Por: Jorge Ita GómezLeyendo El Informal de Rolando Sifuentes, que inicialmente fue un cuento convertido ahora en novela, como Mario Vargas Llosa “descubrí que las novelas se escribían principalmente con obsesiones y no con convicciones, que la contribución de lo irracional era, por lo menos, tan importante como la de lo racional en la hechura de una ficción” (Historia secreta de una novela).
Y que esta lógicamente requiere para que la historia narrada no caiga en saco roto o se precipite por sí sola como una flor marchita al abismo, cuando no de una férrea trama, sí de una sólida estructura (XXIII capítulos) que vaya acorde a la caracterización de la complejidad de sus personajes, técnica que los norteamericanos conocen muy bien como character driven story.
El clima siempre convulsionado y la tensión propias del relato desarrollado en sus novelas de tesis o de denuncia social por los cultores del realismo literario se dan también aquí y reflejan o retratan los avatares y peripecias de la azarosa y agitada vida del personaje principal, Gonzalo: su rabia infinita e impotencia ante los actos de injusticia e “insuficiencias de la vida”.
Ambientada en la Lima de los 90 y agudizada por la crisis política, económica y social generada por la dictadura, drama cotidiano nuestro de despidos masivos, corrupción y frustración, que sacudía aquel entonces y que parece vivirse aún en el país, envuelven con crudeza las páginas de esta novela urbana de tono sublevante, que enrostra un lado oscuro de nuestra historia.
Como el mítico personaje Jean Valjean (con el cuerpo inerte de Marius a cuestas) en uno de los episodios de la celebrada novela de Victor Hugo, Gonzalo, a viva cuenta de saber que actuó mal por desamor al abandonar a sus hijos a su suerte, rendido por el peso de su conciencia, retorna a Lima para brindar ayuda a sus amigos caídos en desgracia y alcanzar finalmente sublime redención.
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Por: Jorge Ita GómezLeyendo El Informal de Rolando Sifuentes, que inicialmente fue un cuento convertido ahora en novela, como Mario Vargas Llosa “descubrí que las novelas se escribían principalmente con obsesiones y no con convicciones, que la contribución de lo irracional era, por lo menos, tan importante como la de lo racional en la hechura de una ficción” (Historia secreta de una novela).
Y que esta lógicamente requiere para que la historia narrada no caiga en saco roto o se precipite por sí sola como una flor marchita al abismo, cuando no de una férrea trama, sí de una sólida estructura (XXIII capítulos) que vaya acorde a la caracterización de la complejidad de sus personajes, técnica que los norteamericanos conocen muy bien como character driven story.
El clima siempre convulsionado y la tensión propias del relato desarrollado en sus novelas de tesis o de denuncia social por los cultores del realismo literario se dan también aquí y reflejan o retratan los avatares y peripecias de la azarosa y agitada vida del personaje principal, Gonzalo: su rabia infinita e impotencia ante los actos de injusticia e “insuficiencias de la vida”.
Ambientada en la Lima de los 90 y agudizada por la crisis política, económica y social generada por la dictadura, drama cotidiano nuestro de despidos masivos, corrupción y frustración, que sacudía aquel entonces y que parece vivirse aún en el país, envuelven con crudeza las páginas de esta novela urbana de tono sublevante, que enrostra un lado oscuro de nuestra historia.
Como el mítico personaje Jean Valjean (con el cuerpo inerte de Marius a cuestas) en uno de los episodios de la celebrada novela de Victor Hugo, Gonzalo, a viva cuenta de saber que actuó mal por desamor al abandonar a sus hijos a su suerte, rendido por el peso de su conciencia, retorna a Lima para brindar ayuda a sus amigos caídos en desgracia y alcanzar finalmente sublime redención.
Explicación: Espero te sirva :D