El libro está compuesto por cinco partes, la más conocida de las cuales es una serie de 51 exempla o cuentos moralizantes tomados de varias fuentes, como Esopo y otros clásicos, así como de cuentos tradicionales árabes. La «Historia del deán de Santiago y el mago de Toledo» (cuento XI) tiene semejanzas con cuentos tradicionales japoneses, y la historia de una mujer llamada Doña Truhana (cuento VII) —el «Cuento de la lechera», pero ligeramente variado— ha sido identificada por Max Müller como originada en el ciclo hindú Pancha-tantra.
El Conde Lucanor fue escrito, posiblemente en su mayor parte, en el castillo de Molina Seca, hoy Molina de Segura, en Murcia, pues en la época en que se escribe, tanto el recinto amurallado como la villa, formaban parte de los dominios del Infante Juan Manuel, donde pasaba largas temporadas. La importancia del enclave residía en que se hallaba a escasas leguas de Murcia capital, en el camino de su entrada desde él.
El propósito didáctico y moral es la marca del libro. El conde Lucanor empieza la conversación con su consejero Patronio, planteándole un problema («Un hombre me ha hecho una propuesta…» o «Temo que tal o cual persona intenta…») y solicita consejo para resolverlo. Patronio siempre responde con gran humildad, asegurando no ser necesario dar consejo a una persona tan ilustre como el conde, pero ofreciéndose a contarle una historia de la que este podrá extraer una enseñanza para resolver su problema. Los cuentos son exempla, género asentado en la tradición literaria medieval.
Cada capítulo termina más o menos de la misma forma, con pequeñas variaciones: «Et entendiendo don Johan que estos ejemplos eran muy buenos, filósofos escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentençia de los exiemplos. Et los viessos dizen assí». El libro se cierra con un pareado que condensa la moraleja de la historia. Luego viene al final de cada cuento una extraña frase: «y la historia de este ejemplo es esta que se sigue». Esto es de difícil interpretación, puesto que no viene nada además de eso. Autores como José Manuel Blecua afirman que puede ser debido a que hace alusión a una miniatura que debió de existir en el códice original, donde se plasmaba la narración anterior
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El libro está compuesto por cinco partes, la más conocida de las cuales es una serie de 51 exempla o cuentos moralizantes tomados de varias fuentes, como Esopo y otros clásicos, así como de cuentos tradicionales árabes. La «Historia del deán de Santiago y el mago de Toledo» (cuento XI) tiene semejanzas con cuentos tradicionales japoneses, y la historia de una mujer llamada Doña Truhana (cuento VII) —el «Cuento de la lechera», pero ligeramente variado— ha sido identificada por Max Müller como originada en el ciclo hindú Pancha-tantra.
El Conde Lucanor fue escrito, posiblemente en su mayor parte, en el castillo de Molina Seca, hoy Molina de Segura, en Murcia, pues en la época en que se escribe, tanto el recinto amurallado como la villa, formaban parte de los dominios del Infante Juan Manuel, donde pasaba largas temporadas. La importancia del enclave residía en que se hallaba a escasas leguas de Murcia capital, en el camino de su entrada desde él.
El propósito didáctico y moral es la marca del libro. El conde Lucanor empieza la conversación con su consejero Patronio, planteándole un problema («Un hombre me ha hecho una propuesta…» o «Temo que tal o cual persona intenta…») y solicita consejo para resolverlo. Patronio siempre responde con gran humildad, asegurando no ser necesario dar consejo a una persona tan ilustre como el conde, pero ofreciéndose a contarle una historia de la que este podrá extraer una enseñanza para resolver su problema. Los cuentos son exempla, género asentado en la tradición literaria medieval.
Cada capítulo termina más o menos de la misma forma, con pequeñas variaciones: «Et entendiendo don Johan que estos ejemplos eran muy buenos, filósofos escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentençia de los exiemplos. Et los viessos dizen assí». El libro se cierra con un pareado que condensa la moraleja de la historia. Luego viene al final de cada cuento una extraña frase: «y la historia de este ejemplo es esta que se sigue». Esto es de difícil interpretación, puesto que no viene nada además de eso. Autores como José Manuel Blecua afirman que puede ser debido a que hace alusión a una miniatura que debió de existir en el códice original, donde se plasmaba la narración anterior