Mostrando la evolución de las variables y de los grandes hechos económicos se argumenta en este artículo que, antes de poder responsabilizar de los problemas a una presunta vigencia de un modelo neoliberal en Colombia, que en realidad no se ha podido establecer, son algunas políticas económicas equivocada s y los fenómenos especulativos, internos o externos, lo que condujeron a la crisis económicaEl economista que en 1989 hubiera escrito sobre el futuro de la economía colombiana habría sido relativamente optimista. El país había logrado un crecimiento alto durante 4 décadas, cercano a 4,6% anual [con una estabilidad similar a la de los países de la OECD1] y durante la "década perdida" de los ochenta creció a una de las mayores tasas del hemisferio, similar a la de Chile, y cerca de 3 veces la de la región. La distribución del ingreso era concentrada, aún para los estándares de América Latina, pero había mejorado marcadamente desde mediados de los años 70.2
La inflación se encontraba 6 o 7 puntos arriba del 20% (promedio para las últimas 2 décadas), pero bajaría de nuevo a los niveles históricos sin un esfuerzo excesivo. De todas formas el país no había padecido las hiperinflaciones observadas en Bolivia, Brasil, Argentina y Perú durante los ochenta.
La "guerra" había existido por más de 30 años pero tendría que desaparecer en los noventa: la lucha guerrillera pertenecía al pasado, había sido erradicada en buena parte del hemisferio, y pronto terminaría en Centro América. Además, se hablaba, de una nueva Constitución tendiente a abrir espacios de discusión con la guerrilla, a reforzar la descentralización para ampliar la presencia del Estado en las regiones y contribuir así a la paz. Pocos analistas discutían seriamente el nefasto impacto de la droga, y los que lo hacían concluían que poco podía hacer Colombia mientras existiesen millones de demandantes ávidos por consumirla a cualquier precio.
Sería posible crecer aún más en el futuro, con políticas que permitiesen elevar la eficiencia, elíminar rentas y beneficiar en términos relativos el factor abundante en nuestros países, la mano de obra no calificada. Para ello bastaría con. s~guir las políticas sugeridas en el Consenso de Washington, que John Williamson resumiría magistralmente en los siguientes 10 puntos de la nueva agenda [Williamson, 1990].
i) Los grandes déficits fiscales diseñados para reactivar la economía son una "especie extinta"; todo déficit por encima de 1 % o 2% del PIB debería ser considerado síntoma de una política fracasada, a menos que el gasto vaya a infraestructura: u) El gasto debería ser reorientado desde subsidios hacia educación y salud; iii) La base impositiva debe ser ampha, y las tasas de Impuesto marginales bajas; iv) Las tasas de interés reales deben ser positivas para desestimular la fuga de capitales e incentivar el ahorro; v) La expansión hacia fuera y las exportaciones son convementes para el crecimiento, y deben estimularse con una tasa de cambio real "competitiva" y estable.
Continuaba Williamson con los 5 puntos finales de su agenda: vi) La peor forma de protección ocurre con para-aranceles y cuotas, y debe hacer una protección arancelana baja excepto para industrias nacientes; la liberación debe, proceder en forma relativamente paulatina; vii) La principal motivación para restringir la inversión extranjera es el nacionalismo económico que Washington no aprueba "cuando es practicado por paises diferentes a los Estados Unidos"; viii) Las privatizaciones son deseables cuando promueven la competencia y aún más útiles si ayudan a financiar al Estado; IX) La competencia puede promoverse mediante una regulación adecuada pero" en un conjunto de países de América Latina la marana de regulaciones es administrada por administradores mal pagados, y ello promueve inmensamente la corrupción"; x) Los derechos de propiedad son cruciales para el crecimiento.
Respuesta:
Mostrando la evolución de las variables y de los grandes hechos económicos se argumenta en este artículo que, antes de poder responsabilizar de los problemas a una presunta vigencia de un modelo neoliberal en Colombia, que en realidad no se ha podido establecer, son algunas políticas económicas equivocada s y los fenómenos especulativos, internos o externos, lo que condujeron a la crisis económicaEl economista que en 1989 hubiera escrito sobre el futuro de la economía colombiana habría sido relativamente optimista. El país había logrado un crecimiento alto durante 4 décadas, cercano a 4,6% anual [con una estabilidad similar a la de los países de la OECD1] y durante la "década perdida" de los ochenta creció a una de las mayores tasas del hemisferio, similar a la de Chile, y cerca de 3 veces la de la región. La distribución del ingreso era concentrada, aún para los estándares de América Latina, pero había mejorado marcadamente desde mediados de los años 70.2
La inflación se encontraba 6 o 7 puntos arriba del 20% (promedio para las últimas 2 décadas), pero bajaría de nuevo a los niveles históricos sin un esfuerzo excesivo. De todas formas el país no había padecido las hiperinflaciones observadas en Bolivia, Brasil, Argentina y Perú durante los ochenta.
La "guerra" había existido por más de 30 años pero tendría que desaparecer en los noventa: la lucha guerrillera pertenecía al pasado, había sido erradicada en buena parte del hemisferio, y pronto terminaría en Centro América. Además, se hablaba, de una nueva Constitución tendiente a abrir espacios de discusión con la guerrilla, a reforzar la descentralización para ampliar la presencia del Estado en las regiones y contribuir así a la paz. Pocos analistas discutían seriamente el nefasto impacto de la droga, y los que lo hacían concluían que poco podía hacer Colombia mientras existiesen millones de demandantes ávidos por consumirla a cualquier precio.
Sería posible crecer aún más en el futuro, con políticas que permitiesen elevar la eficiencia, elíminar rentas y beneficiar en términos relativos el factor abundante en nuestros países, la mano de obra no calificada. Para ello bastaría con. s~guir las políticas sugeridas en el Consenso de Washington, que John Williamson resumiría magistralmente en los siguientes 10 puntos de la nueva agenda [Williamson, 1990].
i) Los grandes déficits fiscales diseñados para reactivar la economía son una "especie extinta"; todo déficit por encima de 1 % o 2% del PIB debería ser considerado síntoma de una política fracasada, a menos que el gasto vaya a infraestructura: u) El gasto debería ser reorientado desde subsidios hacia educación y salud; iii) La base impositiva debe ser ampha, y las tasas de Impuesto marginales bajas; iv) Las tasas de interés reales deben ser positivas para desestimular la fuga de capitales e incentivar el ahorro; v) La expansión hacia fuera y las exportaciones son convementes para el crecimiento, y deben estimularse con una tasa de cambio real "competitiva" y estable.
Continuaba Williamson con los 5 puntos finales de su agenda: vi) La peor forma de protección ocurre con para-aranceles y cuotas, y debe hacer una protección arancelana baja excepto para industrias nacientes; la liberación debe, proceder en forma relativamente paulatina; vii) La principal motivación para restringir la inversión extranjera es el nacionalismo económico que Washington no aprueba "cuando es practicado por paises diferentes a los Estados Unidos"; viii) Las privatizaciones son deseables cuando promueven la competencia y aún más útiles si ayudan a financiar al Estado; IX) La competencia puede promoverse mediante una regulación adecuada pero" en un conjunto de países de América Latina la marana de regulaciones es administrada por administradores mal pagados, y ello promueve inmensamente la corrupción"; x) Los derechos de propiedad son cruciales para el crecimiento.
Explicación:
DAME CORONA X FA ME DEMORE MUCHO