l hogar es el lugar donde están aquellos a quienes amamos.
La corta vida de Ana no ha sido fácil. Sus padres murieron cuando era pequeña, y desde entonces ha tenido que vivir con sus dos rígidas y desagradables tías. Como si esto fuera poco, cuando está a punto de cumplir trece años se entera de algo que cambiara el rumbo de su vida.
Un particular viaje será lo que impulse a Ana a desentrañar las mentiras en torno a su origen, a encontrar su verdadera identidad y aprenderá que la familia no solo se compone de lazos sanguíneos.
Citas del libro: «Habían transcurrido muchos años, pero aún podía ver la silueta en el corredor frente a ella, la voz que sonaba deforme y lejana diciéndole:"Tus papás han tenido un accidente"».
«Había leído una vez que existía una especie de cigarra que dormía trece años bajo la superficie de la tierra y luego salía y cantaba. No puedo menos que sentir compasión por ella. Tanto tiempo esperando bajo la tierra para cantar y ahora la sorprendía una tormenta. Con la punta de los dedos tocó sus alas, semejantes a dos redes perfectamente tejidas, pero la cigarra no se movió. Estaba muerta y a Ana le pareció que era la expresión misma del desamparo. Mantenerse aferada al tallo en medio de aquella orfandad era lo más extraordinario».
l hogar es el lugar donde están aquellos a quienes amamos.
La corta vida de Ana no ha sido fácil. Sus padres murieron cuando era pequeña, y desde entonces ha tenido que vivir con sus dos rígidas y desagradables tías. Como si esto fuera poco, cuando está a punto de cumplir trece años se entera de algo que cambiara el rumbo de su vida.
Un particular viaje será lo que impulse a Ana a desentrañar las mentiras en torno a su origen, a encontrar su verdadera identidad y aprenderá que la familia no solo se compone de lazos sanguíneos.
Citas del libro:
«Habían transcurrido muchos años, pero aún podía ver la silueta en el corredor frente a ella, la voz que sonaba deforme y lejana diciéndole:"Tus papás han tenido un accidente"».
«Había leído una vez que existía una especie de cigarra que dormía trece años bajo la superficie de la tierra y luego salía y cantaba. No puedo menos que sentir compasión por ella. Tanto tiempo esperando bajo la tierra para cantar y ahora la sorprendía una tormenta. Con la punta de los dedos tocó sus alas, semejantes a dos redes perfectamente tejidas, pero la cigarra no se movió. Estaba muerta y a Ana le pareció que era la expresión misma del desamparo. Mantenerse aferada al tallo en medio de aquella orfandad era lo más extraordinario».
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