Aunque las protestas armadas no tuvieran lugar en los límites geográficos de la ciudad de México —aun cuando su efecto directo se dejara sentir en el ámbito rural, entre el campesinado, más o menos alejado del Distrito Federal—, la zona de influencia abarcaba también a los capitalinos que sentían la perturbación del orden como una amenaza directa a sus intereses, al statu quo, como una mancha que enturbiaba la límpida imagen de un país próspero y tranquilo en el que el único sonido estrepitoso era el causado por la locomotora de los trenes que atravesaban el territorio nacional llevando el progreso
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Aunque las protestas armadas no tuvieran lugar en los límites geográficos de la ciudad de México —aun cuando su efecto directo se dejara sentir en el ámbito rural, entre el campesinado, más o menos alejado del Distrito Federal—, la zona de influencia abarcaba también a los capitalinos que sentían la perturbación del orden como una amenaza directa a sus intereses, al statu quo, como una mancha que enturbiaba la límpida imagen de un país próspero y tranquilo en el que el único sonido estrepitoso era el causado por la locomotora de los trenes que atravesaban el territorio nacional llevando el progreso