El río Nilo está íntimamente ligado con la historia del hombre a través de los tiempos. Los antiguos egipcios forjaron su imperio en ambas bandas de esta mítica corriente fluvial. Hoy el Nilo sigue dando que hablar por temas geopolíticos que afectan al uso de sus valiosas aguas. El Nilo fue controlado primeramente con la represa de Asuán, construida en el sur de Egipto.
La obra reguló los flujos del río evitando inundaciones y permitió un mejor uso del agua destinada a la actividad agropecuaria asentada en las dos orillas. En su momento la construcción de esa represa fue controvertida. Inclusive debieron trasladarse varios antiguos monumentos de inestimable valor a fin de preservarlos para la humanidad. Con el tiempo se controlaron los daños posibles de Asuán y se maximizaron sus ventajas. Actualmente Etiopía está construyendo otra represa (“Renacimiento”) ubicada en el curso inferior del Nilo.
Los egipcios temen que una vez concluida se reduzca drásticamente el volumen de aguas que va hacia el norte. En consecuencia, se están creando tensiones por la falta de un convenio entre El Cairo y Adís Abeba para la utilización común de recursos hídricos. De los once estados componentes de la extensa Cuenca del Nilo casi el 90% del caudal es acaparado por Egipto y Sudán, siendo el primero el más privilegiado en términos de utilización.
Etiopía tiene un porcentaje mucho menor del caudal pero el proyecto Renacimiento –que pretende generar energía y regular flujos hídricos para incrementar el espacio destinado a cultivos- les está brindando a los etíopes un renovado “apalancamiento” para negociar el uso de las aguas del curso inferior del Nilo. Por ahora el proceso transcurre por las vías diplomáticas sin que se desaten enfrentamientos, posibilidad esta última que lamentablemente no puede descartarse. Por ser muy desértica, en esa zona del continente africano el agua es un recurso esencial. Allí sí que agua significa vida… o muerte.
Algo similar a lo que acontece en el caso del Nilo sucedió en la década de los 70 del sigo pasado en el ámbito sudamericano de la Cuenca del Plata. Se trata de una experiencia que vale la pena recordar. Luego de varios desencuentros diplomáticos entre Brasil y Argentina hubo entendimientos que permitieron la construcción de la gigantesca represa brasileño-paraguaya de Itaipú y poco después la de Yaciretá, otro emprendimiento conjunto, esta vez de Argentina con el Paraguay.
Sobre la base de los acuerdos acerca de la utilización de aguas de curso sucesivo -y con Asunción como vendedor de energía excedente a sus dos poderosos vecinos- se llegó a un punto de equilibrio, el que actualmente rige el funcionamiento de las mencionadas represas como también el flujo regulado de las aguas que desembocan en el estuario del Plata. Algún consenso similar deberá conseguirse en la cuenca del Nilo para normalizar procedimientos y evitar la escalada de potenciales conflictos.
El Nilo está emparentado con los albores de las sociedades organizadas por ser cuna de una de las grandes civilizaciones del pasado. Su destino nos importa a todos, más allá de ser preponderante para el desenvolvimiento de los pueblos involucrados directamente y cuya existencia ha girado durante milenios en torno al legendario río. Ojalá pronto se logren compromisos constructivos que permitan compartir en paz el uso del agua en esa región.
El río Nilo está íntimamente ligado con la historia del hombre a través de los tiempos. Los antiguos egipcios forjaron su imperio en ambas bandas de esta mítica corriente fluvial. Hoy el Nilo sigue dando que hablar por temas geopolíticos que afectan al uso de sus valiosas aguas. El Nilo fue controlado primeramente con la represa de Asuán, construida en el sur de Egipto.
La obra reguló los flujos del río evitando inundaciones y permitió un mejor uso del agua destinada a la actividad agropecuaria asentada en las dos orillas. En su momento la construcción de esa represa fue controvertida. Inclusive debieron trasladarse varios antiguos monumentos de inestimable valor a fin de preservarlos para la humanidad. Con el tiempo se controlaron los daños posibles de Asuán y se maximizaron sus ventajas. Actualmente Etiopía está construyendo otra represa (“Renacimiento”) ubicada en el curso inferior del Nilo.
Los egipcios temen que una vez concluida se reduzca drásticamente el volumen de aguas que va hacia el norte. En consecuencia, se están creando tensiones por la falta de un convenio entre El Cairo y Adís Abeba para la utilización común de recursos hídricos. De los once estados componentes de la extensa Cuenca del Nilo casi el 90% del caudal es acaparado por Egipto y Sudán, siendo el primero el más privilegiado en términos de utilización.
Etiopía tiene un porcentaje mucho menor del caudal pero el proyecto Renacimiento –que pretende generar energía y regular flujos hídricos para incrementar el espacio destinado a cultivos- les está brindando a los etíopes un renovado “apalancamiento” para negociar el uso de las aguas del curso inferior del Nilo. Por ahora el proceso transcurre por las vías diplomáticas sin que se desaten enfrentamientos, posibilidad esta última que lamentablemente no puede descartarse. Por ser muy desértica, en esa zona del continente africano el agua es un recurso esencial. Allí sí que agua significa vida… o muerte.
Algo similar a lo que acontece en el caso del Nilo sucedió en la década de los 70 del sigo pasado en el ámbito sudamericano de la Cuenca del Plata. Se trata de una experiencia que vale la pena recordar. Luego de varios desencuentros diplomáticos entre Brasil y Argentina hubo entendimientos que permitieron la construcción de la gigantesca represa brasileño-paraguaya de Itaipú y poco después la de Yaciretá, otro emprendimiento conjunto, esta vez de Argentina con el Paraguay.
Sobre la base de los acuerdos acerca de la utilización de aguas de curso sucesivo -y con Asunción como vendedor de energía excedente a sus dos poderosos vecinos- se llegó a un punto de equilibrio, el que actualmente rige el funcionamiento de las mencionadas represas como también el flujo regulado de las aguas que desembocan en el estuario del Plata. Algún consenso similar deberá conseguirse en la cuenca del Nilo para normalizar procedimientos y evitar la escalada de potenciales conflictos.
El Nilo está emparentado con los albores de las sociedades organizadas por ser cuna de una de las grandes civilizaciones del pasado. Su destino nos importa a todos, más allá de ser preponderante para el desenvolvimiento de los pueblos involucrados directamente y cuya existencia ha girado durante milenios en torno al legendario río. Ojalá pronto se logren compromisos constructivos que permitan compartir en paz el uso del agua en esa región.