Al grupo literario anterior, que sucedió a los modernistas y a la Generación del 98, se le caracterizaba por su clara orientación europeísta y su concepción del arte como un área separada de lo social y lo político; se lo denominó novecentismo o Generación del 14. Y todos esos grupos anteriores vinieron a coincidir temporalmente con los movimientos artísticos llamados Vanguardias que se desarrollaron en Europa desde 1909 y que rompen tanto con la temática como con las técnicas expresivas del romanticismo y realismo y sus sucesoras, las estéticas postrománticas. Los vanguardistas se sienten atraídos por los adelantos tecnológicos y sus posibilidades, dando lugar a la corriente del futurismo, otros exploran la realidad llevándola a su descomposición, como los cubistas; otros sustituyen la realidad por el mundo onírico, como los surrealistas… Esta coincidencia temporal, y las características del movimiento vanguardista, hizo que los integrantes del grupo novecentista, vean en ellos la apuesta por un arte producto de un acto lúdico y libre, fruto de la capacidad intelectual y expresiva del artista, que tanto les atrae.23
Los rasgos fundamentales de este movimiento literario son dos: la expresión de lo subjetivo, por lo que se caracterizan por el uso de la metáfora; y la precisión conceptual, que pone de manifiesto la sólida formación intelectual de los integrantes de este grupo. Dados sus rasgos fundamentales, no puede extrañar que los géneros literarios más representativos de estos literatos sean la lírica y el ensayo, que se divulga fundamentalmente a través de periódicos y revistas especializadas (un ejemplo lo constituye la revista sevillana Grecia —fundada por Isaac del Vando-Villar y Adriano del Valle, que funcionó entre 1918-1920—, que en 1919 recibe las colaboraciones de los poetas ultraístas.3). A pesar de ello hay algún que otro representante de la novela dentro del novecentismo, que opta por el subjetivismo y la renovación iniciada por la Generación del 98, manipulando las situaciones para poder expresar su opinión sobre los más diversos temas.2
Historia
En esta situación de continua renovación y cambios sociales y políticos, empiezan a aparecer jóvenes escritores, poetas en su mayoría, con características propias difíciles de encuadrar en los grupos existentes, pero se van uniendo en algunos lugares clave: entran en contacto con la tradición literaria española a través del Centro de Estudios Históricos y con las vanguardias artísticas y culturales a través de las actividades de la Residencia de estudiantes.31
Así mismo asisten a las redacciones de algunas publicaciones comunes como la Revista de Occidente dirigida por José Ortega y Gasset o La Gaceta Literaria (dirigida por Ernesto Giménez Caballero), pero también en otras más como: Litoral (Málaga, 1926, impresa por Manuel Altolaguirre y Emilio Prados); Verso y Prosa (que viene del Suplemento Literario del diario murciano La Verdad -1923 a 1925-, que mantenían el redactor José Ballester Nicolás y Juan Guerrero Ruiz. Murcia, 1927, dirigida por Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén); Mediodía (Sevilla); Meseta (de Valladolid); Cruz y Raya (dirigida por José Bergamín, Madrid, 1933); Carmen (creada por Gerardo Diego en Santander en el año 1927, que tenía un suplemento festivo llamado Lola); Octubre (revista dirigida por Rafael Alberti) y Caballo Verde para la poesía (Madrid, 1935. Dirigida por Pablo Neruda).14
Pese a todo, este grupo se caracteriza porque cada uno de sus miembros posee una personalidad tan acusada que es capaz de transformar las influencias o lecciones de cualquier modelo en propia sustancia personalizada totalmente diferente a la de los demás integrantes del mismo. Por ello no se puede hablar ni de comunidad de estilo ni de escuela entre ellos. Por eso hay muchos autores que prefieren referirse a ellos como "grupo del 27".3
Los componentes del grupo
Dentro de este grupo de literatos podemos destacar a los siguientes poetas: Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, Juan José Domenchina y Emilio Prados; este grupo es tan cerrado y estrecho que el crítico José-Carlos Mainer se burló adjetivándolos como "generación SL" (sociedad limitada) para insistir precisamente en la inmovilidad canónica de este grupo de poetas.5 Por eso se ha ampliado sin cesar y hay autores que también incluyen a Miguel Hernández en la lista, como un epígono más bien perteneciente a la Primera generación de posguerra2 o se agrupó con ellos a miembros de otras generaciones con los que tenían afinidad, como diversos novelistas, ensayistas y dramaturgos (Max Aub, Fernando Villalón, José Moreno Villa o León Felipe).
