En 1821 el nuevo Estado mexicano heredaba vastísimas fronteras por el Norte, cuya defensa descansaba en una infraestructura institucional y económica que, tras 10 años de guerra, ya no existía.
Si a finales del siglo XVII, con una Nueva España de riqueza pujante, don Diego de Vargas debía poner dinero propio para mantener las misiones y presidios necesarios a la reconquista de Nuevo México, Si el virrey (creo que era entonces el marqués de Valero) debía poner dinero suyo para reducir a los rebeldes del Gran Nayar, si las misiones jesuitas de la California se sostenían con donativos... pues con la ex-Hacienda Real quebrada, con las fortunas privadas igualmente consumidas, no había ya dinero para mantener las fronteras.
En 1821 el nuevo Estado mexicano heredaba vastísimas fronteras por el Norte, cuya defensa descansaba en una infraestructura institucional y económica que, tras 10 años de guerra, ya no existía.
Si a finales del siglo XVII, con una Nueva España de riqueza pujante, don Diego de Vargas debía poner dinero propio para mantener las misiones y presidios necesarios a la reconquista de Nuevo México, Si el virrey (creo que era entonces el marqués de Valero) debía poner dinero suyo para reducir a los rebeldes del Gran Nayar, si las misiones jesuitas de la California se sostenían con donativos... pues con la ex-Hacienda Real quebrada, con las fortunas privadas igualmente consumidas, no había ya dinero para mantener las fronteras.