Respuesta:
Se dedicó a las matemáticas, llegando a escribir varios libros sobre la materia, y vivió
en un universo de lógica, de números y
abstracciones, a la vez que impartía clases sobre
esa materia desde 1855 en uno de los colleges
más prestigiosos de la Universidad de Oxford, el
Christ Church, donde acababa de licenciarse en
aquella época. Su afición a los números fue tal, y
tan deudora de lo desconocido, de lo que está al
otro lado, que escribió sobre la posibilidad de la
cuadratura del círculo, las paradojas como la de
Aquiles y la tortuga o diversos juegos de cálculo
en los que un aficionado podría malgastar horas
sin ser consciente del paso del tiempo.
Carroll también traspasó el umbral del espejo en
su obsesión por la fotografía. Varios meses después de licenciarse, de comenzar sus clases en
la universidad y de conseguir un empleo en la
biblioteca del Christ Church, lleno de actividades
de diversa índole y enfrascado en varios trabajos,
escribía a su tío Skeffington, el 22 de enero de
1856, "que me consiga una cámara fotográfica,
pues necesito otra ocupación aparte de la lectura
y la escritura" (Cohen 1998: 90). Leía compulsivamente desde muy pequeño, cuando frecuentaba
la biblioteca familiar y era impulsado por su padre, que lo educaba estrictamente, a estimular
el intelecto, la erudición, el orden y la disciplina.
Poco más tarde, cuando ingresó en la Richmond
School como alumno interno, el autoritarismo de
su padre fue trocado por el de los miembros de
aquella comunidad educativa, sobre todo el del
director del colegio, en cuya casa vivía, junto con
sus seis hijos y otros muchos alumnos. Allí volvió
a toparse con un mundo de libros y bibliotecas,
que frecuentó a diario, dando muestras enseguida de un genio y una procacidad intelectual fuera
de lo común, que fue puesta de manifiesto por
el director al padre del futuro escritor y bibliotecario. De hecho, su interés por lo desconocido,
por el mundo de la fantasía, la curiosidad absoluta y el deseo de conocer y reproducir artísticamente lo conocido o deseado, se manifestó
desde muy pequeño en el seno familiar y en el
de la escuela. Ya en casa de sus padres se erigió
en instructor de sus hermanos. Con la ayuda de
un carpintero construyó un teatro de títeres,
compuso obras teatrales y ofreció funciones
constantes a su familia, manipulando las marionetas con particular destreza. A la vez, escribía
poemas y relatos cortos, y construía disfraces
que utilizaba para las sesiones de magia cuyos
trucos eran inventados por él mismo.
Cuando, en 1856, ya licenciado, se quedó prendado del arte de la fotografía, gran parte de sus
esfuerzos fueron dirigidos a conseguir tanta
destreza en ese campo como la que tuvo desde niño en el estímulo de la fantasía, y la que
consiguió en su adolescencia con respecto a las
matemáticas. Por eso, su trabajo en la biblioteca era solo una faceta más de las muchas que
llenaban, de un modo casi milagroso, días que
parecían de 48 horas al menos. De hecho, la biblioteca se convirtió desde aquel momento en
un lugar "social", en el que quedaba con alumnos para resolver enigmas matemáticos, ensayaba fotografías que más tarde iba a realizar,
preparaba clases de diversa índole, leía y escribía durante horas los temas que luego iban a
ser expuestos en sus numerosísimas conferencias, aquellas que lo hicieron famoso en toda la
zona, y organizaba tertulias con los temas que
le apasionaban. Más que un trabajo, su actividad en la biblioteca se fue convirtiendo poco
Explicación:
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
Se dedicó a las matemáticas, llegando a escribir varios libros sobre la materia, y vivió
en un universo de lógica, de números y
abstracciones, a la vez que impartía clases sobre
esa materia desde 1855 en uno de los colleges
más prestigiosos de la Universidad de Oxford, el
Christ Church, donde acababa de licenciarse en
aquella época. Su afición a los números fue tal, y
tan deudora de lo desconocido, de lo que está al
otro lado, que escribió sobre la posibilidad de la
cuadratura del círculo, las paradojas como la de
Aquiles y la tortuga o diversos juegos de cálculo
en los que un aficionado podría malgastar horas
sin ser consciente del paso del tiempo.
Carroll también traspasó el umbral del espejo en
su obsesión por la fotografía. Varios meses después de licenciarse, de comenzar sus clases en
la universidad y de conseguir un empleo en la
biblioteca del Christ Church, lleno de actividades
de diversa índole y enfrascado en varios trabajos,
escribía a su tío Skeffington, el 22 de enero de
1856, "que me consiga una cámara fotográfica,
pues necesito otra ocupación aparte de la lectura
y la escritura" (Cohen 1998: 90). Leía compulsivamente desde muy pequeño, cuando frecuentaba
la biblioteca familiar y era impulsado por su padre, que lo educaba estrictamente, a estimular
el intelecto, la erudición, el orden y la disciplina.
Poco más tarde, cuando ingresó en la Richmond
School como alumno interno, el autoritarismo de
su padre fue trocado por el de los miembros de
aquella comunidad educativa, sobre todo el del
director del colegio, en cuya casa vivía, junto con
sus seis hijos y otros muchos alumnos. Allí volvió
a toparse con un mundo de libros y bibliotecas,
que frecuentó a diario, dando muestras enseguida de un genio y una procacidad intelectual fuera
de lo común, que fue puesta de manifiesto por
el director al padre del futuro escritor y bibliotecario. De hecho, su interés por lo desconocido,
por el mundo de la fantasía, la curiosidad absoluta y el deseo de conocer y reproducir artísticamente lo conocido o deseado, se manifestó
desde muy pequeño en el seno familiar y en el
de la escuela. Ya en casa de sus padres se erigió
en instructor de sus hermanos. Con la ayuda de
un carpintero construyó un teatro de títeres,
compuso obras teatrales y ofreció funciones
constantes a su familia, manipulando las marionetas con particular destreza. A la vez, escribía
poemas y relatos cortos, y construía disfraces
que utilizaba para las sesiones de magia cuyos
trucos eran inventados por él mismo.
Cuando, en 1856, ya licenciado, se quedó prendado del arte de la fotografía, gran parte de sus
esfuerzos fueron dirigidos a conseguir tanta
destreza en ese campo como la que tuvo desde niño en el estímulo de la fantasía, y la que
consiguió en su adolescencia con respecto a las
matemáticas. Por eso, su trabajo en la biblioteca era solo una faceta más de las muchas que
llenaban, de un modo casi milagroso, días que
parecían de 48 horas al menos. De hecho, la biblioteca se convirtió desde aquel momento en
un lugar "social", en el que quedaba con alumnos para resolver enigmas matemáticos, ensayaba fotografías que más tarde iba a realizar,
preparaba clases de diversa índole, leía y escribía durante horas los temas que luego iban a
ser expuestos en sus numerosísimas conferencias, aquellas que lo hicieron famoso en toda la
zona, y organizaba tertulias con los temas que
le apasionaban. Más que un trabajo, su actividad en la biblioteca se fue convirtiendo poco
Explicación: