Hace poco me preguntaron cómo me imaginaba el futuro de la literatura. Debía reflexionar sobre el tipo de prácticas o de escrituras que se generarán y cuáles son los valores actuales literarios que deberían reivindicarse. La pregunta me fue hecha para una publicación internacional, pero tenía un límite de pocas palabras que no me dejó satisfecha a la hora de plantear mi respuesta. Me quedé rumiando ideas alrededor del tema.
Aunque pensar en el futuro de la literatura me parece un ejercicio vano, estas preguntas tienen un significado particular por el momento que estamos viviendo a escala mundial. El torbellino de cambios provocados en nuestro quehacer a partir de internet, las redes sociales y las herramientas tecnológicas ocurre a una velocidad tal que no hemos terminado de digerir la aparición de algo nuevo, cuando tenemos encima lo siguiente. Hacer previsiones de cómo serán las cosas a futuro es arriesgado, aunque interesante.
Los cambios también se están dando a escala social e ideológica y sin duda están calando en nuestra forma de pensar. Las luchas feministas, el ambientalismo y el cambio climático, pero también el resurgimiento del neoliberalismo y el conservadurismo (en sus múltiples formas), están propiciando algunas variables sociales que todavía no terminan de cuajar.
Respuesta:
Hace poco me preguntaron cómo me imaginaba el futuro de la literatura. Debía reflexionar sobre el tipo de prácticas o de escrituras que se generarán y cuáles son los valores actuales literarios que deberían reivindicarse. La pregunta me fue hecha para una publicación internacional, pero tenía un límite de pocas palabras que no me dejó satisfecha a la hora de plantear mi respuesta. Me quedé rumiando ideas alrededor del tema.
Aunque pensar en el futuro de la literatura me parece un ejercicio vano, estas preguntas tienen un significado particular por el momento que estamos viviendo a escala mundial. El torbellino de cambios provocados en nuestro quehacer a partir de internet, las redes sociales y las herramientas tecnológicas ocurre a una velocidad tal que no hemos terminado de digerir la aparición de algo nuevo, cuando tenemos encima lo siguiente. Hacer previsiones de cómo serán las cosas a futuro es arriesgado, aunque interesante.
Los cambios también se están dando a escala social e ideológica y sin duda están calando en nuestra forma de pensar. Las luchas feministas, el ambientalismo y el cambio climático, pero también el resurgimiento del neoliberalismo y el conservadurismo (en sus múltiples formas), están propiciando algunas variables sociales que todavía no terminan de cuajar.
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