulmanes tras la muerte de Mahoma.
Los sucesivos califas expandieron el imperio islámico desde el oeste de la actual Arabia Saudita.
La expansión del territorio del islam siempre representó una parte del papel del califato. Por ejemplo, en su apogeo, el Imperio Otomano abarcaba Oriente Medio y el norte de África, el Cáucaso y partes del este de Europa.
Tras la muerte del profeta Mahoma en el año 632, sus seguidores acordaron la creación del califato (que en árabe significa sucesión) como un nuevo sistema de gobierno.
El califa es literalmente el sucesor del profeta como jefe de la nación y líder de la «umma», la comunidad de musulmanes. Él tiene la potestad de aplicar la ley islámica en la tierra del Islam.
Una elección, realizada en dos etapas, escogió al primer califa: los representantes de las comunidades musulmanas lo designaron antes de que su nombre se propusiera al pueblo para que éste le jurara lealtad.
Sin embargo, desde el primer día existe una disputa entre los musulmanes sobre el concepto del califato, que se mantiene principalmente como un sistema sunita. Los chiitas estiman que el primo y yerno del profeta, Ali Ibn Abi Talib, y sus descendientes tienen derecho divino para dirigir a los musulmanes tras la muerte de Mahoma.
Los sucesivos califas expandieron el imperio islámico desde el oeste de la actual Arabia Saudita.
La expansión del territorio del islam siempre representó una parte del papel del califato. Por ejemplo, en su apogeo, el Imperio Otomano abarcaba Oriente Medio y el norte de África, el Cáucaso y partes del este de Europa.