Un profeta es una persona -a veces una comunidad- que habla de parte de Dios. Los profetas eran personas llamadas por Dios para ser sus portavoces ante el pueblo, sobre todo en tiempo de crisis.
¿Qué es un profeta y cuál es su misión?
Resultado de imagen para que eran los profetas
Estrictamente hablando, un profeta es alguien que sostiene haber tenido una experiencia personal de Dios recibiendo de él la misión de comunicar sus revelaciones y, como consecuencia de ello, habla en su nombre a los seres humanos.
¿Qué es ser un profeta de Dios?
Profeta es una persona que predice o interpreta hechos a través de la inspiración de alguna divinidad. En la religión cristiana, se enseña que Juan el Bautista el último profeta antes de la llegada de Jesús de Nazaret que es el mayor profeta, el mesías y el hijo de Dios.
¿Como Dios le habla a los profetas?
El profeta normalmente comunica su mensaje en forma pública, no privada. Dios le llama a ese ministerio de estar en medio del pueblo y hablarles; no esconde su mensaje ni lo dice en voz baja, sino que lo proclama en voz alta (Cf. Jr 1,10).
Explicación:
Un profeta es una persona -a veces una comunidad- que habla de parte de Dios. Los profetas eran personas llamadas por Dios para ser sus portavoces ante el pueblo, sobre todo en tiempo de crisis.
¿Qué es un profeta y cuál es su misión?
Resultado de imagen para que eran los profetas
Estrictamente hablando, un profeta es alguien que sostiene haber tenido una experiencia personal de Dios recibiendo de él la misión de comunicar sus revelaciones y, como consecuencia de ello, habla en su nombre a los seres humanos.
¿Qué es ser un profeta de Dios?
Profeta es una persona que predice o interpreta hechos a través de la inspiración de alguna divinidad. En la religión cristiana, se enseña que Juan el Bautista el último profeta antes de la llegada de Jesús de Nazaret que es el mayor profeta, el mesías y el hijo de Dios.
¿Como Dios le habla a los profetas?
El profeta normalmente comunica su mensaje en forma pública, no privada. Dios le llama a ese ministerio de estar en medio del pueblo y hablarles; no esconde su mensaje ni lo dice en voz baja, sino que lo proclama en voz alta (Cf. Jr 1,10).