ElCalvoDeBrazzers
Una tarde de 1885, como tantas otras, el químico Friedrich August Kekulé se quedó dormido junto a la chimenea. Llevaba tiempo tratando de descifrar la arquitectura de algunas moléculas y, si bien había conseguido dar con algunas, otras, como el benceno, se le resistían. Durante aquella cabezadita, comenzó a soñar con átomos y moléculas, que se unían entre sí y formaban cadenas que se retorcían, giraban, se entrelazaban. Una de esas cadenas adquirió la forma de una serpiente que se mordía la cola formando un círculo y giraba sobre sí misma a gran velocidad. Al despertar, Kekulé vio que acababa de dar con la solución al problema de la estructura química del benceno.
Aunque muchas veces los sueños son bizarros e incoherentes, otras nos pueden conducir a resolver problemas. Ya lo dice la sabiduría popular, que nos recomienda consultar cualquier tipo de embrollo con la sabia almohada. Y es que en la mayoría de ocasiones, ocho horas de sueño reparador pueden hacer que nos levantemos con la mente clara, capaces de dilucidar una respuesta o de dar con una solución creativa a un rompecabezas.
Durante siglos se creyó que al dormir, simplemente, el cerebro se desenchufaba y entraba en un tiempo muerto en el que no pasaba nada. Pero aquella explicación no parecía tener sentido evolutivo. ¿Por qué íbamos a tener que consagrar más de un tercio de nuestras vidas al letargo con la de cosas a que se podían dedicar esas horas perdidas? Además, ese estado semiinconsciente nos dejaba totalmente vulnerables ante posibles ataques. Todos los animales, además, duermen. Algunos cerca de 20 horas al día, otros apenas tres o cuatro. Incluso los hay, como los delfines, que duermen primero con una mitad y luego con la otra del cerebro. La naturaleza, pues, debía tener sus motivos.
Aunque muchas veces los sueños son bizarros e incoherentes, otras nos pueden conducir a resolver problemas. Ya lo dice la sabiduría popular, que nos recomienda consultar cualquier tipo de embrollo con la sabia almohada. Y es que en la mayoría de ocasiones, ocho horas de sueño reparador pueden hacer que nos levantemos con la mente clara, capaces de dilucidar una respuesta o de dar con una solución creativa a un rompecabezas.
Durante siglos se creyó que al dormir, simplemente, el cerebro se desenchufaba y entraba en un tiempo muerto en el que no pasaba nada. Pero aquella explicación no parecía tener sentido evolutivo. ¿Por qué íbamos a tener que consagrar más de un tercio de nuestras vidas al letargo con la de cosas a que se podían dedicar esas horas perdidas? Además, ese estado semiinconsciente nos dejaba totalmente vulnerables ante posibles ataques. Todos los animales, además, duermen. Algunos cerca de 20 horas al día, otros apenas tres o cuatro. Incluso los hay, como los delfines, que duermen primero con una mitad y luego con la otra del cerebro. La naturaleza, pues, debía tener sus motivos.