Respuesta:Mediante programas eficientes de instrucción, los japoneses conocen los planes de emergencia antes de la ocurrencia de los eventos. Una ley que determina la coordinación de actores y un libro blanco que orienta la aplicación eficiente de las políticas, el país nipón cuenta con una experiencia exitosa en la prevención, situación que es ampliamente valorada en nuestro país donde se desarrollará un simulacro conjunto.
Explicación:l manejo de desastres de Japón se ejecuta a través de un sistema que, además de tener instituciones fuertes y ser respaldado por una legislación clara, cuenta con una base cultural inspirada en la prevención. De esta manera, pese a existir organismos nacionales y locales, además de leyes e instructivos oficiales que movilizan a diversos actores, son los propios ciudadanos quienes se activan en beneficio de superar sus emergencias, en vez de ser solamente agentes pasivos. Más detalles de esta experiencia, en la siguiente nota.
Desastres gestionados desde antes de su ocurrencia
Explicado de una manera simple, el manejo de los desastres no solamente se refiere a la forma de respuesta gubernamental ante una emergencia determinada, o a actividades de asistencia humanitaria cuando un gran número de personas ha sido desplazada, sino a un programa permanente de prevención, donde las autoridades locales y regionales implementan de manera responsable y anticipada medidas de concientización con el fin de crear un ambiente de alerta sin límites de tiempo.
Para Laura Ballantyne-Brodie, experta australiana en manejo de desastres de la Universidad de Monash, una buena política para la gestión de emergencias debe centrarse en la prevención y donde todos los actores coincidan en una misma línea de acción. "En lugar de un solo documento o pieza legal -los desastres naturales tocan muchos aspectos de nuestras vidas- se trata de una buena cantidad de leyes que entren en juego entre sí y con muchas instituciones. Más aún, una buena ley de emergencias es mucho más que una forma forma eficaz de responder, son marcos de acción donde los desastres son vistos como un continuo en el que nos podemos preparar para responder y aprender constantemente de nuestras respuestas, con el objetivo de enfrentar cada desastre con la mayor experiencia posible", señaló.
Parte de esta política requiere de un ambiente de ciudadanos despiertos, en el que cada persona sea un agente activo en conocer los potenciales riesgos y superarlos, por ello son fundamentales los medios de comunicación. La imposibilidad de pronosticar eventos como terremotos o tsunamis, hace que la radio o la televisión –y ahora las redes sociales- jueguen un rol importante en la comunicación de los riesgos latentes y la existencia de lugares seguros.
Según Stephanie Kayden, académica de Harvard en medicina, en un artículo publicado el año 2013 sobre respuesta humanitaria y ética a los desastres naturales, existen tres mitos en el manejo de desastres que demuestran los errores que cometemos actualmente en el diseño de las políticas públicas, o a la hora de tomar decisiones sobre el tema.
Los tres mitos que influyen en las políticas de manejo de desastres
l primer mito consiste en que los desastres son un “asesino aleatorio”. Con esto, la médico explica que los desastres no matan al azar sino que afectan a personas socialmente vulnerables o en situación de precariedad. “No solo los pobres, sino también mujeres, niños, ancianos y personas enfermas son víctimas de los desastres, por lo tanto es necesario que los planes de manejo y alivio estén preparados para enfrentar esta situación.
Un segundo mito señalado por Kayden se refiere a que proveer refugio temporal es lo mejor para los sobrevivientes. “Para aquellas personas que perdieron sus hogares, la permanencia en campos no es algo correcto. Es importante estar con la familia o amigos de la comunidad, y resistir con ellos la mayor cantidad de tiempo posible. Un campamento sobrepoblado no puede funcionar de una manera normal”, explica.
El tercer mito es que las víctimas no pueden ayudar o ser empoderadas. “Se dice que los afectados están consumidos por la tristeza y están impedidos, por lo tanto no pueden ayudarse asimismo, ni asistir a otros. Pero estudios muestran que incluso en desastres de gran escala es posible recuperar a las personas sin la ayuda de la intervención estatal, pese a que se reconozcan en su condición de shock”, asevera en su artículo.
Para Kayden, estos mitos son reforzados por otras creencias falsas que comúnmente surgen en momentos de crisis, por lo tanto es necesario que todos los ciudadanos tengan con anticipación "un plan en la cabeza", algo que es posible de hacer si se toma en cuenta la experiencia en Japón, donde sus ciudadanos tienen conciencia de las consecuencias inmediatas de los desastres naturales. Por lo tanto su vida transcurre con la precaución de que en algún momento puede ocurrir un fenómeno, sin que eso afecte radicalmente sus formas de vida.