Al grupo literario anterior, que sucedió a los modernistas y a la Generación del 98, se le caracterizaba por su clara orientación europeísta y su concepción del arte como un área separada de lo social y lo político; se lo denominó novecentismo o Generación del 14. Y todos esos grupos anteriores vinieron a coincidir temporalmente con los movimientos artísticos llamados Vanguardias que se desarrollaron en Europa desde 1909 y que rompen tanto con la temática como con las técnicas expresivas del romanticismo y realismo y sus sucesoras, las estéticas postrománticas. Los vanguardistas se sienten atraídos por los adelantos tecnológicos y sus posibilidades, dando lugar a la corriente del futurismo, otros exploran la realidad llevándola a su descomposición, como los cubistas; otros sustituyen la realidad por el mundo onírico, como los surrealistas… Esta coincidencia temporal, y las características del movimiento vanguardista, hizo que los integrantes del grupo novecentista, vean en ellos la apuesta por un arte producto de un acto lúdico y libre, fruto de la capacidad intelectual y expresiva del artista, que tanto les atrae.23
Los rasgos fundamentales de este movimiento literario son dos: la expresión de lo subjetivo, por lo que se caracterizan por el uso de la metáfora; y la precisión conceptual, que pone de manifiesto la sólida formación intelectual de los integrantes de este grupo. Dados sus rasgos fundamentales, no puede extrañar que los géneros literarios más representativos de estos literatos sean la lírica y el ensayo, que se divulga fundamentalmente a través de periódicos y revistas especializadas (un ejemplo lo constituye la revista sevillana Grecia —fundada por Isaac del Vando-Villar y Adriano del Valle, que funcionó entre 1918-1920—, que en 1919 recibe las colaboraciones de los poetas ultraístas.3). A pesar de ello hay algún que otro representante de la novela dentro del novecentismo, que opta por el subjetivismo y la renovación iniciada por la Generación del 98, manipulando las situaciones para poder expresar su opinión sobre los más diversos temas.2
Historia
En esta situación de continua renovación y cambios sociales y políticos, empiezan a aparecer jóvenes escritores, poetas en su mayoría, con características propias difíciles de encuadrar en los grupos existentes, pero se van uniendo en algunos lugares clave: entran en contacto con la tradición literaria española a través del Centro de Estudios Históricos y con las vanguardias artísticas y culturales a través de las actividades de la Residencia de estudiantes.31
Así mismo asisten a las redacciones de algunas publicaciones comunes como la Revista de Occidente dirigida por José Ortega y Gasset o La Gaceta Literaria (dirigida por Ernesto Giménez Caballero), pero también en otras más como: Litoral (Málaga, 1926, impresa por Manuel Altolaguirre y Emilio Prados); Verso y Prosa (que viene del Suplemento Literario del diario murciano La Verdad -1923 a 1925-, que mantenían el redactor José Ballester Nicolás y Juan Guerrero Ruiz. Murcia, 1927, dirigida por Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén); Mediodía (Sevilla); Meseta (de Valladolid); Cruz y Raya (dirigida por José Bergamín, Madrid, 1933); Carmen (creada por Gerardo Diego en Santander en el año 1927, que tenía un suplemento festivo llamado Lola); Octubre (revista dirigida por Rafael Alberti) y Caballo Verde para la poesía (Madrid, 1935. Dirigida por Pablo Neruda).14
Pese a todo, este grupo se caracteriza porque cada uno de sus miembros posee una personalidad tan acusada que es capaz de transformar las influencias o lecciones de cualquier modelo en propia sustancia personalizada totalmente diferente a la de los demás integrantes del mismo. Por ello no se puede hablar ni de comunidad de estilo ni de escuela entre ellos. Por eso hay muchos autores que prefieren referirse a ellos como "grupo del 27".3
Los componentes del grupo
Dentro de este grupo de literatos podemos destacar a los siguientes poetas: Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, Juan José Domenchina y Emilio Prados; este grupo es tan cerrado y estrecho que el crítico José-Carlos Mainer se burló adjetivándolos como "generación SL" (sociedad limitada) para insistir precisamente en la inmovilidad canónica de este grupo de poetas.5 Por eso se ha ampliado sin cesar y hay autores que también incluyen a Miguel Hernández en la lista, como un epígono más bien perteneciente a la Primera generación de posguerra2 o se agrupó con ellos a miembros de otras generaciones con los que tenían afinidad, como diversos novelistas, ensayistas y dramaturgos (Max Aub, Fernando Villalón, José Moreno Villa o León Felipe).