La inteligencia o entendimiento es un don del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas. Juan Pablo II señala que la fe es adhesión a Dios en el claroscuro del misterio; sin embargo es también búsqueda con el deseo de conocer más y mejor la verdad revelada. Es este impulso interior el que nos viene del Espíritu que, juntamente con la verdad concede este don especial de inteligencia y casi de intuición de la verdad divina.
La palabra "inteligencia" deriva del latín intus legere, que significa "leer dentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de capacidad penetrante que le abre el corazón a la percepción del designio de Dios. Se renueva entonces la experiencia de los discípulos de Emaús, los cuales, tras haber reconocido al Resucitado en la fracción del pan, se decían uno a otro: "¿No ardía nuestro corazón mientras hablaba con nosotros en el camino, explicándonos las Escrituras?" (Lc 24, 32).
La luz del Espíritu, al mismo tiempo que agudiza la inteligencia de las cosas divinas, hace también mas límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. Se descubre así la dimensión no puramente terrena de los acontecimientos, de los que está tejida la historia humana. Y se puede descifrar proféticamente el tiempo presente y el futuro, signos de los tiempos, signos de Dios.
En el Cenáculo se produce esa imploración del don de inteligencia, para comprender el plan divino en la naciente Iglesia. María, la Virgen de la Escucha, supo escrutar sin cansarse el sentido profundo de los misterios realizados en Ella por el Todopoderoso (cfr Lc 2, 19 y 51). La contemplación de las maravillas de Dios, como lo hizo la madre de los creyentes, será también en nosotros fuente de alegría inagotable: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador" (Lc 1, 46 s).
Respuesta:
La inteligencia o entendimiento es un don del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas. Juan Pablo II señala que la fe es adhesión a Dios en el claroscuro del misterio; sin embargo es también búsqueda con el deseo de conocer más y mejor la verdad revelada. Es este impulso interior el que nos viene del Espíritu que, juntamente con la verdad concede este don especial de inteligencia y casi de intuición de la verdad divina.
La palabra "inteligencia" deriva del latín intus legere, que significa "leer dentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de capacidad penetrante que le abre el corazón a la percepción del designio de Dios. Se renueva entonces la experiencia de los discípulos de Emaús, los cuales, tras haber reconocido al Resucitado en la fracción del pan, se decían uno a otro: "¿No ardía nuestro corazón mientras hablaba con nosotros en el camino, explicándonos las Escrituras?" (Lc 24, 32).
La luz del Espíritu, al mismo tiempo que agudiza la inteligencia de las cosas divinas, hace también mas límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. Se descubre así la dimensión no puramente terrena de los acontecimientos, de los que está tejida la historia humana. Y se puede descifrar proféticamente el tiempo presente y el futuro, signos de los tiempos, signos de Dios.
En el Cenáculo se produce esa imploración del don de inteligencia, para comprender el plan divino en la naciente Iglesia. María, la Virgen de la Escucha, supo escrutar sin cansarse el sentido profundo de los misterios realizados en Ella por el Todopoderoso (cfr Lc 2, 19 y 51). La contemplación de las maravillas de Dios, como lo hizo la madre de los creyentes, será también en nosotros fuente de alegría inagotable: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador" (Lc 1, 46 s).
Explicación:
CORONA POR FA PLIS :)