felipeneoz23eran eventos esperados por toda la poblacion, tambien eran permitidos y vigilados por el poder politico. reyes señores feudales, abadias y prelados impulsaban, autorizaban, protegian y recaudaban impuestos en las ferias.
Las ferias tienen un añejo origen mercantil. En la baja Edad Media se reunían los mercaderes en determinado lugar ubicado en zonas limítrofes con varios pueblos, donde exponían sus mercancías, realizaban trueques y festivales populares para atraer al público que se congregaba en esa diversión que acostumbraba a celebrarse una vez al año o una vez a la semana con excepción de los sábados y domingos como días de guardar.
En el siglo IX fueron famosas las ferias de Cambrai y Compiegne, provincias francesas de alegre y honesto modo de vida. En el siglo X brillaron con luces propias las ferias de Troyes y Lagny-Sur-Magne, ciudades que en el siglo XII se convirtieron en brillantes escenarios de actores y comerciantes compitiendo con las ya famosas ferias de la Champagne.
Las ferias anuales no sólo se celebraban al norte de los Alpes, sino que también tenían lugar de privilegio en Pavía y Bobbio, así como en Mantua.
Mercaderes de Italia, de España y de Inglaterra se daban cita para sus transacciones y trueques en esos lugares en los que el reencuentro amistoso entre visitantes y expositores se celebraba con sonrisas, abrazos y escanciando vino del mejor espíritu virtuoso.
Si el mercado marítimo encuentra en los puertos de Italia y de España temas suficientes para redactar a finales del siglo XIII la compilación de leyes titulada Consulada del Mar, en los grandes centros comerciales terrestres también se esboza una legislación comercial fundamentalmente en Italia donde un tribunal mercantil, la Mercanzia, conquista poco a poco carta de ciudadanía. Florencia, la inmortal Florencia reconoce en 1037 a la Mercanzia como tribunal político. En París a partir del siglo XIII funciona como tribunal comercial el Parloir aux Bourgeois y su primer magistrado denominado el Preboste de los Mercaderes llega a convertirse en una especie de alcalde de la ciudad.
Las ferias tienen un añejo origen mercantil. En la baja Edad Media se reunían los mercaderes en determinado lugar ubicado en zonas limítrofes con varios pueblos, donde exponían sus mercancías, realizaban trueques y festivales populares para atraer al público que se congregaba en esa diversión que acostumbraba a celebrarse una vez al año o una vez a la semana con excepción de los sábados y domingos como días de guardar.
En el siglo IX fueron famosas las ferias de Cambrai y Compiegne, provincias francesas de alegre y honesto modo de vida. En el siglo X brillaron con luces propias las ferias de Troyes y Lagny-Sur-Magne, ciudades que en el siglo XII se convirtieron en brillantes escenarios de actores y comerciantes compitiendo con las ya famosas ferias de la Champagne.
Las ferias anuales no sólo se celebraban al norte de los Alpes, sino que también tenían lugar de privilegio en Pavía y Bobbio, así como en Mantua.
Mercaderes de Italia, de España y de Inglaterra se daban cita para sus transacciones y trueques en esos lugares en los que el reencuentro amistoso entre visitantes y expositores se celebraba con sonrisas, abrazos y escanciando vino del mejor espíritu virtuoso.
Si el mercado marítimo encuentra en los puertos de Italia y de España temas suficientes para redactar a finales del siglo XIII la compilación de leyes titulada Consulada del Mar, en los grandes centros comerciales terrestres también se esboza una legislación comercial fundamentalmente en Italia donde un tribunal mercantil, la Mercanzia, conquista poco a poco carta de ciudadanía. Florencia, la inmortal Florencia reconoce en 1037 a la Mercanzia como tribunal político. En París a partir del siglo XIII funciona como tribunal comercial el Parloir aux Bourgeois y su primer magistrado denominado el Preboste de los Mercaderes llega a convertirse en una especie de alcalde de la ciudad.