Respuesta:Mediante programas eficientes de instrucción, los japoneses conocen los planes de emergencia antes de la ocurrencia de los eventos. Una ley que determina la coordinación de actores y un libro blanco que orienta la aplicación eficiente de las políticas, el país nipón cuenta con una experiencia exitosa en la prevención, situación que es ampliamente valorada en nuestro país donde se desarrollará un simulacro conjunto.
Explicación:l manejo de desastres de Japón se ejecuta a través de un sistema que, además de tener instituciones fuertes y ser respaldado por una legislación clara, cuenta con una base cultural inspirada en la prevención. De esta manera, pese a existir organismos nacionales y locales, además de leyes e instructivos oficiales que movilizan a diversos actores, son los propios ciudadanos quienes se activan en beneficio de superar sus emergencias, en vez de ser solamente agentes pasivos. Más detalles de esta experiencia, en la siguiente nota.
Desastres gestionados desde antes de su ocurrencia
Explicado de una manera simple, el manejo de los desastres no solamente se refiere a la forma de respuesta gubernamental ante una emergencia determinada, o a actividades de asistencia humanitaria cuando un gran número de personas ha sido desplazada, sino a un programa permanente de prevención, donde las autoridades locales y regionales implementan de manera responsable y anticipada medidas de concientización con el fin de crear un ambiente de alerta sin límites de tiempo.
Para Laura Ballantyne-Brodie, experta australiana en manejo de desastres de la Universidad de Monash, una buena política para la gestión de emergencias debe centrarse en la prevención y donde todos los actores coincidan en una misma línea de acción. "En lugar de un solo documento o pieza legal -los desastres naturales tocan muchos aspectos de nuestras vidas- se trata de una buena cantidad de leyes que entren en juego entre sí y con muchas instituciones. Más aún, una buena ley de emergencias es mucho más que una forma forma eficaz de responder, son marcos de acción donde los desastres son vistos como un continuo en el que nos podemos preparar para responder y aprender constantemente de nuestras respuestas, con el objetivo de enfrentar cada desastre con la mayor experiencia posible", señaló.
Parte de esta política requiere de un ambiente de ciudadanos despiertos, en el que cada persona sea un agente activo en conocer los potenciales riesgos y superarlos, por ello son fundamentales los medios de comunicación. La imposibilidad de pronosticar eventos como terremotos o tsunamis, hace que la radio o la televisión –y ahora las redes sociales- jueguen un rol importante en la comunicación de los riesgos latentes y la existencia de lugares seguros.
Según Stephanie Kayden, académica de Harvard en medicina, en un artículo publicado el año 2013 sobre respuesta humanitaria y ética a los desastres naturales, existen tres mitos en el manejo de desastres que demuestran los errores que cometemos actualmente en el diseño de las políticas públicas, o a la hora de tomar decisiones sobre el tema.
Los tres mitos que influyen en las políticas de manejo de desastres l primer mito consiste en que los desastres son un “asesino aleatorio”. Con esto, la médico explica que los desastres no matan al azar sino que afectan a personas socialmente vulnerables o en situación de precariedad. “No solo los pobres, sino también mujeres, niños, ancianos y personas enfermas son víctimas de los desastres, por lo tanto es necesario que los planes de manejo y alivio estén preparados para enfrentar esta situación.
Un segundo mito señalado por Kayden se refiere a que proveer refugio temporal es lo mejor para los sobrevivientes. “Para aquellas personas que perdieron sus hogares, la permanencia en campos no es algo correcto. Es importante estar con la familia o amigos de la comunidad, y resistir con ellos la mayor cantidad de tiempo posible. Un campamento sobrepoblado no puede funcionar de una manera normal”, explica.
El tercer mito es que las víctimas no pueden ayudar o ser empoderadas. “Se dice que los afectados están consumidos por la tristeza y están impedidos, por lo tanto no pueden ayudarse asimismo, ni asistir a otros. Pero estudios muestran que incluso en desastres de gran escala es posible recuperar a las personas sin la ayuda de la intervención estatal, pese a que se reconozcan en su condición de shock”, asevera en su artículo.
Para Kayden, estos mitos son reforzados por otras creencias falsas que comúnmente surgen en momentos de crisis, por lo tanto es necesario que todos los ciudadanos tengan con anticipación "un plan en la cabeza", algo que es posible de hacer si se toma en cuenta la experiencia en Japón, donde sus ciudadanos tienen conciencia de las consecuencias inmediatas de los desastres naturales. Por lo tanto su vida transcurre con la precaución de que en algún momento puede ocurrir un fenómeno, sin que eso afecte radicalmente sus formas de vida.