En el judaísmo, se considera que Jesús fue el más influyente y, en consecuencia, el más dañino de todos los falsos profetas.[1] Dado que la creencia judía tradicional es que el mesías aún no ha llegado y que la era mesiánica aún no está presente, el rechazo total de Jesús como mesías o deidad.
El judaísmo nunca ha aceptado ninguno de los supuestos cumplimientos de profecía que el cristianismo atribuye a Jesús. El judaísmo también prohíbe la adoración de una persona como una forma de idolatría, ya que la creencia central del judaísmo es la unidad absoluta y la singularidad de Dios.[2] [3] La escatología judía sostiene que la venida del Mesías se asociará con una serie específica de eventos que aún no han ocurrido, incluido el regreso de los judíos a su tierra natal, la reconstrucción del Templo de Jerusalén, una era mesiánica de paz[4] y comprensión durante que "el conocimiento de Dios" llena la tierra.[5] Dado que los libros de historia dictan que ninguno de estos eventos ocurrió durante la vida de Jesús (ni ocurrieron después), se considera que él no era el Mesías.
Los puntos de vista tradicionales de Jesús han sido en su mayoría negativos, aunque en la Edad Media, Judah Halevi y Maimónides vieron a Jesús como una figura preparatoria importante para un futuro monoteísmo ético universal de la Edad Mesiánica. Algunos pensadores judíos modernos han especulado con simpatía que el Jesús histórico pudo haber estado más cerca del judaísmo de lo que indicarían los Evangelios o los relatos judíos tradicionales, comenzando en el siglo XVIII con el ortodoxo Jacob Emden y el reformador Moses Mendelssohn. Esta opinión todavía es adoptada por algunos.
Explicación:
En el judaísmo, se considera que Jesús fue el más influyente y, en consecuencia, el más dañino de todos los falsos profetas.[1] Dado que la creencia judía tradicional es que el mesías aún no ha llegado y que la era mesiánica aún no está presente, el rechazo total de Jesús como mesías o deidad.
El judaísmo nunca ha aceptado ninguno de los supuestos cumplimientos de profecía que el cristianismo atribuye a Jesús. El judaísmo también prohíbe la adoración de una persona como una forma de idolatría, ya que la creencia central del judaísmo es la unidad absoluta y la singularidad de Dios.[2] [3] La escatología judía sostiene que la venida del Mesías se asociará con una serie específica de eventos que aún no han ocurrido, incluido el regreso de los judíos a su tierra natal, la reconstrucción del Templo de Jerusalén, una era mesiánica de paz[4] y comprensión durante que "el conocimiento de Dios" llena la tierra.[5] Dado que los libros de historia dictan que ninguno de estos eventos ocurrió durante la vida de Jesús (ni ocurrieron después), se considera que él no era el Mesías.
Los puntos de vista tradicionales de Jesús han sido en su mayoría negativos, aunque en la Edad Media, Judah Halevi y Maimónides vieron a Jesús como una figura preparatoria importante para un futuro monoteísmo ético universal de la Edad Mesiánica. Algunos pensadores judíos modernos han especulado con simpatía que el Jesús histórico pudo haber estado más cerca del judaísmo de lo que indicarían los Evangelios o los relatos judíos tradicionales, comenzando en el siglo XVIII con el ortodoxo Jacob Emden y el reformador Moses Mendelssohn. Esta opinión todavía es adoptada por algunos.