Para iniciar con el tema, lee el siguiente texto retomado del libro «Visión de los vencidos», de Miguel León Portilla, que narra cuál fue la postura de Moctezuma II ante le llegada de los españoles.
Primeras noticias de la llegada de los españoles
De acuerdo con el testimonio de Alvarado Tezozómoc en su «Crónica Mexicana», perturbado Motecuhzoma por los varios presagios […], hizo llamar a sabios y hechiceros con objeto de interrogarlos. Quería averiguar si había señales de próximas guerras, de desastres imprevistos o de cualquier otra forma de desgracia. Los nigrománticos en realidad no pudieron dar respuesta. Pero en cambio, por ese tiempo vino un macehual (hombre del pueblo) de Mictlancuauhtla, que nadie lo envió, ni principal ninguno, sino sólo de su autoridad. Luego que llegó a México, se fue derecho al palacio de Motecuhzoma y díjole: señor y rey nuestro, perdóname mi atrevimiento. Yo soy natural de Mictlancuauhtla; llegué a las orillas de la mar grande, y vide andar en medio de la mar una sierra o cerro grande, que andaba de una parte a otra y no llega a las orillas, y esto jamás lo hemos visto, y como guardadores que somos de las orillas de la mar, estamos al cuidado. Dijo Motecuhzoma: sea norabuena, descansad. Y este indio que vino con esta nueva no tenía orejas, que era desorejado, tampoco tenía dedos en los pies, que los tenía cortados. Díjole Motecuhzoma a Petlacálcatl, llevad a éste y ponedle en la cárcel del tablón, y mirad por él. Hizo llamar a un teuctlamacazqui (sacerdote) y díjole: id a Cuetlaxtlan, y decidle al que guarda el pueblo, que si es verdad que andan por la gran mar no se qué, ni lo que es que lo vayan a ver, y que qué es lo que guarda o encierra la mar del cielo, y esto sea con toda brevedad y presteza
Respuesta:
Para iniciar con el tema, lee el siguiente texto retomado del libro «Visión de los vencidos», de Miguel León Portilla, que narra cuál fue la postura de Moctezuma II ante le llegada de los españoles.
Primeras noticias de la llegada de los españoles
De acuerdo con el testimonio de Alvarado Tezozómoc en su «Crónica Mexicana», perturbado Motecuhzoma por los varios presagios […], hizo llamar a sabios y hechiceros con objeto de interrogarlos. Quería averiguar si había señales de próximas guerras, de desastres imprevistos o de cualquier otra forma de desgracia. Los nigrománticos en realidad no pudieron dar respuesta. Pero en cambio, por ese tiempo vino un macehual (hombre del pueblo) de Mictlancuauhtla, que nadie lo envió, ni principal ninguno, sino sólo de su autoridad. Luego que llegó a México, se fue derecho al palacio de Motecuhzoma y díjole: señor y rey nuestro, perdóname mi atrevimiento. Yo soy natural de Mictlancuauhtla; llegué a las orillas de la mar grande, y vide andar en medio de la mar una sierra o cerro grande, que andaba de una parte a otra y no llega a las orillas, y esto jamás lo hemos visto, y como guardadores que somos de las orillas de la mar, estamos al cuidado. Dijo Motecuhzoma: sea norabuena, descansad. Y este indio que vino con esta nueva no tenía orejas, que era desorejado, tampoco tenía dedos en los pies, que los tenía cortados. Díjole Motecuhzoma a Petlacálcatl, llevad a éste y ponedle en la cárcel del tablón, y mirad por él. Hizo llamar a un teuctlamacazqui (sacerdote) y díjole: id a Cuetlaxtlan, y decidle al que guarda el pueblo, que si es verdad que andan por la gran mar no se qué, ni lo que es que lo vayan a ver, y que qué es lo que guarda o encierra la mar del cielo, y esto sea con toda brevedad y presteza