joaquin78
Había una vez una semilla. Era un grano de maíz que se vivía apretado y limitado, pues sus hermanos granos le apretaban y le limitaban. Habían crecido juntos. Habían llegado juntos a este tiempo. Las hojas de la planta les cuidaban y protegían. Se vivía bien ahí, creciendo y recibiendo el calor del sol... las gotas de la lluvia... Sin embargo, nuestra amiga semilla no era feliz. Estaba DEMASIADO apretada. Cada mañana, comenzaba pensando: "Oh, si tan sólo estuviera un poquito más sola... si no fuésemos tantos, o, por lo menos, no estuviésemos TAN juntos... Así, anhelaba una soledad que no conocía. Su vida transcurría en sufrimientos. Un buen día, su mundo cambió. Alguien la separó de sus hermanos... Justo cuando iba a cantar victoria, por sentirse tan libre, fue enclaustrada en la tierra... negra y oscura, húmeda y salobre... La cobijó la tierra con sus manos... La semilla murió. Murió sola, como siempre lo quiso. Y murió lamentándose, por no haber disfrutado, ni siquiera un momento, de su vida en el sol y con la lluvia... Claro. No vamos a perder la costumbre tan nuestra de los finales felices, así que le pondremos que Dios, en su infinita misericordia, y contemplando el arrepentimiento de la semillita de maíz, y su añoranza por su vida perdida en el lamento, se apiadó de ella, y la resucitó, convertida en una hermosa y grande planta de maíz, que dio muchos frutos el verano siguiente. Y fin.
Sin embargo, nuestra amiga semilla no era feliz. Estaba DEMASIADO apretada.
Cada mañana, comenzaba pensando: "Oh, si tan sólo estuviera un poquito más sola... si no fuésemos tantos, o, por lo menos, no estuviésemos TAN juntos...
Así, anhelaba una soledad que no conocía.
Su vida transcurría en sufrimientos.
Un buen día, su mundo cambió. Alguien la separó de sus hermanos... Justo cuando iba a cantar victoria, por sentirse tan libre, fue enclaustrada en la tierra... negra y oscura, húmeda y salobre...
La cobijó la tierra con sus manos...
La semilla murió. Murió sola, como siempre lo quiso.
Y murió lamentándose, por no haber disfrutado, ni siquiera un momento, de su vida en el sol y con la lluvia...
Claro. No vamos a perder la costumbre tan nuestra de los finales felices, así que le pondremos que Dios, en su infinita misericordia, y contemplando el arrepentimiento de la semillita de maíz, y su añoranza por su vida perdida en el lamento, se apiadó de ella, y la resucitó, convertida en una hermosa y grande planta de maíz, que dio muchos frutos el verano siguiente.
Y fin.
ESPERO QUE TE SIRVA!