A lo largo de la vida republicana, la Iglesia católica ha intervenido en la política nacional para apoyar o cuestionar los partidos según su orientación religiosa, e influir en decisiones que han afectado a la sociedad.
3/8/2019
Durante la república, la religión católica siguió marcando los tiempos. Las procesiones, como esta en Guaduas, aún hoy existen.
Durante la república, la religión católica siguió marcando los tiempos. Las procesiones, como esta en Guaduas, aún hoy existen. - Foto: AMÉRICA PINTORESCA: DESCRIPCIÓN DE VIAJES AL NUEVO CONTINENTE (1884
En Colombia, la Iglesia católica comenzó a participar en política desde los tiempos de la independencia, cuando sus miembros se dividieron entre quienes la apoyaban y los que la condenaban. De hecho, de los 53 firmantes del acta del 20 de julio de 1810, una tercera parte eran religiosos.
Durante la década de 1810, los curas pronunciaron sermones y escribieron documentos con contenido religioso en los que el tema central era la emancipación de España. Pero no fue gratuito que un sector de la Iglesia católica se pronunciara a favor del proceso independentista, sobre todo de quitarle el castigo divino. A cambio, buscaba que la religión católica recibiera un trato preferencial en el nuevo Estado. Es decir, continuar con la intolerancia religiosa impuesta desde la colonia. Al igual que en el régimen anterior, la república debía profesar una sola fe: la católica, apostólica y romana.
Pocos meses después del triunfo patriota en la batalla de Boyacá, Francisco de Paula Santander ordenó una campaña político-religiosa en la que le pidió al clero emplear el púlpito para justificar la emancipación. En Bogotá, el fraile franciscano Francisco Florido, al igual que otros, cumplió esa labor. En un sermón indicó que España era la responsable de alejar a América de los avances técnicos y de mantener encadenados a los criollos.
En la década de 1820, la mayoría de los religiosos apoyó la independencia y la república con la condición de que la Iglesia católica siguiera siendo la base fundamental de la sociedad. Por ejemplo, Salvador Ximénez, obispo español de Popayán y antiguo opositor de la independencia, cambió de opinión y se declaró defensor de la autonomía tras la derrota del imperio. En el sermón del 7 de agosto de 1822, para cele
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e.n.q.p.a.i.s.m.a.n.o.n.o.t.p.u.e.d.o.a.y.u.d.r.p.e.r.d.o.n.x.c
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Por: José David Cortés Guerrero (*)
A lo largo de la vida republicana, la Iglesia católica ha intervenido en la política nacional para apoyar o cuestionar los partidos según su orientación religiosa, e influir en decisiones que han afectado a la sociedad.
3/8/2019
Durante la república, la religión católica siguió marcando los tiempos. Las procesiones, como esta en Guaduas, aún hoy existen.
Durante la república, la religión católica siguió marcando los tiempos. Las procesiones, como esta en Guaduas, aún hoy existen. - Foto: AMÉRICA PINTORESCA: DESCRIPCIÓN DE VIAJES AL NUEVO CONTINENTE (1884
En Colombia, la Iglesia católica comenzó a participar en política desde los tiempos de la independencia, cuando sus miembros se dividieron entre quienes la apoyaban y los que la condenaban. De hecho, de los 53 firmantes del acta del 20 de julio de 1810, una tercera parte eran religiosos.
Durante la década de 1810, los curas pronunciaron sermones y escribieron documentos con contenido religioso en los que el tema central era la emancipación de España. Pero no fue gratuito que un sector de la Iglesia católica se pronunciara a favor del proceso independentista, sobre todo de quitarle el castigo divino. A cambio, buscaba que la religión católica recibiera un trato preferencial en el nuevo Estado. Es decir, continuar con la intolerancia religiosa impuesta desde la colonia. Al igual que en el régimen anterior, la república debía profesar una sola fe: la católica, apostólica y romana.
Pocos meses después del triunfo patriota en la batalla de Boyacá, Francisco de Paula Santander ordenó una campaña político-religiosa en la que le pidió al clero emplear el púlpito para justificar la emancipación. En Bogotá, el fraile franciscano Francisco Florido, al igual que otros, cumplió esa labor. En un sermón indicó que España era la responsable de alejar a América de los avances técnicos y de mantener encadenados a los criollos.
En la década de 1820, la mayoría de los religiosos apoyó la independencia y la república con la condición de que la Iglesia católica siguiera siendo la base fundamental de la sociedad. Por ejemplo, Salvador Ximénez, obispo español de Popayán y antiguo opositor de la independencia, cambió de opinión y se declaró defensor de la autonomía tras la derrota del imperio. En el sermón del 7 de agosto de 1822, para cele