Criollo es un americanismo que se empleó desde la época de la colonización de América aplicándolo a los nacidos en el continente americano, pero con un origen europeo. A diferencia del indígena, el criollo (del portugués crioulo, y éste decriar) era un habitante nacido en América de padres europeos (usualmente españoles), o descendiente solamente de ellos.
También se usa el término criollismo para designar al movimiento de los hijos de españoles nacidos en América -y que buscaban una identidad propia a través del pasado indígena- de símbolos propios y de la exaltación de todo lo relacionado con lo americano. Su identidad se fue fortaleciendo como consecuencia de las reformas borbónicas que los relegaron de los principales cargos políticos y eclesiásticos en Nueva España, situación determinante para el estallido del movimiento insurgente y la consumación de la independencia.
A mediados del Siglo XVIII los criollos de origen español controlaban buena parte del comercio y de la propiedad agraria, por lo que tenían un gran poder económico y una gran consideración social, pero estaban desplazados de los principales cargos políticos en favor de los nacidos en España.
En Nueva España, la ley prohibía el matrimonio entre un funcionario español peninsular en ejercicio y una criolla; es decir, mujer blanca nacida en América de descendiente de españoles. Esto no impedía que se efectuaran uniones de hecho entre mujeres criollas y funcionarios españoles.1
Criollo es un americanismo que se empleó desde la época de la colonización de América aplicándolo a los nacidos en el continente americano, pero con un origen europeo. A diferencia del indígena, el criollo (del portugués crioulo, y éste decriar) era un habitante nacido en América de padres europeos (usualmente españoles), o descendiente solamente de ellos.
También se usa el término criollismo para designar al movimiento de los hijos de españoles nacidos en América -y que buscaban una identidad propia a través del pasado indígena- de símbolos propios y de la exaltación de todo lo relacionado con lo americano. Su identidad se fue fortaleciendo como consecuencia de las reformas borbónicas que los relegaron de los principales cargos políticos y eclesiásticos en Nueva España, situación determinante para el estallido del movimiento insurgente y la consumación de la independencia.
A mediados del Siglo XVIII los criollos de origen español controlaban buena parte del comercio y de la propiedad agraria, por lo que tenían un gran poder económico y una gran consideración social, pero estaban desplazados de los principales cargos políticos en favor de los nacidos en España.
En Nueva España, la ley prohibía el matrimonio entre un funcionario español peninsular en ejercicio y una criolla; es decir, mujer blanca nacida en América de descendiente de españoles. Esto no impedía que se efectuaran uniones de hecho entre mujeres criollas y funcionarios españoles.1