La reflexión sobre la práctica historiográfica representa un gran reto intelectual, pues el que asume tal tarea no sólo debe conocer las principales corrientes teóricas, tanto del pasado como del presente, sino que también debe tener gran capacidad de síntesis y análisis de una información que, por lo regular, resulta muy difícil de asimilar. No sería aventurado afirmar que la labor del teórico de la historia es ingrata, pues muchas de sus propuestas no son del todo conocidas por los historiadores y, en ciertos casos, son hasta desdeñadas por los que le dan preponderancia a los datos empíricos. Dado lo anterior, se debe aplaudir la aparición del libro Explicación histórica y tiempo social de Rodolfo Suárez, pues esta obra, fruto de su tesis doctoral, no sólo es rica en propuestas teóricas, sino que también invita a repensar la forma en la que planteamos nuestras propias investigaciones. Rodolfo parte de la idea de que el análisis epistémico de los historiadores se ha centrado en el examen de los problemas conceptuales y metodológicos de la historia episódica, motivo por el que las concepciones teóricas conservan varias de las tesis que justifican esa manera particular de aproximarse al pasado, entre las que sobresale la noción de acontecimiento histórico que se ha vuelto el centro de atención de la crítica porque ha ampliado el repertorio de los hechos humanos que caen en la categoría de históricos. El autor menciona que en Fernand Braudel se puede encontrar a uno de los primeros críticos de la historia episódica, pues aunque reconocía que en ella se manifestaba la historia "más apasionante", también daba lugar a las trivialidades. La crítica braudeliana al tiempo histórico profundizaba en los criterios que se debían utilizar para otorgar la categoría de histórico a un evento, pues no se podía precisar a priori lo que se debía considerar como un hecho histórico.
Braudel consideraba que la distancia temporal constituía el principal criterio para separar lo trascendente de lo accidental; en este sentido, la distancia permitía diferenciar la experiencia vivida de la experiencia histórica. La significación histórica de un acontecimiento no sólo dependía de las consecuencias que provocó, sino de su relación con los estratos temporales que sobrepasaban la vida de los individuos. El historiador francés desconfiaba de la historia episódica, debido a que el tiempo corto, por su naturaleza, era un tanto ininteligible. Ante tal situación, el conocimiento histórico requería que lo acontecido fuera revisado mediante perspectivas que rebasaban la temporalidad de los agentes. Al estudiar las estructuras de la vida cotidiana, Braudel mostraba un modelo global de desarrollo histórico, en el que se presentaba una dicotomía entre la esfera de la rutina (civilización) y la de la creatividad (cultura). Entender a las civilizaciones como "interminables continuidades históricas" generaba una forma particular de lectura del pasado, en el que la significación histórica de un acontecimiento no dependía sólo de sus vínculos con la larga duración, sino también de su contemplación en estratos temporales que lo resignificaban. Así, la larga duración se constituía en un modelo global de desarrollo histórico.
A pesar de que Rodolfo reconoce la importancia de la crítica braudealiana en contra de la historia episódica, menciona que ésta, al igual que las de otros autores, no han cuestionado cuatro aspectos centrales de esa categoría: la hipótesis de la unicidad de la materia histórica; la concepción de la historia como relato de los episodios y los hombres excepcionales; la asociación de la historia con lo irrepetible y la asimilación de la explicación histórica con lo teleológico o la narrativa que conduce al individualismo. El autor considera que el análisis de estos puntos permitiría tener una mejor comprensión de la experiencia histórica en sí, análisis que presenta en los cuatro capítulos que conforman el libro y en los que desmenuza con gran precisión los límites de la historia episódica.
Respuesta: Un hecho histórico es un evento relevante para la historia de una o más sociedades. Por su parte, un proceso histórico es la unión lógica y ordenada de varios hechos que guardan una relación.
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La reflexión sobre la práctica historiográfica representa un gran reto intelectual, pues el que asume tal tarea no sólo debe conocer las principales corrientes teóricas, tanto del pasado como del presente, sino que también debe tener gran capacidad de síntesis y análisis de una información que, por lo regular, resulta muy difícil de asimilar. No sería aventurado afirmar que la labor del teórico de la historia es ingrata, pues muchas de sus propuestas no son del todo conocidas por los historiadores y, en ciertos casos, son hasta desdeñadas por los que le dan preponderancia a los datos empíricos. Dado lo anterior, se debe aplaudir la aparición del libro Explicación histórica y tiempo social de Rodolfo Suárez, pues esta obra, fruto de su tesis doctoral, no sólo es rica en propuestas teóricas, sino que también invita a repensar la forma en la que planteamos nuestras propias investigaciones. Rodolfo parte de la idea de que el análisis epistémico de los historiadores se ha centrado en el examen de los problemas conceptuales y metodológicos de la historia episódica, motivo por el que las concepciones teóricas conservan varias de las tesis que justifican esa manera particular de aproximarse al pasado, entre las que sobresale la noción de acontecimiento histórico que se ha vuelto el centro de atención de la crítica porque ha ampliado el repertorio de los hechos humanos que caen en la categoría de históricos. El autor menciona que en Fernand Braudel se puede encontrar a uno de los primeros críticos de la historia episódica, pues aunque reconocía que en ella se manifestaba la historia "más apasionante", también daba lugar a las trivialidades. La crítica braudeliana al tiempo histórico profundizaba en los criterios que se debían utilizar para otorgar la categoría de histórico a un evento, pues no se podía precisar a priori lo que se debía considerar como un hecho histórico.
Braudel consideraba que la distancia temporal constituía el principal criterio para separar lo trascendente de lo accidental; en este sentido, la distancia permitía diferenciar la experiencia vivida de la experiencia histórica. La significación histórica de un acontecimiento no sólo dependía de las consecuencias que provocó, sino de su relación con los estratos temporales que sobrepasaban la vida de los individuos. El historiador francés desconfiaba de la historia episódica, debido a que el tiempo corto, por su naturaleza, era un tanto ininteligible. Ante tal situación, el conocimiento histórico requería que lo acontecido fuera revisado mediante perspectivas que rebasaban la temporalidad de los agentes. Al estudiar las estructuras de la vida cotidiana, Braudel mostraba un modelo global de desarrollo histórico, en el que se presentaba una dicotomía entre la esfera de la rutina (civilización) y la de la creatividad (cultura). Entender a las civilizaciones como "interminables continuidades históricas" generaba una forma particular de lectura del pasado, en el que la significación histórica de un acontecimiento no dependía sólo de sus vínculos con la larga duración, sino también de su contemplación en estratos temporales que lo resignificaban. Así, la larga duración se constituía en un modelo global de desarrollo histórico.
A pesar de que Rodolfo reconoce la importancia de la crítica braudealiana en contra de la historia episódica, menciona que ésta, al igual que las de otros autores, no han cuestionado cuatro aspectos centrales de esa categoría: la hipótesis de la unicidad de la materia histórica; la concepción de la historia como relato de los episodios y los hombres excepcionales; la asociación de la historia con lo irrepetible y la asimilación de la explicación histórica con lo teleológico o la narrativa que conduce al individualismo. El autor considera que el análisis de estos puntos permitiría tener una mejor comprensión de la experiencia histórica en sí, análisis que presenta en los cuatro capítulos que conforman el libro y en los que desmenuza con gran precisión los límites de la historia episódica.
Respuesta:
Respuesta: Un hecho histórico es un evento relevante para la historia de una o más sociedades. Por su parte, un proceso histórico es la unión lógica y ordenada de varios hechos que guardan una relación.