Para Orloff, el deseo de venganza saca a relucir lo peor de uno mismo, nos pone a la altura de la persona que nos ha ofendido o hecho sufrir y nos llena de un insano rencor que, según han demostrado la mayoría de estudios psicológicos, genera estrés y nos hace más vulnerables a las reacciones negativas de los demás.
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Para Orloff, el deseo de venganza saca a relucir lo peor de uno mismo, nos pone a la altura de la persona que nos ha ofendido o hecho sufrir y nos llena de un insano rencor que, según han demostrado la mayoría de estudios psicológicos, genera estrés y nos hace más vulnerables a las reacciones negativas de los demás.